Inventos
El químico y el soñador
La historia del joven Tim Kehoe ha dado la vuelta al mundo estas últimas semanas
por haber pasado nada menos que once años fracasando en sus experimentos para conseguir pompas
de colores. Pero, sobre todo, por haber encontrado a alguien que al final supo cómo hacerlas: el doctor Ram Sabnis... aunque el nombre de este científico
indio no aparece hasta el párrafo número 30 del artículo de
Science Magazine que les ha hecho famosos. La historia, que aquí se cuenta, tiene su
moraleja.
La fiesta más desastrosa
En el año 2003, encontró un socio, Guy Haddleton, que apostó por él. Crearon una empresa a medias, Ascadia, en la que Guy puso el dinero y Tim ponía las ideas. Un día Guy le pidió que le mostrara las burbujas. Para gran sorpresa de Tim, no pudo reproducir las pompas lavables de las que había hablado a su socio. Las había conseguido gracias a un producto de Procter&Gamble que había encontrado en el supermercado. «¿Habrán cambiado algo de la fórmula y por eso ya no funciona?», se preguntó. Volvió a la tienda, compró todo lo que encontró, y pasó varios días y noches probando sin parar, hasta que lo consiguió de nuevo, esta vez con tinta.
Y de nuevo pensó que esta era la definitiva. Guy y Tim montaron una fiesta cerca de un lago para presentar el invento a un grupo de familias con niños. Era una soleada tarde de julio de 2004. Alquilaron unos pomperos industriales para llenar el aire de burbujas rosas y azules. Y fue bonito mientras las pompas estaban en el aire. A medida que empezaron a romperse sobre la piel de las madres, de los niños, en los coches, en la ropa, en el suelo ... el idílico escenario empezó a parecer una batalla campal de pintura.
Las madres estaban horrorizadas. Y Tim se dio cuenta de que no podía sacar al mercado un producto que manchase, aunque se pudiera lavar. Había vuelto a fracasar.
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