En El País de hoy,
cuentan que hay 400.000 niños que se han quedado sin escuela por el
huracán Katrina. Hablan de niñas rubias y pecosas que echan de menos a
sus compañeras y de un tan Alan, de 15 años, que echa de menos su
Nintendo y su televisor. «Descontentos con la mala calidad de la
enseñanza pública, los padres, sobre todo los de clase media blanca,
suelen optar por los colegios religiosos», dice El País. Respecto a las
clases menos favorecidas económicamente, este diario habla de medio
millar de niños alojados en el albergue del recinto ferial de Baton
Rouge que han comenzado a ir a escuelas públicas locales.
¿Medio millar? ¿Y a qué tipo de colegios les han enviado?
Hace unos días, el Mother Jones
nos ponía en antecedentes: las escuelas de Nueva Orleans ya tenían
serios problemas antes del huracán. En ese lugar había miles de
estudiantes que recibían educación en escuelas muy pobres. Ese lugar
estaba considerado una especie de capital de la delincuencia y muchos de sus
colegios sufrían los peores efectos de la pobreza.
Con el huracán, el gobierno estadounidense se ha puesto a prueba en
varios aspectos que no parece haber sabido resolver. El primero fue el
de proteger a la ciudad de las graves inundaciones. El segundo, el de
evacuar a los habitantes, concretamente a los negros (casualmente los más pobres,
que ni tenían coche ni dinero para coger el avión o instalarse en un
hotel). El tercer test es el
de la educación de los niños, que tenían que ser evacuados a otras
zonas de Lousiana o de otros Estados vecinos. La duda que quedaba era si estos pequeños iban a
acabar en escuelas tan desfavorecidas como las suyas propias o si iban
a poder disfrutar de un trato digno e igualitario por primera vez en su existencia.
Según el Mother Jones, aunque se dice que las escuelas públicas
americanas proporcionan las mismas oportunidades a todos los alumnos,
la realidad es que las consideradas de clase media registran un 25% más
de éxito académico que las más pobres. Y, concretamente, en algunos
distritos de Nueva Orleans el fracaso escolar es mucho más elevado que
en todo el Estado de Lousiana.
En otros Estados se están buscando soluciones para
acabar con la segregación económica. Reducen la concentración de
pobreza y los alumnos funcionan mejor. Se ha comprobado que los niños más pobres van mucho mejor en el colegio cuando se les instala en una escuela de clase media.
De hecho, dice el Mother Jones, estos pequeños tienen mejores
resultados académicos que los alumnos de clase
media que acuden a las escuelas más desfavorecidas.
«Son los niños de Nueva Orleans los que han tenido que pasar por
experiencias por las que ningún niño tendría que haber pasado. Y ahora
no tendrían que ser recolocados en las peores escuelas plagadas de
fracaso escolar. Son ciudadanos no sólo de Nueva Orleans sino de
Estados Unidos, y merecen ser bienvenidos en los colegios de clase
media de América. Esta es una prueba que el gobierno debe pasar».
¿La habrá pasado?
Y hablando de artículos periodísticos que cuentan mucho y de otros que no cuentan nada, aquí hay uno publicado en The American Prospect
el 23 de mayo varios meses antes de la llegada del huracán Katrina
que anunciaba todo lo que ha pasado después. Impresionante es que nadie le hiciera el menor caso.
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