En Cataluña —como les ocurrió a Los Tracios
y a tantos otros—, se vivieron épocas históricas en las que los
colonizadores (o dictadores) impusieron su lengua sobre el catalán y su
cultura sobre la catalana, sobre todo en los colegios. Desde hace 30 años, se intenta a toda costa
recuperar el tiempo perdido.  Al principio, se iba poco a poco. En
la Facultad, por ejemplo, podías elegir las clases en catalán o en
castellano. Pero ahora el panorama
lingüístico ha dado un giro importante, tanto, que no existe ni una
sola
escuela, ni pública ni privada, donde se pueda estudiar en castellano.
Y si hay alguna que se atreve, debe ser a espaldas de la nuevas Oficinas de Garantía Lingüística
de la Generalitat de Catalunya, que se ocupan de lo que su propio
nombre indica: garantizar el uso del catalán.

La política de inmersión lingüística ya logrado la primera generación de
alumnos que han estudiado todas las materias en catalán. Esa generación
es la que Arcadi Espada llamaba, en una de las entrevistas on-line de El
País
, «los hijos de las madres que tanto amé», cuando contestaba a la
pregunta ¿De dónde han salido los votantes de ERC?

Recientemente, Ferràn Monegal
invitó a su programa de la Televisión de Barcelona a Josep Lluís Carod-Rovira,
licenciado en filología catalana, entre otras cosas. Le preguntó si era
consciente de que estaba fomentando sentimientos muy poco sanos entre los
adolescentes (muchos de ellos no quieren ni oír hablar de España y se
refieren a ella como l’opressor).
Carod respondió que no era asunto suyo; que él tenía amigos en Sevilla, por ejemplo, y
no tenía inconveniente en viajar allá de vez en cuando.

En el web de las Oficinas de Garantía Lingüística reza lo siguiente (y a mi me parece contradictorio):

«El català és la llengua pròpia de l’ensenyament. Les llengües
catalana i castellana han de ser ensenyades a tots els nivells de
l’ensenyament no universitari de Catalunya, de manera que tots els
infants han de poder utilitzar correctament les dues llengües oficials
al final de l’educació obligatòria. »

(El catalán es la lengua propia de la enseñanza. Las lenguas catalana y
castellana han de enseñarse en todos los niveles de enseñanza no
universitaria de Cataluña, de manera que todos los niños han de poder
utilizar correctamente las dos lenguas oficiales al final de la
educación obligatoria).

«Des del punt de vista lingüístic, a Catalunya s’ha optat per un
sistema educatiu únic, anomenat de conjunció lingüística. Aquest
sistema comporta la no separació dels alumnes per raó de la seva
llengua familiar. Així, tots els nois i noies són escolaritzats en
català, llengua en la qual es fa la major part de l’ensenyament. El
català és la llengua vehicular en totes les matèries, excepte en
l’ensenyament del castellà i dels altres idiomes previstos en el
currículum. »

(Desde el punto de vista lingüístico, en Cataluña se ha optado por un
sistema educativo único, llamado de conjunción lingüística. Este
sistema comporta la no separación de los alumnos por razón de su
lengua materna. Así, todos los niños y niñas son escolarizados en
catalán, lengua en la cual se hace la mayor parte de la enseñanza. El
catalán es la lengua vehicular en todas las materias, excepto en la
enseñanza del castellano y de los otros idiomas previstos en el
currículum).

200 lenguas

En los últimos años, la inmigración está dando otro giro a la historia
de la lengua en Cataluña y el éxito de la inmersión se hace cada vez más difícil. Según un artículo publicado ayer domingo en El Periódico,
el bilingüismo se ha diluído entre las 200 lenguas nuevas que se hablan
en Cataluña. Ya no es cuestión de imponer el catalán sobre el extendido
castellano, sino sobre el rapanui, osetia, shuar, kanuri, tzeltal,
bamileké e inuit, además del amazig, el panjabi o el quechua, que
están entre las lenguas más habladas en Cataluña.

La autora del
artículo, M. Carme Junyent, del Departament de Lingüística General de
la Universitat de Barcelona
, reconocía: «No nos hallamos en fase
irreversible, pero nos estamos acercando peligrosamente al 30% de
transmisión intergeneracional de la lengua, que la Unesco marca como
umbral para considerar que una lengua está “amenazada” y que haría muy
difícil la posibilidad de uso espontáneo de la misma.»
Unas líneas más
abajo, Junyent mezclaba un mensaje nacionalista con uno de solidaridad hacia la
lengua de los recién llegados (si es posible sentir todo eso a la vez):

«Los hablantes de lenguas
subordinadas, aleccionados durante siglos con este mensaje colonial,
cuando nos dirigimos a un desconocido solemos optar por la lengua
dominante, aquella que no nos connotará como miembros de un grupo
estigmatizado. Paradójicamente, muchas personas que tienen el
castellano como primera lengua ven ahora como su variedad también está
estigmatizada porque no se corresponde al canon… del Baix Llobregat?

Lo cierto es que, hoy, tres o cuatro catalanes de cada 100 son
hablantes de lenguas muy maltratadas en sus lugares de origen, lenguas
que ocultan porque los marcan y marginan. Es decir, que para muchos de
nuestros conciudadanos, el vínculo más tangible con sus antepasados
–la lengua– es objeto de escarnio. Estas personas, al llegar a
nuestro país, se ven reflejadas rápidamente en nuestra situación y
establecen una relación simétrica entre su lengua y el catalán. A
partir de aquí, todo depende de nuestro comportamiento para que ellos,
o bien ven reforzado el mensaje destructivo que han recibido siempre
–“hay lenguas que no sirven para nada”–, o bien reciben un mensaje
liberador en el sentido de que hay un espacio para todas las lenguas y
que todas son iguales.

Así, pues, nuestro país tiene ahora la oportunidad de revitalizar el
uso del catalán en tanto que puede ser vehículo de transmisión de un
mensaje solidario y liberador, y por eso generar reciprocidad. Pero
antes hay que conocer a fondo nuestro patrimonio, reconocer las
aportaciones de todos los catalanes y no reproducir el discurso
dominante que hasta ahora se ha basado en las lenguas oficiales de los
estados y que ha ignorado que los estados monolingües en el mundo son
una rareza.»

Mezclar palabras como escarnio, maltrato, marginación o destrucción
de la lengua catalana hoy sin ser capaces de reconocer que están
negando la opción de estudiar en la lengua materna (y co-oficial) a
miles de niños me parece francamente repugnante, por lo falso.

Todo el mundo sabe en Cataluña que es muy fácil publicar un libro o
grabar
un disco sólo si lo haces en catalán, aunque sea un bodrio. Entonces,
¿por qué estos
discursos lastimeros de falsa solidaridad? ¿Es que la Generalitat se va
a
poner a promover la literatura y música
quéchua o panjabi? Seguro que sí. Parece que el nuevo plan lingüístico
va a ser mantener las 200 y pico lenguas
minoritarias de la nueva Cataluña, cueste lo que cueste, y seguir
lamentándose de lo opresora que es la lengua co-oficial, que está
prohibida en todos los centros educativos.