«Es normal estos días oír a la gente decir que no tienen tiempo para
mantener sus amistades. Las auténticas relaciones llevan mucho tiempo y
cuestan trabajo —es mucho más cómodo mantener el contacto por e-mail.
Pero los niños insisten en afrontar el tiempo. No logran progresar a
menos que anticipemos sus necesidades, trabajemos nuestros músculos de
la empatía, ajustemos nuestros horarios y soportemos su forma
implacable de ponernos a prueba. Mientras tanto, si tenemos suerte,
puede que nos demos cuenta de que sólo este tipo de trabajo agotador
—con nuestros niños o incluso con otros que puedan usar nuestra ayuda—
es precísamente lo que nos hace crecer, adquirir sabiduría y
convertirnos en humanos completos. Quizás entonces podamos empezar a
reimaginar el cerebro de una madre no como una desventaja sino como un
enorme potencial para la eterna area de ser cada vez más inteligente».

Este es el último párrafo de un editorial de Katherine Ellison que
publica hoy el New York Times. K. Ellison es autora de  “The Mommy
Brain: How Motherhood Makes Us Smarter.” (“El cerebro de mamá: Cómo la
maternidad nos hace más listas”)