Según cuenta en la revista Consumer
Mª Jesús Álava Reyes,
especialista en Psicología Educativa con más de 20 años de experiencia,
el trago que supone el primer día del cole puede ser mejor o peor según
la edad que tenga el pequeño. Dice que los padres deben conocer las
etapas de desarrollo de los niños para prever los comportamientos:
Un bebé menor de 8 meses en la escuela
infantil: A esa edad apenas se da cuenta del abandono y acepta «bastante rápido» el nuevo ritmo de la guardería.
De los 8 a
los 18 meses. «Piensan que su madre se va
y no va a volver nunca. Por tanto, si podemos evitar llevar al bebé por
primera vez a la escuela infantil en este periodo crítico, mejor», dice Alava Reyes.
Entre los 2 y los 4 años se produce la adaptación más suave en un entorno educativo adecuado.
De los cuatro a los 6 años, la incorporación al cole «no tiene por
qué ser complicada» porque «se trata de un proceso de adaptación en el
que el
niño ha de familiarizarse y sentirse a gusto con sus profesores y sus
compañeros».
Mayores de siete. Dice que esperan el cole con verdadero anhelo, salvo excepciones.
A partir de los 12, empiezan las etapas confictivas y el diálogo abierto es la mejor ayuda para los jóvenes.
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Nada de esto coincide con mi caso. Yo pisé un aula por primera vez a
los seis años, y, en lugar de dialogar conmigo, la directora y una
maestra me metieron a empujones. Le di una patada a la directora, sin
querer. Sólo trataba de evitar entrar en aquella sala. Estaba también mi
madre, que supongo
que no conocía otra solución mejor para aquel día tan dramático. Así
que entré a la fuerza en un aula llena de
niñas (éramos las del baby-boom) sentadas en sus pupitres y mirándome con los ojos como platos. La maestra me instaló en su mesa durante el primer mes
porque no sabía ni hacer la O con un canuto (ni tampoco defenderme de aquellas fieras). Luego me soltó con las leonas.
Jamás esperé el primer día de cole con
anhelo. Además, gracias a mis malos
profesores,
acabé eligiendo carreras que aniquilaron el temperamento
artístico que tenía desde niña. Vamos, un desastre.
Seguro que tu primer día de cole fue mejor que el mío.
El primer dÃa a parte de muy lejano lo recuerdo con una sensación de abandono, sÃ, esa creo que es la más correcta para identificar el momento.
Era un niño despierto y allá por mis 4 años, cuando comencé la educación infantil, ya habÃa sido instruÃdo por mi padre para reconocer números, letras, algunas palabras, leÃa un poco, alguna operación aritmética… vamos que aquél párvulo se me hizo muy aburrido y angosto de recorrer, mucha canción para recordar palabras, mucho dibujo…
Ahà la maestra jugó un papel muy importante y supo encontrar mi tarea, hacerme sentir útil y me encargó de llevar documentos entre ella y la directora del centro, me convertà en un enano secretario, mensajero de documentos “top-secret” a esa tierna edad.
Por otro lado, he de reconocer que no me orientaron adecuadamente, aunque estudié lo que me gustaba o creo que me gusta, mi vena artÃstica nunca fue descubierta por ninguno de mis tutores, a pesar de haber ganado algún premio en esas tempranas edades, cosas de la vida, luego de mayor conviertes en tu mejor “hobby” esa expresión artÃstica, si asà se puede llamar.