
Muchas historias de la vida real hacen pensar en el eterno dilema de
Woody Allen: si la realidad imita al arte o si es al revés . Hoy, El País vía Le Figaro
cuenta una de ellas. Es la fabulosa historia de un hombre de 31 años
(el de la foto) que lleva 14 años intentando hacerse pasar por un niño
para que todos le traten como tal. El País arranca: «Francisco
Hernández Fernández, un huérfano español de 15 años que llevaba un mes
matriculado en un colegio de Pau (sur de Francia) ni era huérfano, ni
tenía 15 años, ni se llamaba Francisco ni era español. Su auténtico
nombre era Frédéric Bourdin, de 31 años, viejo conocido de las policías
de una decena de países por suplantar personalidades ajenas, en
especial de menores, según cuenta Le Figaro en su web.» Bourdin dice
que él es como Peter Pan, pero los psiquiatras lo describen como un
individuo con problemas de afecto y que suplanta su personalidad.
Desplegó su asombroso poder de persuasión para convencer al
director del instituto Jen Monnet de que lo admitiera como alumno. Le
dijo que sus padres habían muerto en un accidente de coche y se lo
tragó. Los alumnos tampoco sospecharon nada. Boudin es un experto en el
arte del disfraz. Usaba cremas depilatorias faciales y, como un
camaleón, había aprendido a moverse y comportarse como un niño de 15
años. Pero un vigilante del colegio había oído algo de este personaje
en un programa de la tele y lo denunció a la policía.
En noviembre de 2004, se hizo pasar por un niño madrileño maltratado
por su padre. Los Mossos d’Esquadra le interrogaron en Girona, y
Bourdin les contó que su madre había muerto en los atentados del 11-M;
que su padre era alcohólico y que se había vuelto muy violento desde
que ella murió. Fue ingresado en un centro de menores, pero, puesto que
nadie lo reclamaba y ninguno de sus cuentos cuadraba, lo acabaron
soltando.
Tiene historias para contar en media Europa. En 1997, estaba
en España. Se presentó en la Embajada de EEUU de Madrid representando
el papel de un chico de 17 años llamado Nicholas Barclay, un menor
estadounidense que había desaparecido en Texas tres años antes, después
de un partido de baloncesto. El auténtico Nicholas era un americano de
ojos azules. Bourdin hablaba con acento francés y tenía los ojos
marrones. Sin embargo, la familia de Nicholas estaba tan ansiosa por
recuperar a su hijo que lo reconocieron como tal. Poco después, un
periodista publicó el engaño, y le hicieron las pruebas de ADN para
convencer a la familia de que era un impostor. Después de esta historia
bastante incomprensible, pasó seis años en la cárcel de Texas.
Su verdadera identidad
Bourdin nació en Nanterre, Francia. Su madre, que lo tuvo a los 18
años con un hombre casado, lo dejó al cuidado de los abuelos. Pasó una
infancia difícil; visitó el correccional; y un buen día se decidió irse
a recorrer mundo. Desde entonces, siempre ha vivido en centros de
acogida de menores o de beneficiencia. Le conocen en las comisarías de
media Europa, tanto a él como a sus más de 20 alias, y tiene anécdotas
para contar de Irlanda, Suiza, Bélgica, Gran Bretaña, Suiza y España.
En estos momentos, Bourdin está acusado de posesión y utilización de
falsa identidad, aunque hasta el próximo día 15 de septiembre, día en
el que tiene que comparecer ante los tribunales de Pau, el Peter Pan
francés ha quedado de nuevo en libertad.
En 1966, el psiquiatra Eric Berne habló por primera vez del niño/a
que todos llevamos dentro y empleó para ello al conocido personaje de
Peter Pan, el niño que no quería crecer. En 1983, el psicólogo Dan
Kiley publicó el libro El síndrome de Peter Pan, que hablaba de los hombres y mujeres que no quieren crecer. Un año después, habló de El síndrome de Wendy,
que describe a personas que actúan como padres con su pareja o gente
más cercana.
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