Fumando esperan a la persona que más quieren: a sus madres. Y, sin embargo, son ellas, sus madres, las que dan de fumar a diario a sus bebés. La cafetería donde suelo desayunarme los días de trabajo es frecuentada casi a diario por un grupo de cinco o seis jóvenes madres que, a eso de las diez y media de la mañana, se regalan con un buen café, una pasta recién horneada y una entretenida charla salpicada de divertidas risas. Sus bebés esperan, dormiditos casi siempre, en sus carritos, orilla la mesa donde sus madres charlan animadamente.
Lamentablemente, además de café, pastas y buen
humor, las mamás también acompañan la tertulia con tabaco. Los cigarrillos van
enturbiando el ambiente y el aire se va colmando de cientos de substancias tóxicas
que van entrando, como furtivas, en los pulmones de sus niños.
Sin duda, las madres no son conscientes del daño que les están
haciendo a sus hijos. No pueden ser conscientes porque ni siquiera han llegado
a comprender el daño que se hacen a ellas mismas con el tabaco. ¿Cuántas
personas de las más de 50.000 que mueren cada año en España por culpa del
tabaco no se arrepienten de haber encendido el primer cigarrillo cuando les
dicen que van a morir por gentileza de un manojillo de hojas secas ardiendo
entre papel de fumar?
El humo del tabaco, incluso a muy baja concentración, va producir,
entre otras muchas cosas, una vasoconstricción periférica en el bebé; va a
irritar las mucosas de los ojos y del tracto respiratorio del niño: una ocasión
de oro para las infecciones oportunistas. Por otra parte, parece probado que el
humo del tabaco potencia el desarrollo de muchos tipos de alergias.
Muy
recientemente se ha demostrado también que las mujeres embarazadas que fuman,
amén de dar a luz a niños con menos peso, presentan un claro aumento en el
número de roturas cromosómicas observadas en cultivos de células fetales
obtenidas por amniocentesis. Este hecho hace pensar en la terrible posibilidad
de que el tabaquismo durante la gestación pueda ser responsable de algunas de
las reorganizaciones cromosómicas clonales observadas en muestras de médula
ósea de niños diagnosticados de neoplasias hematológicas (leucemias) a edades
muy tempranas.
Pero todo este discurso, como siempre, quedará en nada. Quedará en
nada porque que el infarto siempre de dará a otro, porque el cáncer siempre se
lo diagnosticarán a otro, porque los daños a treinta, sesenta y noventa años no
parecen daños de verdad. Estos discursos que alertan sobre los peligros del
tabaco siempre quedan en nada, quedan en eso: en humo.
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Antonio Lorenzana B. es Biólogo Citogenetista