13.02.2006

Opinión

El colegio como prisión

Johan Eimeric

Según la Constitución Española, artículo 25, "Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social [...]". Teniendo en cuenta que el objetivo principal del colegio es la educación y la inserción social, podría considerarse como una primera cárcel.


Eso coincide perfectamente con la percepción habitual que se tiene de cualquier niño como un delincuente en potencia, quizá efecto de su reducida o nula responsabilidad legal. La única forma oficial de conseguir la redención es pasar unos diez años de escolaridad obligatoria.

Ese período se transforma, de época de formación, en un puro entrenamiento sobre patrones de funcionamiento social: demostración de habilidades arbitrarias y sumisión al poder establecido. Por consiguiente, no puede sorprender que las autoridades siempre tengan un gran interés por controlar de cerca los centros de enseñanza.

En España, hay tres tipos de colegio: públicos, concertados y privados. Los públicos son totalmente gratuitos, pero no tienen suficientes plazas. Para suplir esta falta de oferta, se cuenta con que un número de padres elegirá pagar un colegio siempre que el precio sea razonable. Así aparecen los colegios "concertados", que reciben una asignación pública a cambio de cumplir ciertas condiciones. Los colegios privados no tienen ninguna ayuda, por lo que sus costes los convierten en minoritarios.

De esta manera, las escuelas minoritarias se convierten en los únicos abanderados del "cheque escolar": la posibilidad de que los padres elijan en qué colegio gastan la asignación presupuestaria que corresponde a la escolaridad obligatoria y gratuita de sus hijos.

Por tanto, la mayor parte de la población infantil acaba recluida en estructuras directamente controladas por gobiernos, que les imponen sus temas favoritos, incluyendo idiomas, costumbres y religiones locales. Como era previsible, brillan por su ausencia el pensamiento crítico y las nociones básicas sobre legislación y economía actuales. Las artes quedan relegadas a mero entretenimiento, mientras que cualquier conocimiento evaluable con precisión recibe el sello de "igualitario".

Y ese es precisamente el resultado: generación tras generación van saliendo de los colegios con una batería de conocimientos tan fácilmente evaluables como inútiles: más historia antigua que historia reciente, mucha más física y química que seguridad y nutrición. En algunos países, esos defectos se corrigen con una universidad libre; en otros, se sufre una nueva condena.