Si hay un hecho que puede hacer a unos padres temblar es que su hija
quiera ser maestra de Educación Infantil. En muchos casos incluso
intentan convencer a la joven de que se dedique a otra cosa, por mucho
que le guste esa carrera, alegando que no tiene salida. Pero lo más
seguro es que ella ingenuamente les diga, «pero si podré trabajar
en todo Infantil y también en Primaria». Y digo ingenuamente porque la
frase es cierta, pero la realidad es bien diferente.
Cuando sales
a buscar trabajo te das cuenta de que realmente tu abanico de posibilidades
se limita poco a poco al segundo ciclo de Educación Infantil ya que en
primaria normalmente contratan a maestros especializados en esta etapa,
en educación física o en educación especial.
Como el
primer ciclo de Educación Infantil no está subvencionado, en la mayoría
de los colegios no se ofrece, y se limita a escuelas privadas
donde se conforman con que haya un maestro de Educación Infantil en todo
el centro, que normalmente es el titular, y el resto de personal
docente son técnicos en Educación Infantil. No les
gusta contratar a maestros, porque como el contrato que les van a hacer
es de “educadores”, lo que implica la mitad del sueldo de uno de
“maestro”, temen que si les sale un trabajo mejor se vayan antes de que
haya acabado el curso.
Otra posible salida es la de construir una nueva escuela, pero requiere
un capital de unos 600.000€, más los problemas que supone el abrir un
centro de esta envergadura, por lo que la mayoría de los idealistas que
se lo plantean terminan olvidándolo.
Debido a todo esto y al poco trabajo que hay en escuelas privadas, en
los verdaderos tres cursos en los que te podrían contratar, finalmente
te decides a pasar un año entero estudiando para poder opositar. Si
apruebas, puede garantizarte el trabajo, pero no que sea a menos de 50
km. de tu casa.
*Sheila Pérez es maestra de Educación Infantil