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La película Les choristes (Los niños del coro), de Christophe Barratier, es la historia de un modesto profesor que ilumina las vidas de un grupo de niños internos en Fond de L’Etang
(El fondo del estanque), una mezcla entre orfelinato y reformatorio.
Transcurre en 1949. El entrañable profesor Clement Mathieu
(interpretado por Gérard Jugnot) tiene un modo de pensar y hacer que
choca desde el principio con las formas autoritarias y represivas del
director, Rachin. Mathieu demuestra que con la música y la comprensión
se consiguen mejores resultados que con el método de
“acción-reacción” tan repetido a lo largo del film.

La película empieza
con una escena en la que el famoso director de orquesta Pierre
Morhange recibe una llamada en su lujoso apartamento de Manhattan que
le hace volver a Francia. Su madre se muere. Después del entierro, una
noche de intensa lluvia, aparece en su casa un hombre con un paquete:
“Soy Pépinot, ¿me recuerdas? “. Pierre no le reconoce. “¡Mis padres
vendrán a buscarme el sábado!”, dice Pépinot con una sonrisa. Pierre
viaja de golpe a su más tierna infancia. Pépinot era un niño huérfano,
el más pequeño del internado, que cada sábado esperaba a sus padres al
pie de la verja el colegio, convencido de que vendrían a buscarle.
“¿Cuántos años han pasado?”, pregunta Pierre. “Cincuenta”.

Pépinot le
traía ahora un precioso regalo: un diario escrito por Clement Mathieu
durante sus días en Fond de L’Etang. Mathieu fue el profesor que descubrió el talento musical de Pierre, aunque ahora éste ni
recordaba su nombre.
El contenido de ese diario es la película, basada en la infancia, en la
música y en los profesores que dejan huella.

En Francia han ido a ver
esta película más de 10 millones de personas. Ha tenido más éxito que Harry Potter o el Señor de los Anillos. El canto coral se ha puesto de moda, y los pequeños
actores, desconocidos antes de este trabajo, se han convertido en
grandes estrellas.

Cristophe Barratier no es sólo el director, sino
también el guionista y el compositor (junto con Bruno Coulais).
Barratier se basó en sus propios recuerdos al escribir la historia. En
una entrevista de Terrance Gelenter dijo:«Mis padres se divorciaron cuando yo era
pequeño y estaban muy ocupados con sus trabajos, así que me crió mi
abuela. Yo era muy tímido, muy solitario y, aunque no era difícil, sí
era perezoso y depresivo. Un día mi abuela me dijo: “¿Por qué no tomas
clases de música? Puede que sea bueno para ti”. Yo tenía entonces sólo
siete años.

Me apunté a una escuela de música para niños pequeños y el
primer curso que tomé fue de guitarra. El profesor no era un gran
músico, pero, igual que Clement Mathieu, era un gran profesor. De igual
forma, cantaba muy bien y me enseñó todo: cómo tocar la guitarra, cómo
cantar, cómo leer y escribir música. Cuando cumplí diez años le dijo a
mi abuela: “He hecho todo lo que he podido por él, pero ahora tiene que
ir a Paris a estudiar”. La música fue mi refugio y mi salvavidas. (…)
Como era muy pequeño, he olvidado cómo se llamaba aquel profesor, tal y
como le sucede a Pierre Morhange al principio de la película.»

La
película es inseparable de su banda sonora. Son temas corales
sencillos. En total, 21 canciones que no exceden del minuto y medio.
Bruno Coulais recibió el mes pasado en Barcelona el premio de la Academia de Cine Europea al mejor compositor.