Los padres tenÃan toda la razón, pero si me parece un poco exagerada la reacción. Aunque me imagino que reacionarian por acumulación de cosas parecidas y claro al final uno estalla.
Una curiosidad, Atila: ¿Sabes cómo se enteraron los padres del niño de 14 años de que tenÃa más dinero del que le correspondÃa? ¿Es habitual registrar los bolsillos a la gente de 14 años?
No es incompatible mantener una relación lo más dialogante posible con tus hijos y al mismo tiempo saber que a tà no te van a contar los mismo que a sus amigos. Me da la sensación que es cierta esa reacción en contra de los adolescentes con los padres, pero por eso tendremos que minimizar el clima de confrontación. Bueno, todavÃa nos quedan unos cuantos años para llegar.
Me parece interesante todo el debate que se ha levantado tras tu primer comentario sobre el niño de 14 años. En realidad, mi desconocimiento sobre el mundo de la adolescencia es total, y es muy fácil opinar de algo cuando no te está ocurriendo a ti.
Yo empiezo a comprobar lo que es tener una hija con carácter y fuerte personalidad, aunque sólo tiene 3 años. Es capaz de asociar todas las “influencias culturales” que ha tenido hasta ahora, y muchas veces te deja K.O con sus conclusiones. De manera que la adolescencia promete ser muy entretenida.
Y, hasta que llegue, no está de más enterarse de cómo son los humanos en esa fase de su desarrollo cerebral (habia un especial del New Scientist muy entretenido sobre ese tema… a ver si lo encuentro).
Atila, no me habÃa dado cuenta de que ya habÃas explicado lo del dinero. Perdón. Últimamente, me he dado cuenta de que me pongo automáticamente de parte del niño.
Por cierto, eso de los favoritismos del psicólogo-profe sà que suena sospechoso…
Stephen King cuenta en su entretenida autobiografÃa “Mientras escribo” cómo su madre estimuló su afición a la literatura desde muy pequeñito comprándole las historias que escribÃa.
Me parece una genial idea.
El diálogo y el conocimiento del punto de vista de los demás es la base fundamental de la sociedad, incluso se dijo, ya en la antigua Grecia, que era el modo de alcanzar o de aproximarse a la verdad. Por tanto: ¡ESTO SIRVE!
Va a ser cierto que el mundo se mueve por dinero.
En el fondo, el apendizaje tiene las mismas bases en los humanos que en el resto de los animales. Los ratones de Skinner aprendÃan a manipular palanquitas a cambio de comida (premio). Otra recompensa es la supresión de dolor si haces algo bien: el, a Dios gracias, olvidado -al menos por estos lares- “la letra con sangre entra” con que algunos de nosotros aprendimos a leer, a escribir y a echar cuentas.
Voy a contar una historia real ocurrida en un Instituto público de Barcelona: 3º de ESO.
Los protagonistas: Un chico de 14 años y el psicólogo del Instituto, un chico de entre 25 y 30 años. Un “profe muy enrollao”, según los más de los alumnos.
El chico, de 14 años -al que conozco muy bien y sé de muy buena pasta y sentimientos- querÃa comprarle a un compañero de clase un teléfono móvil que le parecÃa una maravilla. En casa se le niega y se le dice que si tanto necesita tener ese teléfono, que ahorre, que, para eso, se le da una paga semanal, para que aprenda a administrársela y, si después de ahorrar, sigue pensando que vale la pena gastarse ese dinero y ese esfuerzo en algo que quieres, que lo compre.
Para el chico, como es natural, no hay espera e intenta acelerar el proceso de ahorro: decide por su cuenta anunciar entre sus compañeros de clase que vende unos “walkman” que tenÃa desde hacÃa un par de años y que ya no utilizaba. Pero, al parecer, unos “walkman” es un artÃculo pasado de moda entre la gente de su edad y entonces es cuando aparece el profesor psicólogo del Instituto. Se entera del problema y decide comprarle él los “walkman”. Sus padres se enteran de lo ocurrido cuando le preguntan por el origen del dinero que él mismo enseña como un éxito comercial. Sorprendidos llaman al profesor y le piden explicaciones. El psicólogo dice que asà le hace un favor, que el chico estaba angustiado porque necesitaba el dinero y él se lo ha facilitado a cambio de algo, que no es dárselo, que es una transacción comercial. ¡Que ya lo ha hecho con otros alumnos! Cuando la madre le dice al profesor PSICÓLOGO que cómo puede saber de dónde han salido los “walkman” y en qué va a utilizar el chico el dinero sin el conocimiento de los padres. ¿Cómo puede saber usted que los chicos no van a robar si saben que su “enrrollado profe psicólogo” les compra?¿Cómo sabe usted que los chicos no compran bebidas alcoholicas o cosas peores con el dinero que usted les da en sus “transacciones comerciales”?Y el profesor PSICÓLOGO del Instituto le dice que él conoce muy bien al chico (dos horas de clase a la semana en un curso no finalizado) y que si ustedes (los padres) piensan mal del chico es que algo no funciona. La madre, anonadada, le pregunta que si quiere que un juez opine sobre su “enrollada” teorÃa de la transacción comercial para hacer un favor a sus alumnos. El psicólogo se pone nervioso y dice que, si quiere, que le devuelve los “walkman” y que el chico le devuelva el dinero y que aquà no ha pasado nada, que ya ve que “han malinterpretado ustedes mis intenciones”. Y la madre terminó la conversación advirtiéndole que fuese la última vez que le daba dinero a su hijo y que “le voy a dar a usted la oportunidad de reflexionar sobre lo que ha hecho; pero la próxima vez le llevo usted a los tribunales”.
¿No está algo podrida la enseñanza el este paÃs donde un profesor psicólogo hace algo asà en un Instituto público?¿Cómo se gana una plaza de psicólogo de Instituto? o ¿realmente son los padres de este chico los exagerados?
Los padres tenÃan toda la razón, pero si me parece un poco exagerada la reacción. Aunque me imagino que reacionarian por acumulación de cosas parecidas y claro al final uno estalla.
Suena a que el psicólogo se ha pasado de “enrollado” y ha metido la pata. Pero también me suena a que los padres del niño son demasiado estrictos y el niño tenÃa más confianza con el colega-psicólogo que con ellos, lo cual me parece triste.
Quizás los padres deberÃan haberle comprado los “walkman” o haber inventado alguna transacción económica divertida e instructiva. Después de todo, llegamos a la edad adulta con muy poca destreza en eso de la economÃa familiar, y no está de más hacer prácticas creativas en torno al dinero. NO sólo ahorrando se consiguen las cosas. Hay formas más creativas.
No sé lo que es tener hijos adolescentes. Me han dicho que puede ser una pesadilla. Pero me gustarÃa que, cuando llegue la hora, tuviese confianza en mi y no que me vea como un sargento con una lista de deberes y obligaciones en la mano.
Un simple NO tajante y se acabó no creo que sea la mejor forma de zanjar un tema, sobre todo para los espÃritus rebeldes que no se conforman con una orden.
En la adolescencia, todo lo que huela a padres parece “contaminado” de ñoñerÃa, de exagerada sobreprotección, de falta de sintonÃa, de piscina para pequeños… Los chicos, a esa edad, hacen más caso a los amigos que a los padres. Lo que dicen los “colegas” un poco más desenvueltos o unos meses mayores, va a misa. Les expliques lo que les expliques. El adolescente tolera pocas enseñanzas de sus padres y ningún consejo. Y, probablemente, desde su pellejo, hacen bien, de otra manera, no madurarÃan. DecÃa Oscar Wilde que ” los padres casi nunca tienen razón y los abuelos siempre se equivocan” y,seguramentetiene razón. Por otra parte, pretender ser “AMIGO” de tus hijos es uno de los errores más frecuentes y con peores consecuencias de entre todos los que pueden cometerse. Nunca puedes olvidar que tu papel es el de padre y que es TOTALMENTE INCOMPATIBLE con el papel de amigo. Si el que piensa que puede ser “amigo” de “sus niños” es un psicólogo, yo dirÃa que no tiene las cosas muy claras. Quien se crea que sus hijos le cuentan todo lo que le cuentan a sus amigos de verdad, a los de su edad, es que no ha entendido demasiado la relación padre (madre)- adolescente.
Por otra parte, los chicos, a la edad adolescente tienen el peligro -lamentablemente- de entrar en contacto con el mundo de las drogas. Es una de las etapas más duras para los padres. Prácticamente todos los chicos, -al menos por estos pagos- desde los 13 o 14 años, a veces antes, conocen a alguien que consume drogas. Practicamente a todos les van a ofrecer en alguna ocasión drogas: alcohol, tabaco, porros… ¿Sabéis el miedo que da ver que tu hijo tiene una cantidad de dinero que tú no le has dado y que no sabes de dónde ha salido?
¿Una reacción exagerada? SÃ, quizá. Estoy de acuerdo. Supongo que incluso los pájaros sienten un miedo atroz cuando sus polluelos, que tanto esfuerzo les ha costado sacar adelante, comienzan a hacer ejercicios de vuelo al borde mismo del nido, al borde mismo del abismo. Supongo que el tiempo todo lo cura.
Puede que tengas razón y que sea imposible hablar con un hijo como si fuese un amigo, y que sea el peor de los errores confundir ambas cosas. Pero me resisto a creerte. No creo que, en todos los casos, los adolescentes piensen que los “colegas” son un modelo a seguir.
Yo, por ejemplo, jamás hice más caso a los “colegas” que a mis padres, más que nada porque me parecÃa muy costoso eso de mentir a todas horas. Pero tenÃa amigas que decÃan en casa: «Me voy este fin de semana a casa de mi amiga fulanita», y resulta que se iban a Italia, vete tú a saber con quién y a qué.
Estamos hechos de distinta pasta. No se puede generalizar. Si yo me hubiese embarcado en ese tipo de aventuras, probablemente no estarÃa ahora aquÃ. No soy tan dura. Pero probablemente, habrÃa vivido experiencias que me he perdido por dejar que me controlaran y desconfiaran de todo lo que me rodeaba.
Quizás los padres tienen tanto miedo que se olvidan (nos olvidamos) de que un poco de confianza en los hijos es una inyección de autoestima, algo que tiene un valor incalculable. Esa confianza refuerza muchas cosas, entre ellas el criterio propio, con el que a veces se nace, pero a veces necesita estimulación previa para salir a flote.
Yo creo que en una casa donde se charla mucho, y abiertamente, sin distinción de rangos o escalafones por ser padre o hijo, no deberÃan caber las mentiras para conseguir, por ejemplo, un poco de droga.
Quizás hablar sobre las drogas en casa, sin que suene a tabú, podrÃa dar más resultado que otra postura más rotunda. Y serÃa bueno que todo lo que tengan que aprender sobre la droga lo aprendieran en casa —o en el cine*— y no en la puerta de un club.
*Lo del cine viene por “Tapas”, la peli de Corbacho… Básicamente, trata de adolescentes poniéndose “ciegos” de pastillas que les pasa una abuelita, por otro lado, muy honrada y digna. La vida del barrio de l’Hospitalet transcurre con estas vidas paralelas: los adolescentes con sus pastillas; los ancianos, con su cáncer; y los de en medio, con su soledad o su ambición laboral. Y no es que la recomiende. En absoluto. Retrata un tipo de barrio y de adolescencia muy particular. Y si te aferras a vivir en esos metros cuadrados del planeta Tierra, eso lo que hay y eso es lo que vivirán tus hijos. Si no te gusta, lo mejor es ahuecar el ala. Hay terrenos mejores para la crÃa del humano que según qué podridos barrios de según qué ciudad.
Una curiosidad, Atila: ¿Sabes cómo se enteraron los padres del niño de 14 años de que tenÃa más dinero del que le correspondÃa? ¿Es habitual registrar los bolsillos a la gente de 14 años?
No es incompatible mantener una relación lo más dialogante posible con tus hijos y al mismo tiempo saber que a tà no te van a contar los mismo que a sus amigos. Me da la sensación que es cierta esa reacción en contra de los adolescentes con los padres, pero por eso tendremos que minimizar el clima de confrontación. Bueno, todavÃa nos quedan unos cuantos años para llegar.
El dinero es una gran barrera entre padres e hijos. Los colegas son, entre otras cosas, compañeros de miseria. Los padres son los jefes en ese trabajo “por la pitanza” que es estudiar, y eso es difÃcilmente compatible con la amistad, que es una relación entre iguales.
¿Qué asignación máxima debe tener un adolescente? Como observador en un interrogatorio policial, conocà a un individuo que se gastaba sus mil pesetas semanales en un pico de heroÃna. Su modesta asignación no le habÃa alejado de esa comunión semanal con sus amigos.
El objetivo de los padres es que su hijo madure lo mejor posible, y eso incluye apoyo emocional e intelectual, no sólo económico. Por eso creo que es arriesgado basar la autoridad en el dinero, porque acaban confundiéndose las dos cosas. Quizá esa sea la causa de que no se enseñe economÃa en el colegio….
Los padres debemos suplir esa carencia, haciendo más cercanos los conceptos económicos que van a utilizar toda la vida. Nadie ahorra durante treinta años antes de comprarse una casa.
Estoy de acuerdo con Paula en que los padres deberÃan haber comprado el walkman: hubiesen dado un precio justo sin que su hijo tuviera que experimentar las frustraciones de un mercado limitado.
Respecto a calmar la supuesta “angustia por no tener dinero para un móvil nuevo”, el profepsicólogo deberÃa saber que estaba sentando un mal precedente… a menos que quisiera convertirse en la casa de empeños del colegio.
Efectivamente, Nicolau. El “profesorpsicólogo”, según sé, es una especie de “casa de empeños” para algunos de sus alumnos, pero sólo para algunos. Pero no sabemos la causa de esa “atención económica” selectiva. Pero, al parecer, a su madre le resultó si no sospechosa, sà molesta.
Paula, el cómo se entran los padres de que tiene ese dinero lo pone en el escrito donde se relatan los acontecimientos; pero quiza no lo conté bien. El dinero lo enseñó el chico que, como ya he dicho es de muy buena pasta y suele contarlo todo. Dijo que habÃa hecho un negocio con su profesor y explicó que le habÃa vendido “un aparato viejo que tenÃa en su habitación” y que resultaron ser unos “walkman”. Pero sus padres no sabÃan que los walkman estaban a la venta: los walkman habÃan sido un regalo de sus padres. Y el chico ya tenÃa un teléfono móvil, pero se encalabrinó del otro. ¡Eso ocurre continuamente con los chicos y aún con los mayores; pero,sobre todo, con los adolescentes! Es la razón de base de la economÃa capitalista. Es el empeño central de la impÃa publicidad.
No es buena idea, creo yo, comprarle a los hijos todo lo que te vendan. Tú le comras algo y luego él te lo revende: ¡qué clase de comercio es ese? Además: serÃa un chollo: no dejarÃan nunca de venderte cosas. Si haces eso con un adolescente, estas perdido. Terminarás pidiéndole un préstamo para llegar a fin de mes.
No estoy diciendo en absoluto, Paula, que los adolescentes mientan compulsivamente. Son pequeñas mentiras de vez en cuendo, medias verdades o, lo más frecuente, no contar algunas cosas. Eso, no sólo es normal, sino recomendable. Si un chico adolescente dice siempre la verdad y nada más que la verdad a sus padres o a quien sea. Algo no va bien en su cabecita: algo no irá bien en su vida. ¡Seguro!
Lo de la asignación máxima o mÃnima es un verdadero problema, es cierto. No he encontrado ningún algoritmo matemático que dé una solución adecuada a este problema. Quizá los expertos en la teorÃa del caos hayan encontrado ciertos atractores en los que tomar ideas. Supongo que la resuesta la da el sentido común, el menos común de los sentidos, y el conocimento de quién es tu hijo, con quién va, qué necesita, con qué se divierte, a dónde va… Eso se consigue con mucho diálogo. En eso no hay vuelta de hoja.
Lo de hablar en casa de las drogas, del tabaco, del alcohol, del sexo, del terrorismo y de la polÃtica, incluso, lo doy por descontado. Educar es dar toda la información, todos los elementos de juicio, el conocimiento, las consecuencias… para que los chicos sepan la cara verdadera que se esconde detrás de todas esas máscaras que se van a ir encontrando por la vida y asÃ, poder elegir. Deben de tener muy claro que se puede elegir, que sepan que no es necesario ni obligatorio hacer lo que te han dicho tus padres, pero tampoco tus amigos. Y que entiendan que son LIBRES para elegir; pero que es ESTÚPIDO elegir sin conocer. Esto último es ESENCIAL.
Me parece interesante todo el debate que se ha levantado tras tu primer comentario sobre el niño de 14 años. En realidad, mi desconocimiento sobre el mundo de la adolescencia es total, y es muy fácil opinar de algo cuando no te está ocurriendo a ti.
Yo empiezo a comprobar lo que es tener una hija con carácter y fuerte personalidad, aunque sólo tiene 3 años. Es capaz de asociar todas las “influencias culturales” que ha tenido hasta ahora, y muchas veces te deja K.O con sus conclusiones. De manera que la adolescencia promete ser muy entretenida.
Y, hasta que llegue, no está de más enterarse de cómo son los humanos en esa fase de su desarrollo cerebral (habia un especial del New Scientist muy entretenido sobre ese tema… a ver si lo encuentro).
Atila, no me habÃa dado cuenta de que ya habÃas explicado lo del dinero. Perdón. Últimamente, me he dado cuenta de que me pongo automáticamente de parte del niño.
Por cierto, eso de los favoritismos del psicólogo-profe sà que suena sospechoso…
El “yo le compro, él me revende” no tiene por qué convertirse en un cÃrculo vicioso, precisamente porque hay un lÃmite en el número de regalos.
Si el adolescente depende de sus padres para todas sus compras, la situación es distinta: el precio es menos importante que la opinión de sus progenitores. En ese caso, más vale que considere que sólo puede disfrutar del uso, y no de la propiedad.
Respecto al profesólogo, llama la atención que haya tanto alumno “necesitado”. Quizá esté pagando por debajo del precio justo a cuenta de esa necesidad, y ahora le han fastidiado el negocio. No me extraña que arremeta contra esos padres.
Puede que se rompa el circulo vicioso de la compra-venta de regalos: la necesidad agudiza el ingenio. ¿Qué tal si yo, que soy un adolescente con todos los caprichos propios de un adolescente de hoy, y que dibujo la mar de bien, y se me dan muy bien los trabajitos manuales, me dedico a venderles a mis padres los dibujos y las boellas de cava vacÃas y pintadas con preciosos colores? ¡Me forro como una alcaldÃa!
Pienso que dentro de la familia no debe haber negocios dinerarios, especialmente entre padres e hijos. La generosidad delregalo deberÃa ser la norma. Darles una asignación, mejor semanal que mensual, y dejar que ellos aprendan a administrarse es,creo yo, la mejor manera de introducirles en el mundode la economÃa. Para vender hay, por ejemplo, eBay. Qué tal enseñarles a hacer un bonito anuncio de los que quieren vender, a explicar de un modo atractivo su producto, colgarlo en la red, ver allÃ, en la pantalla, lo que él está vendiendo, su anuncio, y esperar a que algún cliente “pique”. Prepara luego el envÃo y cerrar la transacción. ¿No es una lección de comercio más práctica y real que el mercado fácil y, de alguna manera, coercitivo de unos pobres padres?
El profesólogo (felÃz apócope, Nicolau) se ha quedado un poco receloso y con la mosca detrás de la oreja. Posiblemente se ha quedado sin casa de empeño; pero te aseguro que no le resultaba muy rentable (al menos en términos económicos): 30 euros por unos walkman obsoletos y algo destartalados suscitan muchas preguntas lacerantes en la cabecita de una madre. Supongo que estas dudas fueron determinantes en el grado de “ferocidad” de la respuesta de su madre.
Al parecer, el profesólogo, desde entonces se ha vuelto algo frio y distante con el chico. La madre: ¡encantada!
Una asignación ya es un asunto dinerario, asà que no hay marcha atrás. El salario semanal o quincenal es el sistema habitual en la construcción a destajo, pero implica una cierta desconfianza.
El padre como mecenas… qué gran idea. Asà se animarÃan muchos más hijos a profundizar en el arte en lugar de tratarlo siempre como algo secundario. PodrÃan organizarse recitales, exposiciones y banquetes para la familia en segundo o tercer grado (cobrando, por supuesto) en cuanto el zagal llegue a un nivel aceptable.
Y ahora que estoy lanzado, propongo también otros oficios cercanos a la ingenierÃa para los temperamentos menos artÃsticos: fontanerÃa, electricidad, carpinterÃa, informática, mecánica… Los hijos más teóricos (matemáticos, lingüistas, historiadores), ya tendrán suficientes ingresos con los premios por buenos resultados escolares.
Respecto a ebay, no puedo estar más de acuerdo. El objetivo de la compra paterna era conseguir un precio justo. Una subasta con suficientes postores es un tipo de mercado donde también se puede lograr. No sé si los menores están autorizados a realizar ese tipo de transacción, pero para eso están sus padres como representantes legales.
Stephen King cuenta en su entretenida autobiografÃa “Mientras escribo” cómo su madre estimuló su afición a la literatura desde muy pequeñito comprándole las historias que escribÃa.
Me parece una genial idea.
Bien. Me convencéis: no habÃa reparado en ese punto de vista; pero no lo encuentro mal.Pagar un precio razonable por cuentos, dibujos, apañitos caseros… puede ser un estÃmulo para no ver tanta tele, para no matar tantos marcianitos en la videocónsola, y para dedicar más tiempo al dibujo, a la pintura, a las pequeñas chapucillas caseras. Pero: Y si fueran dos hermanos y uno es un fiera en todo lo que hace y el otro es una sucursal en fárfaras de Mr. Bean. ¡Qué?
En cualquier caso, está muy bien extraer conclusiones e ideas nuevas con toda esta charla. Cada nuevo punto de vista enriquece la visión de conjunto del problema.
Me alegro de que alguien piense que esto sirve para algo.
En cuanto a los dos hermanos, siempre habrá algo en lo que los dos brillen. Seguro. Y es más práctico que no sea lo mismo.
Yo supongo que me habrÃa sentido motivada para hacer muchas cosas si me hubiesen pagado por ellas de pequeña. Me ocurre igual ahora. No es por el dinero en sÃ, si no porque te hace pensar que es un producto que tiene valor real.
Tengo una anécdota que muestra que todo esto del dinero funciona incluso con los más pequeños:
Ana es bastante perezosa y le costaba arrancarse con el triciclo. No avanzaba más de un metro sin que le tuvieses que empujar por detrás. Una vez hice que recorriese unos 40 o 50 metros sólo porque le dije que le darÃa una moneda. Me quedé impresionada del éxito. Sólo tenÃa dos años, y el dinero le mereció el esfuerzo. Cuando llegó al final de la meta, me quitó la moneda de la mano y se fue a la máquina a sacar una bolita con regalo.
El diálogo y el conocimiento del punto de vista de los demás es la base fundamental de la sociedad, incluso se dijo, ya en la antigua Grecia, que era el modo de alcanzar o de aproximarse a la verdad. Por tanto: ¡ESTO SIRVE!
Va a ser cierto que el mundo se mueve por dinero.
En el fondo, el apendizaje tiene las mismas bases en los humanos que en el resto de los animales. Los ratones de Skinner aprendÃan a manipular palanquitas a cambio de comida (premio). Otra recompensa es la supresión de dolor si haces algo bien: el, a Dios gracias, olvidado -al menos por estos lares- “la letra con sangre entra” con que algunos de nosotros aprendimos a leer, a escribir y a echar cuentas.