Julia Margaret Cameron (1815-1879)
«La señora Cameron no estaba rodeada de misterio ni producía temor
reverencial: era simplemente una especie de tirano exigente pero
benévolo. Los pequeños la querían, pero huían de ella. Todavía la veo
envuelta en su inevitable bata de laboratorio manchada como su propias
manos y el rostro ardiente por los productos químicos que empleaba en
su trabajo, con los cabellos revueltos, parada en la cancela de su
jardín durante las mañanas de buen tiempo, al acecho de los niños que
pasaban camino de Farringford o de la playa de Freshwater Bay.
“¡Corred! ¡O nos pillará a alguno!” Un brazo atrapaba al primer
desafortunado que pasaba junto a la puerta, y, la víctima, corrompida
por el ofrecimiento de algún bote de mermelada o cualquier golosina, se
veía obligado a posar durante horas y horas…. A su modo, la señora
Cameron fue sin duda un genio. Pero también fue una figura de aspecto
singular y no hay que asombrarse de que como cuenta la señora Tennyson
en su diario Garibaldi la confundiera con una mendiga cuando la vio
arrodillada delante de él, con las manos extendidas, pidiéndole en tono
suplicante permiso para fotografiarle».
Edith Nicholl Bradley, en sus Recuerdos infantiles de Tennyson (A Child’s Recollections of Tennyson)
«Raquel y yo fuimos obligadas a someternos a la cámara fotográfica.
Nuestro papel era nada menos que el de representar a dos ángeles
navideños: para ello íbamos vestidas sucintamente y llevábamos sujetas
a la espalda un par de pesadas alas de cisne; tía Julia, mientras
tanto, nos alborotaba el pelo con movimientos nada delicados para
liberarlo de su atildado peinado. No debe sorprender a nadie, por
tanto, que en aquellas viejas fotografías saliéramos como suspendidas
sobre imaginarios baluartes del cielo con aspecto ansioso y preocupado.
Aquel era en efecto nuestro estado de ánimo, porque nunca sabíamos cuál
sería la próxima ocurrencia de la tía, como por otro lado tampoco lo
sabía nadie»
Laura Troubridge, en sus Memorias y Reflexiones (Memories and Reflections) publicado en Londres en 1925.
Julia Margaret Cameron nació en la India 1815 y fue la más pequeña
de cuatro hermanos. Dicen que era extravagante porque tenía un
comportamiento que distaba mucho de las mujeres de su época. La han
calificado hasta de masculina, por ser directa y sincera, por mostrar
su espíritu de inciativa. En 1838, se casó con un hombre 20 años mayor
que ella y volvió a la India, donde se convirtió en la guía del
ambiente mundano de los europeos que residían en Calcuta. Aborrecía el
excesivo formalismo de las convenciones de la sociedad colonial. En
1848, volvieron a Inglaterra, donde siguió deleitando a sus eminentes
invitados poetas, pintores, literatos,… con sus originales puntos
de vista.
En 1863 cuando sus hijos ya eran adultos y su marido se ausentaba
frecuentemente porque viajaba a Ceilán Margaret atravesó una profunda
depresión
por la inactividad y la falta de objetivos en su vida. Entonces su hija
le regaló una aparatosa cámara fotográfica de madera, un objetivo Jamin
y un equipo de revelado, con la siguiente dedicatoria: «Mamá, tal vez
te guste hacer alguna fotografía durante tu estancia solitaria en
Freshwater». Julia tenía entonces 48 años, y su hija ni podía imaginar
la carrera que iniciaría su madre con ese regalo.
Very nice blog.