Las escuelas religiosas pakistanís están siendo de nuevo el punto de
mira después de los atentados de Londres del 7-J y después de que
líderes occidentales afirmaran que son un caldo de cultivo de
extremistas violentos, según dice la CNN. Las sospechas se agudizaron cuando se descubrió que Shahzad Tanweer, un
joven de 22 años de origen pakistaní que hizo explotar una de las
bombas en un tren londinense, había frecuentado varias madrassas.
Los profesores de estos centros religiosos y los representantes
islámicos que han condenado el atentado aseguran que no hay ninguna
relación entre las escuelas y el terrorismo. Tratan de defenderse
diciendo que están siendo el blanco de un ataque injusto contra el
Islam y que el Islam se opone firmemente al terrorismo.

En las madrassas, los alumnos leen y estudian El Corán. Son escuelas
gratuitas, y los padres que no pueden pagar las cuotas de la enseñanza
pública pakistaní suelen enviar a estos centros a sus hijos a los cinco
o seis años para que aprendan algo. Hoy existen unas 8.000 en Pakistán. Según el diario pakistaní Dawn,
la mayoría se mantiene localmente, a nivel del barrio, pero hay otras
que reciben fondos a través de «canales clandestinos», algo que el
gobierno está tratando de atajar.