Exposición Handel y los 'castrati'
Castrados por amor al arte
Durante 200 años, se realizaron más de 4.000 castraciones anuales en
Italia a niños de entre 7 y 9 años. El objetivo era preservar el tono
alto y claro de la voz infantil mientras se adquiría la fuerza vocal de
un hombre y la técnica de un cantante adulto. Se les llamaba castrati, o, de forma más educada, musici o evirati.
Muy pocos lograron la fama y fortuna que perseguían sus padres con la
operación y ninguno igualó al gran Farinelli (en la imagen). Ocurrió en los siglos XVII y XVIII. Kindsein
hace un extenso análisis de estos grandes olvidados de la Historia de
la Música, con motivo de la exposición "Handel y los castrati" que se
inaugurará esta semana en Londres.
El final de los castrati: ¿fue realmente una barbarie?
Durante el periodo napoleónico, entre guerras y agitaciones sociales, se cerraron la mayoría de las escuelas donde enseñaban a los castrati. En el siglo XIX, ya se permitía que las mujeres cantaran en las óperas y la demanda de musici comenzó a decaer. En la época en la que Velluti se retiró de la ópera, el fenómeno de los castrati
se veía en Europa como un acto barbárico y el único lugar en el que se
podían escuchar era en las iglesias. Y, desde 1870, sólo en la Capilla
Sixtina.
En 1902, el Papa León XIII prohibió que entraran más a su coro. Y Moreschi, el último de ellos, se retiró en 1913.
Hoy, muchos creen que los castrati son «el ejemplo extremo de poner al arte por delante del sentido común», como dice David W. Barber en su libro When the fat lady sings: Opera History As It Ought To Be Taught («Cuando la gorda canta: la historia de la ópera tal y como debería enseñarse». Sin embargo, Patrick Barbier, se pregunta «cómo podemos adoptar una actitud frente a la castración cuando ningún gran castrato nos ha contado sus más íntimos sentimientos».
Se cuenta que Carestini y Salimbeni se echaban a reír cada vez que la gente mostraba pena por ellos.
Graham Harris es un hombre al que entrenaron de niño para cantar en un coro. Leith Harris habló con él sobre este asunto. Le contó que poseía una gran voz antes de la pubertad, y que fue la única sensación de identidad que tuvo. A los catorce años, experimentó el cambio de voz y durante un tiempo después, seguía oyéndola, fina, de niño.
La oía dentro de su cabeza, aunque no encajaba con la voz que salía de su boca. «Todavía la echo de menos», dijo. «Si me hubiesen dado la opción entonces —de perder la voz para siempre o conservarla para siempre—, si hubiese tenido esa opción... no sé lo que hubiese hecho, pero lo habría considerado seriamente».
Ernesto Tomasini, en la foto, un contratenor moderno (y también transexual, y performer de culto en el cabaret italiano) lamenta que no le castraran de niño. «Habría sido perfectamente feliz renunciando a mi masculinidad por mi arte», dijo en una entrevista.
Hace unos años, Tomasini llevó por Europa su espectáculo “Verdadero o Falsetto? Una historia secreta de los Castrati" (True or Falsetto? A Secret History of the Castrati).
Lucy Powell, autora de la obra representada por Tomasini, opina que el mayor drama de los castrati era que los niños no eligieron su castración. Excepto en unos cuantos casos, como el de Cafarelli, eran los padres los que decidían. Porque tampoco era algo que pudiese posponerse mucho tiempo.
Los cantantes actuales más parecidos a los castrati y los "castrados naturales"
En la actualidad, las óperas escritas para los castrati son
representadas por contratenores, sopranistas, falsetistas o
mezzosopranos. El contratenor es una voz masculina con timbre femenino
que se utiliza en la música antigua y barroca. Actualmente, hay un auge
de los contratenores. La reaparición se debe a Alfred Deller durante la
década de los 40. Otros contratenores posteriores son: James Bowman,
Paul Esswood, Drew Minter, Michael Chance, ...
Además, hay algunos "castrados naturales", hombres que nacieron
con alguna enfermedad hormonal que reproduce el efecto de la
castración. Entre ellos, están Radu Marian y Jorge Cano(en la foto).
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