Opinión
Preparar a la familia
Antonio Lorenzana Bermejo
La Memory Call, una multinacional del año 2084, se dedica a vender
recuerdos que implanta directamente en el cerebro de sus clientes.
¡Casi nada! Esto ocurre en una película de Paul Verhoeven: Desafío
Total, protagonizada por Arnold Schwarzenegger y basada en el relato de
ciencia ficción "We can remember it for you wholesale" de Philip K.
Dick. Puede uno así comprarse un viaje de aventuras a las Minas del Rey
Salomón o al planeta Marte, como ocurre en la película y, sin
levantarse de un sofisticado sillón, se puede tener en la cabeza el
recuerdo fresco de todo “lo vivido” como si realmente hubiera ocurrido
ayer.
Y es que, al final, eso es todo lo que queda: los recuerdos. Y no es poco. Los ancianos viven de recuerdos, solía decirme mi abuelo Ángel. Y cuando no quedan recuerdos… ¿de qué se vive? La Enfermedad de Alzheimer es tan devastadora que, literalmente, te quita incluso lo bailao. Es la causa de demencia más frecuente en ancianos y, actualmente, en España, una de cada cuatro familias, tiene algún enfermo de Alzheimer en casa o en alguna residencia especializada. En una sociedad cada vez más anciana, como es la española —bienvenida sea la inmigración, que retrasa las canas— es necesario aprender a familiarizarse con todo lo que supone para una familia el tener que enfrentarse a este mal terrible.
El diagnóstico ha de hacerse en la etapa inicial de la enfermedad, cuando la pérdida de memoria se reduce a frecuentes pequeños olvidos y el paciente es capaz todavía de ocuparse de su propia vida con más o menos normalidad. En esa etapa habría que ir preparando a los familiares sobre el mejor modo de afrontar lo que se les viene encima. Es también en ese momento cuando hay que plantearse la pregunta más crucial: ¿Se le debe decir al paciente que su enfermedad es el Alzheimer, con todas las consecuencias que ello implica? o, por contra, ¿es mejor ir engañando al tiempo a fuerza de ir haciendo la vista gorda y dejando que los recuerdos del familiar enfermo se vayan marchitando hasta que ya sea innecesario dar explicaciones?
La respuesta a estas preguntas no es fácil. En teoría, deben ser los familiares más allegados, aquellos que mejor conocen al enfermo, los que decidan. Todos los seres humanos no están preparados para encajar un golpe así de violento. Por el contrario, hay personas que, una vez sobrepuestas al primer impacto emocional que supone saberse enfermo, agradecen el disponer del tiempo suficiente para poder dejar todos sus asuntos personales resueltos.
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