Septiembre de 2007, nº 23

Música

El gran Leadbelly

Leadbelly no fue precísamente un lechado de virtudes. Pasó varios años en la cárcel acusado de homicidio, pero su música entusiasmaba a niños y mayores.

Aprender cantando

A Harlan G. Palmer III sus padres le llamaban Hap. Y así es como le llama todo el mundo. En Estados Unidos, es un pionero en el uso de la música en la educación.

Evolución

¿Quiénes son más listos, los chimpancés o los bebés?

Los bebés pueden parecer pequeños chimpancés, pero tienen unas habilidades de las que sus parientes peludos carecen.

Hasta ahora, hay dos teorías para explicar porqué los humanos somos más listos que nuestros parientes más cercanos. Una de ellas dice que tenemos una inteligencia superior, en general, porque tenemos cerebros más grandes y complejos. La otra dice que tenemos zonas específicas de inteligencia donde somos mejores. Los resultados de este experimento, realizado en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig, publicados en Science hace unas semanas, apoyan la segunda teoría.

Los participantes fueron 106 chimpancés, 105 bebés y 32 orangutanes. Las pruebas consistieron en localizar objetos escondidos; averiguar el origen de un ruido; comprender los conceptos de más y menos; utilizar un palo para alcanzar algo que estaba lejos, etc. Los niños del experimento tenían dos años y medio, una edad en la que se sabe que realizan ese tipo de test con más o menos la misma habilidad que los chimpancés.

En las pruebas en las que los científicos escondían un juguete detrás de una caja mientras los participantes estaban mirando, todos ellos fueron capaces de averiguar dónde había ido a parar el juguete. Pero cuando se trataba de aprender a solucionar un problema, mirando antes cómo otro lo hacía, o adivinando el pensamiento del investigador, o utilizando una comunicación no verbal para explicar cómo encontrar algo, los niños lo hicieron mejor.

Por ejemplo, en una prueba se tenía que ver cómo alguien abría un tubo de plástico para sacar de dentro un regalo. Los niños lo aprendieron observando y lo abrieron igual que los adultos. Los monos, sin embargo, solían morder el tubo. En otra prueba, el investigador escondía el tubo y los participantes tenían que encontrarlo. La única pista era que el científico se quedaba mirando el lugar donde estaba escondido. Los bebés arrasaron en esta prueba.


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