Opinión
Desenfoque adolescente
Johan Eimeric
Uno de mis recuerdos de la adolescencia es la sensación de 'desenfoque', como le ocurría a uno de los personajes de la película de Woody Allen "Deconstructing Harry". Nuestro trabajo consistía en aprender cosas que no tenían nada que ver con lo que experimentábamos. Incluso la Declaración Universal de Derechos Humanos, cuando se estudiaba, se veía como algo ajeno. Pero tampoco ayudaban los profesores, que parecían más interesados en hacernos memorizar datos concretos: el Santo Grial de la evaluación "justa" de los conocimientos.
Llegábamos a una tienda, a un restaurante, y parecía que nos hacían un favor al atendernos. Se veía a distancia nuestra insolvencia económica y nuestra inexperiencia, lo que nos convertía automáticamente en parias. ¿Alguien pensó que podía hacer una reclamación? ¿No era la policía una organización básicamente sospechosa, como todas las demás? ¿Existían los jueces más allá de las películas?
Poco a poco, aprendimos todo lo que se olvidaron de contarnos en el colegio, sobre todo la auténtica "regla de oro de las artes y las ciencias": quien tiene el oro, hace las reglas. Aceptar esa situación se ha convertido en el gran rito iniciático de paso de la adolescencia a la madurez: si quieres contar con una entidad propia y un espacio propio, debes renunciar a cualquier idealismo: en caso contrario, el banco no va a confiar en ti durante los 50 años que vas a tardar en pagar tu vivienda. Como decía el chiste del gran humorista Eugenio: - "Te veo muy envejecido" - "Como que no soy yo, soy mi padre".
Según un informe de Transparency International, uno de los grandes problemas que tiene España es la corrupción relacionada con el urbanismo en las corporaciones locales. Hay que recordar que el elemento realmente variable en el precio de una vivienda es el suelo. Y la disponibilidad de suelo depende sobre todo de esas corporaciones.
Así queda todo perfectamente enfocado: la maquinaria burocrática local se alimenta del maná del suelo, que comparte generosamente con los otros niveles, que son los que desarrollan las leyes y las hacen cumplir. Y ya no queda ningún nuevo mundo por descubrir para empezar desde cero. Ahora sólo podemos confiar en que, en algún momento, pueda haber un cambio en la educación, la única fuente posible de una revolución no violenta.
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