Primer día, primera anécdota lamentable. Esta mañana, llegamos al
colegio después de un mes en Barcelona, y la maestra nos dice: «¡Cuánto
tiempo! ¿Os habéis ido de vacaciones?» Continuó, muy preocupada: «En el colegio
querían dar de baja a la niña, pero yo les dije que esperaran un poco
de tiempo, si no, hubiéseis tenido que ir otra vez al Ayuntamiento a
matricularla». Y añadió: «Y yo lo siento por ella, porque ahora le va a
costar otra vez adaptarse. Ya va desorientada porque desconoce las
rutinas que tenemos cada día».
Entonces recordé una vez que me llamó porque tenían que comprar
tizas y plastilina y necesitaban una firma para lo de los cheques
bancarios del colegio. Y me pregunté por qué para comprar 20 euros de
material me llamaron con urgencia y, en cambio, para dar de baja a la
pequeña ni se lo han planteado.
Ana, volviendo a casa, dijo: «¡Sí que me voy a adaptar!»
Desde luego, los maestros, por hacerse “imprescindibles”, qué cantidad de exageraciones llegan a “cometer”. Oh, oh. En un mes, la pobrecita, las rutinas, los rincones, las actividades. Oh, oh. La crÃa, mucho más sensata y realista que la maestra (bueno, aquà exagero, porque no conozco ni a una ni a otra; me fÃo, de todos modos, de lo que dice Paula, que suele ser muy sensata), sabe que sà se va a adaptar. FaltarÃa más. No es mi caso, pues los maestros de mis chicas han resultado bastante razonables, pero sé de colegios en los que si en el primer año de infantil te “pierdes” las actividades de la tarde, oh, oh, todo lo que te pierdes, cómo se resiente el aprendizaje de tu niño. Como decÃa Scrooge en la versión castellana(quizá no la mejor fuente): paparruchas.
¡Los maestros!¡los pobres maestros!
No sé en otros lugares. En España, un maestro, un profesor de Instituto, es poco menos que un fracasado que no ha logrado encontrar trabajo de lo que estudió: el biólogo que no encontró plaza en el Departamento de su especialidad, el médico que no consiguió pasar el MIR, el historiador que no consiguió su beca o prepara oposiciones… Se “meten” a maestros, a “profes” -como dicen los alumnos-. Y para la mayor parte de la sociedad un profesor es una especie de guarda del parking donde “aparcan” a sus niños por la mañana y esperan que no surja ningún problema hasta la hora de salir. ¡Que no surjan problemas!¡Por Dios! ¿Cómo me pone usted una reunión escolar un miércoles a las ocho y media de la tarde? ¡Yo no puedo perder trabajo! (Pero el jueves por la tarde saldré un ratito antes para ver el partidito con los colegas de la oficina).
El prestigio de los maestros está por los suelos. No hay maestro sin VOCACIÓN y, lamentablemente, hay muy poca vocación: luego hay muy pocos maestros de verdad. Ese es uno de los problemas. El otro problema es que la figura del profesor en clase es la figura de un don nadie: no se puede suspender a los alumnos, no se puede reñir a los niños (Que sea la última vez que le levanta usted la voz a mi hijo, pobrecito mÃo que es un santo y si le ha metido fuego a la papelera es culpa del colegio que no vacÃa las papeleras cada dos minutos. Lo que yo tendrÃa que hacer es denunciar al colegio. Ya puede usted postrarse ante mi santo niño y pedirle perdón).
Los niños hablan de tú al profesor y le tratan como al compadre con el que juegan al futbolÃn. Y los pedagogos dicen que es mejor que los niños te tengan confianza y que mejor que te traten de tú, de ¡oye, tú! de ¡joder! no corras tanto que no me da tiempo a copiar el problema y si suigues corriendo lo va a copiar tu abuela. Pero es bueno que los chicos tengan confianza y familiaridad con “el profe”… La lástima es que cada dÃa hay más profesores agredidos por los alumnos, que cada dÃa se pinchan ruedas de coches de profesores, que cada dÃa se rompen vidrios de coches de profesores, se hacen llamadas amenazadoras a los teléfonos de las casa de los profesores.
En los Institutos públicos se retiene a la fuerza a zangones de metro ochenta que tienen que estar ocupando un banco en contra de su voluntad porque no tienen los 16 años para trabajar. No estudian porque no les da la gana, porque no les han motivado, porque no les interesa, porque en casa todo es un desastre; pero se aburren y joden la clase a los demás. El curso camina con pies de barro. Y a final de curso la media académica es deplorable. Y la sociedad sólo espera del profesor que aguante a los chicos.
La figura del maestro deberÃa ser respetada como la que más. Pero si eres maestro incluso en el banco se piensan más de dos veces si te conceden un crédito. Algo no funciona cuando estamos convencidos que la persona que está formando a los individuos de la sociedad del futuro es un don nadie, es un profe, es sólo un profe, no es más que un profe. Por otra parte, la sociedad no deberÃa permitir que hubiera maestros sin vocación. No deberÃa permitirse que haya profesores sin capacidad de enseñar (que poco tiene que ver con saber mucho de la materia que enseñas). Se selecciona con todo tipo de pruebas al piloto de avión que conduce a doscientos pasajeros de un aeropuerto a otro, se le entrega la máxima autoridad; y se le pide muy poco a la persona que va a formar a la sociedad del futuro. Y se le otorga la minima autoridad.
Los padres no van a las reuniones escolares. Pocas madres van a las reuniones escolares. En las reuniones escolares se saca poco en claro porque faltan más de la mitad de los convocados y hay prisa por irse a preparar la cena.
Sólo es necesario pararse a mirar el nivel de violencia de los centros escolares, el nivel académico con el que llegan los estudiantes a la Facultad, la elevada incidencia de la depresión entre el personal docente, el intolerable número de victimas del fracaso escolar… el creciente número de chicos y chicas que se anudan cada mañana sus zapatos con los restos de su propia autoestima para darsecuenta de que no estamos haciendo las cosas bien.
Ayer, Marcos volvió a salir con ese aire revelde de “no te voy a contar nada” del cole que tan bien conocemos. Cómo todavÃa cree “lo del pajarito”, le comenté, “me ha dicho el pajarito que hoy te ha vuelto a reñir la seño”, como siempre pone ojos de plato alucinando del poder adivinatorio de su madre, y me contesta: “sÃ, me ha reñido, pero hoy no me ha dado”, lo que más me dolió fue el tono, la resignación de sentir que las cosas son asà y no se pueden cambiar, seguimos profundizando, “la seño da collejas, asÔ, pero aunque hoy no le ha dado, sà le ha roto la ficha, “como al guarro de la clase” y después lo ha puesto en su mesa “como a la tortuga de la clase”.
Su padre y yo nos quedamos helados, esta mañana hemos ido a solicitar tutorÃa, pero, casualmente mañana (solo hay tutorÃas un dÃa a la semana de 5 a 6, si puedes bien si no…), tiene ya dos citas (media hora por problema), y la semana que viene es la reunión de fin de curso, ¿ya?, sÃ, después nos metemos en junio y ya se acaban las tutorÃas, las reuniones y el venir por la tarde, ante el comentario de que quizá necesitemos hablar con ella, comentar cosas relacionadas con el niño, ella, tranquilamente, nos remite al convenio.