El otro día, ocurrió un accidente en clase. Un niño de tres años con un
bolígrafo en la mano casi le sacó un ojo a otro. Ahora éste lleva una
herida a sólo un par de centímetros de sus pestañas. Podría haber
tenido menos suerte. Oí como Emma, la maestra, daba explicaciones a la madre
de la víctima: «No sé cómo ha podido ocurrir. Ha sido en un momento. De
repente me dí la vuelta y estaba llorando».

Al llegar a casa, Ana empezó a contar espontáneamente que un niño le había pegado a
otro con un boli y que le salía sangre del ojo y que la profesora se
había ido. «Se fue a hacer fotocopias, porque nosotros no tenemos miedo
de quedarnos solos», dijo.

Me entró pánico:

—¿Cómo? ¿Os quedáis solos en clase alguna vez?
—Sí.
—¿Mucho rato?
—No, poco.
—¿Y qué os dice ella cuando se va?
—Que no salgamos de la clase.

Hoy he ido a hablar con la profesora. Me ha dicho que es cierto que a veces se
va a hacer fotocopias o al lavabo, que es inevitable que se queden
solos porque no tiene ayuda. «Pero esto es lo que te vas a encontrar en todos los colegios públicos», sentenció.

En la primera reunión del curso nos hablaron de la figura de la
“profesora de apoyo”, que estaría para cubrir esos huecos, ayudar a la
maestra y ayudar a los niños que llevasen un ritmo distinto al del
resto de la clase. Pues bien, al parecer, nunca está a mano cuando se necesita.

La maestra empezó diciéndome que el colegio era perfectamente normal, pero después de unos minutos acabó reconociendo que tenía
carencias importantes (fuera de la Ley, vamos).

Lo más
evidente es que los lavabos de Infantil no están dentro del aula,
sino dos pasillos más allá. «Es cierto, eso está en un decreto … del
91. Yo lo tuve que estudiar», dijo.
Pero, por si fuera poco,
los mandan solos, de dos en dos, cuando quieren hacer sus cosas.

«El colegio no tiene medios», confesó la maestra, ya más animada a decir
lo que pensaba. «Y es cierto que esas reuniones con los padres no sirven para nada, pero
nos obligan desde la Dirección a hacerlas cada trimestre».

El colofón final fue lo mejor: «Y
yo estoy deseando que llegue el final del curso para irme de aquí». ¿Será que también hay mobbing en la escuela?