13.03.2006
Paleobiología
Los artistas rupestres eran adolescentes
El renombrado paleobiólogo R. Dale Gurthrie, catedrático emérito del Instituto de Biología Ártica de la Universidad de Alaska Fairbanks, publicó el mes pasado un
controvertido libro en el que sugiere que la mayoría de los artistas
del Pleistoceno (entre 10.000 y 40.000 años atrás) eran muy parecidos a
los artistas actuales del graffiti: varones y adolescentes.
«Contrariamente a lo que siempre se ha creído, muchas obras del Paleolítico no parecen llevar ninguna huella evidente de ritos o magia, sino que expresan temas más informales y terrenales», escribe Dale Gurthrie en su polémico libro "The nature of paleolithic art". Según este investigador, la mayoría de pinturas fueron realizadas rápidamente, de forma indisciplinada, están sin acabar, y no suelen mostrarse en los libros de arte prehistórico.
Gurthrie utilizó modernas técnicas forenses para analizar las huellas fósiles de los artistas y examinó miles de imágenes rupestres. Los artistas masticaban un poco de ocre rojo, ponían la mano sobre la
pared y escupían sobre ella «tal y como un niño hace cuando toma un
lápiz y dibuja una línea alrededor de su mano».
Eran sobre todo los varones adolescentes los «que dejaban sus huellas en sus interpretaciones de toros heridos y vulvas hinchadas». Muchos de los animales salvajes en las cavernas tienen lanzas clavadas
y sangre saliendo de su boca y otras cosas con las que un cazador está
familiarizado, según este especialista. «Pintaban lo que estaba en sus mentes», dice. Además de escenas de caza, también hay mucho erotismo, como ocurre en el
graffiti. «No son simples mujeres,
retratadas en las pinturas están las Pamelas
Anderson del pasado, adornadas con grandísimos senos y caderas. Las
paredes también están decoradas con dibujos gráficos de genitales», añade.
Las mujeres representan menos de un 20% de las artistas de esa
época, pero se cree que ellas eran creativas en otras cosas. «Antes de la Era del
Barro, las mujeres de todas las sociedades trabajaban en cosas que no
se preservaban muy bien, como las pieles y el tejido», explica Gurthrie.
La principal conclusión reflejada en el libro es que el arte del Paleolítico que ha permanecido hasta nuestros días, a diferencia del "arte tribal", es una expresión gráfica que podemos comprender y que debería resultarnos familiar. Las pinturas de estos jovencitos no era representaciones mitológicas en un lenguaje obstuso y simbólico sino algo muy profundo y querido. «Podemos ver que los creadores de estas imágenes eran adictos observadores de animales», escribe Gurthrie en el libro. «A lo largo de un periodo de 30.000 años y a pesar de las muchas culturas que probablemente existieron en la Eurasia occidental durante el final del Paleolítico, su arte muestra una impresionante unidad y es distinguible de el arte tribal del post-Pleistoceno».
El libro contiene más de 3.000 imágenes y una advertencia al principio: «La historia que tengo que contar no es sencilla, y espero que tengáis paciencia conmigo, porque mis líneas de la evidencia, como personajes en una novela rusa, se tejen entre sí: la evolución se enreda con la historia natural de la caza, el amor, la crianza, el erotismo, el graffiti, la creatividad, la juventud, las diferencias sexuales, la ciencia, el mito y el misterio. Nos iremos encontrando con todas estas influencias a medida que la historia se desarrolle».