Educación
El colegio romano
En la época del
emperador Adriano, si procedías de una familia adinerada,
tenías un tutor para ti solo. Pero si no, te enseñaban tus padres en casa lo
que buenamente sabían. Las madres enseñaban a sus hijas a hacer las labores del hogar y
cualquier cosa que creyeran útil para ellas. También
enseñaban a sus hijos varones, pero hasta la edad de siete años.
A los siete, pasaban a estar controlados por sus padres.
El padre decidía qué es lo que el hijo necesitaba saber para tener éxito en la vida y ejercía de maestro.
Se consideraba importante enseñar con el ejemplo, así que los hijos acompañaban a sus padres en las ocasiones más importantes.
Durante una época, alrededor el siglo 2 a.C. sólo se consideraba que un romano estaba bien educado si había recibido la misma educación que un griego, añadiendo además las enseñanzas del latín. Pero sólo las familias más adineradas podían permitirse la educación bilingüe. Un niño o niña de una familia rica solía pasar mucho tiempo con un sirviente griego, y después se les enseñaba griego, antes que latín.
Desde el siglo 3 a.C. en adelante, la educación se hizo asequible para los niños menos privilegiados con las escuelas públicas, pero no daban tan buenos resultados. Los alumnos tardaban varios años en aprender a leer. El alfabeto solía enseñarse desde la A a la Z. Después, de a Z a la A. Y también desde ambos finales a la vez (A-Z, B-Y,...).
En el colegio, los niños romanos solían escribir sobre tablas de cera. Usaban palos afilados hechos de hierro o bronce para escribir las letras, haciendo pequeñas incisiones en la suave cera de la tabla. El palo se llamaba stilus, y tenía un extremo plano para borrar (alisar la cera).
Los niños romanos no hacían muchas matemáticas. Se les enseñaban números, fracciones, ... Y, para simplificar las cuentas, usaban el ábaco. Tenían las mismas asignaturas en griego y en latín, así que tenían que estudiar todo por partida doble.
En la Antigua Roma, lo más importante era saber hablar bien en público, y se lo enseñaban a los niños. Las chicas de las familias más acomodadas aprendían a tejer y coser. Como no podían participar en los actos de la vida pública, no se consideraba importante que recibieran la misma educación que los chicos.
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