Entrevista publicada hoy en Periodista Digital.
Este
miércoles entró en vigor el código de autorregulación para controlar la
programación en las franjas horarias infantiles. Las cadenas de
televisión por un lado, y el Defensor del Menor, las
asociaciones de usuarios y los padres, por otro, no se ponen de
acuerdo. Las primeras aseguran que ya han cumplido con el código
ajustando sus programación entre las cinco y las ocho de la tarde; los
segundos argumentan que los cambios producidos hasta ahora no son
suficientes y que aún queda mucho por hacer. Esta es la opinión de Petra María Pérez Alonso-Geta, catedrática de Antropología de la Educación en la Universidad de Valencia. Su tesis es que la televisión está contribuyendo a un fenómeno sociológico muy perjudicial: la reducción de la infancia.
¿En estos momentos se incumple el código de autorregulación?
Sí.
En cualquier cadena pueden verse programas de realismo social, los
llamados reality shows, donde aparecen personas que dan salida a sus
sentimientos y emociones más fuertes en el mismo plató. Los niños ven
todo esto, pero no se les enseña a canalizar esos sentimientos. En las
teleseries, que están muy de moda y son vistas por los más pequeños,
tampoco se ofrecen modelos adecuados para la mentalidad infantil. Estos
programas tienen efectos cognitivos, emotivos y comportamentales que
condicionan las conductas de los niños porque estos se identifican con
los personajes y cogen información para comportarse como ellos en
determinadas situaciones.
¿Por qué hay en la televisión pocos programas adecuados para niños?
Sin
duda los programas para niños en estos momentos son poco rentables
porque al público infantil lo fidelizan en los programas de adultos.
Algunas cadenas, como La 1 con Los Lunis, han hecho esfuerzos. Pero es
difícil programar para un segmento de la población que cada vez más
demanda programas de adultos. En cualquier caso hay muy pocos programas
adecuados para los niños.
En tu estudio también hablas de programas en apariencia infantiles pero que no lo son…
Sí.
Por ejemplo Los Simpson constituyen una crítica muy mordaz a la
sociedad norteamericana, donde se reflejan unos modelos de padres que
no son apropiados para los niños. Ellos no captan los dobles sentidos y
se quedan solamente con esa figura de padre que en muchos casos es un
contravalor para ellos.
Dentro de toda la parrilla, ¿qué programas son especialmente nocivos para los más pequeños?
Los
reality shows son especialmente dañinos porque recrean cómo siente la
gente en imágenes en directo. Esto es especialmente atractivo para los
niños, que quieren apropiarse de los modelos de adultos.
Las
pautas de comportamiento a la hora de ver la tele también son un
problema. Hay niños que tienen acceso a cualquier programa…
Efectivamente.
El 39%, es decir, más de 1 de cada 3 niños tiene en su propio
dormitorio la televisión. Así ven la tele sin ningún tipo de mediación
de los padres. Algunos niños me han dicho que cuando están en su
dormitorio ven series como South Park, que es transgresiva, mordaz,
sexista… En un capítulo que analizamos el grupo de niños protagonista
pisaba a un mendigo en la calle, y eso lo ve el público infantil porque
South Park está entre los 10 programas más vistos por ellos. Por eso es
muy difícil que estemos satisfechos con los contenidos de la tele
basándonos solo en los horarios; los niños se acuestan tardísimo y
además en muchos casos tienen acceso a todos los programas.
Entonces, a la hora de repartir responsabilidades, también a los padres les toca una parte…
Mucha. Sobre todo en el hecho de que los niños vean la televisión hasta muy tarde.
¿Qué consecuencias tiene todo esto?
Hay
unas consecuencias muy graves en la socialización de los niños. El
botellón a edades tempranas, la afición a los móviles, ver programas de
adultos, ir a discotecas antes de tiempo, ponerse ropa que no
corresponde a su edad, las niñas que se pintan a los 11 años. Todo son
manifestaciones de una misma realidad. Estamos asistiendo a algo muy
problemático: la reducción de la infancia.
¿Y qué papel tiene la televisión en esa reducción de la infancia?
Su
influencia es fundamental porque en los programas se reflejan
constantemente modelos adultos que no están pensados para explicar a
los niños lo que cabe esperar de la conducta adulta cuando lleguen a
mayores, sino para dar fuerza a un guión. Los niños que salen en las
teleseries actúan como si ya fueran adultos. Las marcas de moda
infantil diseñan ropa que les hace parecer modelos en miniatura. En
general, estamos asistiendo a un retroceso tremendo porque a partir de
los años 20 y hasta 1989, cuando se puso en marcha la Convención de los
Derechos del Niño, la infancia tenía relevancia en sí misma (la ropa
era de niños, la decoración de sus dormitorios también, sus
juguetes…). Pero ahora se está produciendo algo sociológicamente muy
perjudicial para la propia infancia, que es su reducción.
¿Cómo puede la televisión contrarrestar esto?
Especialmente
las televisiones públicas tienen que pensar que, aunque es muy fácil
fidelizar a niños con programas de adultos, el derecho a la protección
de la infancia no está asegurado. Por eso los poderes públicos tienen
mucha obligación de arbitrar las medidas y transmitir a los padres que
determinados programas son muy perjudiciales para sus hijos.
¿Sería necesaria más autorregulación para las cadenas privadas?
Sí.
Pero también hay que hacer que la sociedad se dé cuenta de lo
perjudicial que es esto para los niños. Igual que se conciencia con
temas como el tabaquismo o la violencia de género, hay que transmitir
que el derecho a la protección de los niños no está ni mucho menos
asegurado en estos momentos. Tenemos una infancia no protegida.
¿Cuánto tiempo al día ven los niños españoles la tele?
La inmensa mayoría de los que tienen entre 7 y 14 años, más de tres horas diarias. Algunos incluso llegan a las cinco horas.
¿Cómo influye este hábito en sus conductas?
Los más
adictos a la televisión presentan conductas más asociales y agresivas y
se sienten más infelices. No tienen empatía y pueden llegar a pensar
que la agresión es una forma de solucionar problemas o conflictos.
¿Cuáles son los peores valores que transmite nuestra tele a los niños?
La
presentación de la acción violenta como algo eficaz para resolver
situaciones o para conseguir objetivos. Eso es muy dañino. También los
modelos sexistas, que aparecen con mucha fuerza especialmente en los
anuncios. Además los niños que más ven la tele, menos captan el sentido
de venta que tiene la publicidad y por tanto se la creen más.
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Petra María Pérez Alonso-Geta es Catedrática de Antropología de la Educación en la Universidad de Valencia.
familiar, Valores y pautas de interacción en la adolescencia y El
efecto socializador de la televisión en niños y niñas de la Comunidad
Valenciana son algunos de sus libros publicados.
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