En el colegio P.S. 140 del Bronx había malas notas, peleas, ... Lo habían probado todo para mejorar, hasta que el año pasado se les ocurrió separar a niños y niñas.
Paul Cannon es uno de esos directores que ofrecen tutorías después de clase, hacen deporte con alumnos y padres los fines de semana, organizan días de puertas abiertas en los laboratorios de ciencias y de informática,... Cualquier método para mejorar le sirve, y los probó todos. Así consiguió sacar al P.S. 140 de la lista de escuelas con más dificultades del Estado, pero los chavales de quinto grado (10-11 años) se resistían. Parecían estar estancados.
Había oído hablar de una escuela en Carolina del Norte donde había clases de sólo chicas y el año pasado decidió probar la separación por sexos. Era una medida sencilla, que no suponía un gasto extra, así que lo hicieron así, sin preparación previa, ni monitores, ni ayuda de ningún tipo. Algunos padres se quejaron al principio, aunque les quedaba el consuelo de que no se los iban a llevar a edificios separados, sino a aulas distintas a lo largo del mismo pasillo. El resultado fue positivo, tanto que este año otras clases han seguido su ejemplo.
«Antes de esto, todo iba de mostrar a las chicas quién era el más fuerte, de pelear, de ser guay», dijo Samell Little, madre de un niño del colegio, a The New York Times. «Pero ya no he vuelto a oír a los profesores hablar de problemas de comportamiento, y cuando mi hijo habla del colegio, está hablando del trabajo que hace».
Según el Sr. Cannon y los profesores, desde que han tomado esta medida ha habido menos peleas y menos problemas de disciplina, y hay más participación en el aula y en las actividades de después de clase.
Uno de los profesores, el Sr. Napolitano, se muestra confiado. Dice que sus alumnos, todos chicos, son como una especie de hijos y que ahora les estimula con cómics o con juegos de ajedrez, o de maneras que no funcionarían con las chicas. «Hay un aspecto de unión masculina, una cercanía, que no podríamos tener de otra forma», dijo. «Siento como si ahora pudiese enseñarles mejor lo que es bueno y lo que es malo». Se ha creado una especie de hermandad entre los chicos, y también entre las chicas.
El sistema tiene también críticas. Kim Gandy, presidenta de la National Organization for Women, dice que las clases separadas por sexos refuerzan los estereotipos de género. Según Gandy, un chaval que nunca ha sido superado por una niña en los exámenes de álgebra podría tener problemas cuando llegue a adulto y le toque una supervisora.
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