
Llevo varios días buscando alguna solución para salvarle la vida a
este pino. No es un pino cualquiera. Cuando el antiguo dueño de la casa
que ahora tiene 90 años era niño, el pino ya estaba allí. Y dice que
cuando su padre era niño, el árbol también estaba presente. Cuando se
decidió a vendernos la casa, nos dijo, con pena, que el pino solo valía
mucho más que todo lo demás. Y tenía razón. Hace unos 15 ó 20 días, una
de sus
gigantescas ramas empezó a amarillear. Nos acercamos la semana pasada y
vimos que la corteza chorreaba resina y tenía una herida bastante
grande.
Está enfermo. Montones de hormigas se pasean arriba y abajo por el
tronco. ¿Irán a buscar huevos de algún insecto? Cualquiera sabe qué
hongo o qué insecto ha sido el causante de su herida mortal.
Averiguarlo es difícil, pero me he dado cuenta de que es casi la única
alternativa que me queda. Una supuesta experta en el tema, del pueblo,
me ha dicho esta mañana, mirándolo a 30 metros de distancia, que era
carcoma. Y, cuando se acercó, que eran termitas (!). Ni un día ni dos
son suficientes para leer toda las patologías
de los Pinus halepensis. Espero que mañana me ayuden en el Departamento de árboles monumentales de la Diputación de Valencia. Bonito sitio para trabajar.
La semana pasada intentamos abrazar el tronco una vez más, pero dos
personas no son suficientes para rodearlo. Impone. Impone mucho. Dicen
que ese alepo es el más antiguo de Alicante. Pensábamos que moriríamos
y que seguiría ahí, que Ana se haría mayor, y seguiría ahí.
Pero puede que nos toque verle morir…
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