Mao Tse-tung
«Aprendí a odiar a mi padre»
«Cuando mi padre se convirtió en un campesino medio, empezó a tratar con
el transporte y venta de grano, con lo que hizo algo de dinero. Al
llegar a campesino "rico", dedicó la mayor parte del tiempo a ese
negocio.
Contrató un empleado a tiempo completo, y puso a sus hijos a
trabajar en la granja, igual que a su mujer. Empecé a hacer tareas de
granja cuando tenía seis años.
[...]
Empecé a estudiar en una escuela primaria local cuando tenía ocho años,
y permanecí hasta los trece. Por la mañana temprano y por la noche
trabajaba en la granja.
[...]
Mi profesor era duro y severo, y pegaba con frecuencia a los
estudiantes. Por ese motivo escapé del colegio cuando tenía diez años.
Temía volver a casa por si me daban una paliza.
[...]
Cuando volví con mi familia, para mi sorpresa, la situación mejoró un
poco. Mi padre era algo más considerado y el profesor más inclinado a
la moderación. El resultado de mi acto de protesta me impresionó mucho.
Fue una "huelga" con éxito.
Mi padre quería que llevara las cuentas de la familia tan pronto como
hubiera aprendido unas cuantas letras. Quería que aprendiera a utilizar
el ábaco.
Como insistió, empecé a trabajar con las cuentas de noche. Era un
supervisor riguroso. Odiaba verme sin hacer nada, y si no había cuentas
que llevar me ponía a trabajar en labores de la granja. Era irascible y
nos pegaba con frecuencia a mí y a mis hermanos. No nos pagaba ningún
dinero, y nos daba la comida más frugal. El día quince de cada mes
hacía una concesión a sus trabajadores y les daba huevos con el arroz,
pero nunca carne. A mí no me daba ni huevos ni carne.
Mi madre era una mujer amable, generosa y comprensiva, y siempre
dispuesta a compartir lo que tenía. Le daban pena los pobres y les
ofrecía a menudo arroz cuando venían a pedir en época de hambre. Pero
no podía hacerlo si mi padre estaba presente. No aprobaba la caridad.
Tuvimos muchas discusiones en casa sobre ese tema.
Había dos "partidos" en la familia. Uno era mi padre, el Poder
Dominante. La Oposición estaba formada por mí mismo, mi madre, mi
hermano y algunas veces hasta el empleado. En el "frente unido" de la
Oposición, sin embargo, había una diferencia de opinión. Mi madre
defendía una política de ataque indirecto. Criticaba cualquier
manifestación de emoción y cualquier intento de rebelión abierta contra
el Poder Dominante. Decía que no era el estilo chino.
[...]
Recuerdo en especial un incidente. Cuando tenía trece años, mi padre
trajo a muchos invitados a su casa y, con ellos presentes, se produjo
una disputa entre nosotros dos. Mi padre me acusó delante del grupo,
llamándome vago e inútil. Me puse furioso. Le maldije y me fui de la
casa. [...] Así terminó la guerra, y de ella aprendí que cuando
defendía mis derechos en una rebelión abierta, mi padre cedía, pero
cuando permanecía dócil y sumiso, el me insultaba y me pegaba más.
Reflexionando sobre ellos, creo que al final la severidad de mi padre
le venció. Aprendí a odiarle, y creamos un auténtico frente unido
contra él. Al mismo tiempo, también me benefició. Me hizo muy diligente
en mi trabajo; hacía que llevara las cuentas con cuidado, para que no
tuviera motivo para criticarme.
Extracto de la autobiografía de Mao Tse-tung
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