En octubre de 1953 se creó en Luxemburgo la primera Escuela Europea para los hijos de los funcionarios de la nueva Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA). Nació como un experimento para estandarizar la enseñanza entre los países, con cooperación de los distintos ministerios de Educación: un currículum con especial reconocimiento de las lenguas y cultura europeas.
El primer
Baccalaureate se concedio en julio de 1959, y se reconoció como
suficiente para entrar en cualquier universidad de los estados
miembros.
En la primera piedra de cada una de las Escuelas Europeas se incluye un pergamino con las palabras de Jean Monnet:
"Educated side by side, untroubled from infancy by divisive prejudices,
acquainted with all that is great and good in different cultures, it
will be borne in upon them as they mature that they belong together.
Without ceasing to look to their own lands with love and pride, they
will become in mind Europeans, schooled and ready to complete and
consolidate the work of their fathers before them, to bring into being
a united and thriving Europe"
[Educados codo con codo, sin problemas de prejuicios divisorios desde
la infancia, familiarizados con todo lo que es grande y bueno de las
distintas culturas, irá cuajando en ellos, mientran maduran, la idea de
que deben estar juntos. Sin dejar de mirar a su propia tierra con amor
y orgullo, se volverán europeos en su pensamiento, educados y
preparados para completar y consolidar el trabajo de sus padres: que
llegue a existir una Europa próspera y unida.]
Hoy en día, sólo 20.000 alumnos estudian en las Escuelas Europeas, que
se han establecido exclusivamente cerca de organismos oficiales. Sus estatutos,
reformados en 1994, recuerdan que es un elemento que garantiza el
funcionamiento adecuado de las instituciones europeas, que debe hacerse
una contribución a su financiación, y que es 'sui generis': se trata de
una cooperación entre los estados miembros y entre ellos y las
instituciones europeas, pero se reconoce la responsabilidad de los
estados en el contenido de la enseñanza y la organización de sus propios sistemas
educativos.
En el año 2002, el Parlamento Europeo planteó una moción sobre el
futuro de la financiación de las Escuelas Europeas y su ampliación. A
día de hoy, continúan las discusiones entre el Parlamento y la Comisión
Europea.
La historia de Europa
El 9 de mayo, a las 6 de la tarde, en el Salón del Reloj del Quai
d'Orsay, sede del Ministerio francés de Asuntos Exteriores, aparecieron
dos personas: Robert Schuman, ministro de Asuntos Exteriores, y Jean
Monnet, comisionado general de planificación. Era una rueda de prensa,
pero sin micrófonos ni cámaras: nadie esperaba que fuera nada más allá
de una declaración de buenas intenciones.
Robert Schuman (a la derecha, en la foto) nació en Luxemburgo (1886), pero con nacionalidad
alemana. Su padre, Jean-Pierre, nació francés en Lorrena, pero adoptó
la nacionalidad alemana en 1871 al volver esa zona a Alemania. Su
madre, Eugénie, nació luxemburguesa pero tomó la nacionalidad de su
marido. Robert eligió la nacionalidad francesa en 1919, al recuperar
Francia el territorio de Alsacia-Lorrena. Su lengua materna era el
luxemburgués, y la segunda el alemán. Aprendió francés en el colegio,
por lo que conservó el acento germánico. Su diploma de secundaria no
era válido en Alemania, por lo que se examinó del Abitur (examen final
alemán) en Metz.
Jean Monnet (a la izquierda) nació en Cognac (1988), en una familia de comerciantes de
eau-de-vie, como llaman allí a su famoso licor. Su destino parecía
marcado: seguir los pasos de su padre en el negocio familiar, la
fabricación paciente y concienzuda de un buen producto. Pero a los
dieciséis ya era un gran viajero. En lugar de entrar en la universidad,
fue a aprender inglés trabajando con el agente de la empresa familiar
en Londres. Antes de salir, su padre le recomendó: "No lleves libros.
Nadie puede pensar por ti. Mira por la ventana, habla con la gente...".
Descubrió gente "cuya preocupación no era gestionar lo que ya había,
sino desarrollarlo sin parar".
El 10 de mayo de 1950, Schuman tenía pendiente una reunión con Estados
Unidos e Inglaterra sobre la situación de Alemania, que recuperaba su
ritmo de crecimiento, para preocupación de sus vecinos. Se acercaba a
los límites de producción establecidos para la postguerra. A falta de
otra solución por parte de Francia, los países anglosajones iban a
proponer la eliminación de esos límites. El plan de Monnet - unir la producción
franco-alemana de carbón y acero - le pareció a Schuman, él mismo
originario de una región acerera, el enfoque adecuado:
- Promovía la reconciliación franco-alemana
- Se gestionaría el carbón y el acero para fines pacíficos
- Proporcionaba un punto de partida a la integración europea
Schuman consiguió el apoyo del canciller alemán, Konrad Adenauer, y
Monnet se aseguró de que el plan fuera bien acogido en Gran Bretaña y
los Estados Unidos. Se hicieron los preparativos con máxima discreción,
y se hizo público el día 9 de mayo, declarado desde 1985 "Día de
Europa".
Fragmento de la Declaración Schuman
El Gobierno francés propone que se someta el conjunto de la pruducción
franco-alemana de carbón y de acero a una Alta Autoridad común, en una
organización abierta a los demás países de Europa.
La puesta en común de las producciones de carbón y de acero garantizará
inmediatamente la creación de bases comunes de desarrollo económico,
primera etapa de la federación europea, y cambiará el destino de esas
regiones, que durante tanto tiempo se han dedicado a la fabricación de
armas, de las que ellas mismas han sido las primeras víctimas.
La solidaridad de producción que así se cree pondrá de manifiesto que
cualquier guerra entre Francia y Alemania non sólo resulta impensable,
sino materialmente imposible. La creación de esa potente unidad de
producción, abierta a todos los países que deseen participar en ella,
proporcionará a todos los países a los que agrupe los elementos
fundamentales de la producción industrial en las mismas condiciones y
sentará los cimientos reales de su unificación económica.
Dicha producción se ofrecerá a todo el mundo sin distinción ni
exclusión, para contribuir al aumento del nivel y al progreso de las
obras de paz. Europa podrá, con mayores medios, proseguir la
realización de una de sus tareas esenciales : el desarrollo del
continente africano.
De este modo se llevará a cabo la fusión de intereses indispensables
para la creación de una comunidad económica y se introducirá el
fermento de una comunidad más profunda entre países que durante tanto
tiempo se han enfrentado en divisiones sangrientas.
Mediante la puesta en común de las producciones básicas y la creación
de una Alta Autoridad de nuevo cuño, cuyas decisiones obligarán a
Francia, Alemania y los países que se adhieran, esta propuesta sentará
las primeras bases concretas de una federación europea indispensable
para la preservación de la paz.
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Documentación completa sobre la Declaración Schuman