20.06.2008

Opinión

Padres con "problemas"

Paula Sayavera

Los colegios están llenos de niños con "problemas" (de desarrollo, físicos, de acoso escolar, de adaptación, de comportamiento, de retraso o de superdotación). Los "problemas" sirven para que sus padres se den cuenta de lo solos que están, y para que se enteren de cómo funciona un colegio por dentro, porque es en esas ocasiones cuando un centro ha de demostrar que tiene recursos para educar.

Los otros padres, los padres de la mayoría, de la "normalidad", suelen rezar por no darse nunca cuenta de que sus hijos tienen "problemas" también. Todavía no saben que la "normalidad" no existe. «Ya les llevo a un buen colegio, tienen de todo, mucho más de lo que tuve yo a su edad, qué más puedo hacer».

Los padres de la "normalidad" critican el colegio cuando el colegio no les oye, y hablan de los niños con "problemas" cuando sus padres no están presentes, porque piensan que el tema de los niños es tabú.

Creen que puedes hablar de lo nefasto que es un político, pero no de lo malo que es un padre con su hija o de lo poco que hace el colegio para atender la dislexia de esa niña. Creen que pueden criticar a su alcalde, pero no hablar abiertamente del director de su escuela. Hacen pancartas contra los agujeros en las vías del AVE, pero no contra la peligrosa dejadez en la construcción del futuro de sus niños.

Se investiga la vida de un ministro, pero nadie sabe quién es la persona que pasa diariamente ocho horas con su hijo: ¿Qué experiencia tiene? ¿Cuál es su formación? ¿Le gustan los niños? ¿Fomentará el interés de mi hijo por el dibujo? ¿Tendrá en cuenta su timidez? ¿Es una persona religiosa?

Los que pasan casi todo el día con nuestros hijos no han necesitado hacer un mítin para convencernos de que son las personas más indicadas para cuidar de ellos. Muchas veces ni siquiera se conocen sus apellidos. Los padres han mostrado tan poco interés, que es como si no fuese asunto suyo. Y sólo los padres con "problemas" hacen preguntas. Con lo cual, suelen acabar convirtiéndose ellos mismos en "padres problemáticos".

Quizás el caso japonés de los "padres monstruo" nos sirva para darnos cuenta de que estamos justo en el extremo opuesto. Deberíamos implicarnos un poco más en la educación de nuestros hijos, y dejar de pensar que no tenemos "problemas".