Los niños son los protagonistas imprescindibles de los castells, las torres humanas que se construyen en Cataluña desde el siglo XVIII. Son ellos los que suben a lo más alto y son ellos los que dan la emoción a esta antigua tradición catalana. El niño o niña que corona el castillo se llama enxaneta, y representa el valor del lema de los castellers: "Força, equilibri, valor i seny" (fuerza, equilibrio, valor y juicio).
Generalmente, el enxaneta asciende por un lado del castell y desciende por el otro. Ha de ser pequeño, pero con las piernas suficientemente largas como para poder trepar por el aixecador (el penúltimo casteller, el más pequeño de todos) y quedar sobre él, a caballo.
Una vez arriba, el niño hace la aleta, que es como se llama al gesto de levantar la mano, y el público se estremece y estalla en aplausos: El castillo está coronado (carregat). Sólo falta volver a bajar sin caerse. Si lo logran, es el éxito completo.
Preparación
Los niños que trepan hasta arriba necesitan el valor. Se les entrena física y psicológicamente para cumplir su función. Han de vencer dificultades y tensiones y culminar un esfuerzo común que ha supuesto meses de preparación y de trabajo en equipo. Sin ellos, no hay espectáculo.
A pesar de lo arriesgado que parece, sólo han ocurrido tres accidentes mortales a lo largo de la historia de los castellers. El último fue en Mataró en el año 2006. Desde entonces, todos los niños llevan siempre casco.
Los castellers se organizan en "collas" o grupos que rivalizan entre sí para ver cuál es capaz de hacer el castillo más alto o más difícil.
Cada dos años, y desde 1980, se organizan concursos de castells en Tarragona en los que las collas pueden demostrar su destreza y habilidad. Los Castellers de Vilafranca y la Colla Vella dels Xiquets de Valls figuran entre los mejores.
Los castillos tienen distintos nombres que hacen referencia a cómo se construyen. Por ejemplo, un tres de sis (tres de seis) es un castillo formado por tres personas en cada piso y un total de seis pisos.
Música
Antes, durante y después de la construcción de los castells, un grupo instrumental toca unas melodías que se remontan a los siglos XVIII y XIX, época en la que se consolidó la tradición de los castells. Para ello, se utiliza un instrumento de viento muy popular en el folclore catalán llamado gralla. También se llama "gall de pastor". La persona que la toca es el graller o grallaire. Y se cree que el nombre viene del sonido estridente, parecido al grito de una grajilla. Puede acompañar a las "gralles" un instrumento de percusión.
El ritmo de la música indica a los castellers que forman la piña, abajo, cómo se está realizando el castell. Cuando el enxaneta corona el castillo, suena una nota aguda, vibrante y alegre que anuncia que el castillo se ha coronado. Después, le sigue una melodía que indica la bajada.
El Periódico de Cataluña ha publicado un práctico diccionario visual del casteller.