Nº 34
Y se hizo realidad
A Mo y a su hija Megan, de 12 años, les encanta leer. Pero cuando Mo lee en voz alta, la historia cobra vida. Y no sólo eso: alguien de la vida real pasa a formar parte del papel.
La vida de Beatrix Potter
Érase una vez una mujer adelantada a su tiempo, una escritora e ilustradora infantil en la machista Inglaterra victoriana.
El auténtico Howard Spitz
Un escritor de novelas de misterio, mediocre y en crisis creativa, decide cambiar de estilo y escribir libros infantiles porque piensa que es fácil.
El zapato no era de cristal
El zapato de La Cenicienta no era de cristal en el cuento original, según John Lloyd y John Mitchinson, autores de El pequeño gran libro de la ignorancia.
Lloyd y Mitchinson dicen que fue un fallo de Charles Perrault, que entendió mal la palabra vair (pelo de ardilla) en la narración oral y la confundió con verre (cristal). El sonido es similar. Este asunto no está claro. Es difícil demostrarlo. Algunos dicen que el error de traducción ya lo cometió quien le contó el cuento a Perrault, y no él. Otros, que lo del cristal fue intencionado. En cualquier caso, La Cenicienta del cuento medieval francés es sólo una versión más de las 350 que circulaban por el mundo antes de que Perrault la escribiera. El zapato es de hilo de oro con suela de oro macizo en una versión china del siglo IX, y de juncos en una escocesa.
Pero la moraleja de todo esto no es si hubo error en la traducción o en la interpretación, sino que la historia de La Cenicienta es tan impactante, tan poderosa, que da igual de qué estén hechos los zapatos. Aunque sea de un material completamente absurdo e ilógico, como el cristal, el lector no consigue abstraerse del meollo central de la historia y lo lee entusiasmado hasta el final. Y ese es el secreto de un buen relato.
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El premio Nobel de Literatura José Saramago confesó en más de una ocasión su incapacidad para escribir para niños.
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