No había ni un solo wireless
desbloqueado entre mis vecinos barceloneses, lo cual es bueno para su
propia seguridad, pero no para mis visitas esporádicas a Barcelona. He
estado incomunicada durante 8 días.
Me cuentan que en Austin, toda la ciudad es WIFI Free, y que otras
ciudades también van en camino de dar acceso gratis a toda la
población. Barcelona está igual que la dejamos hace un par de meses, un
“melting
pot” en el que el secuestro (mental y físico) es un castigo aceptado
por todos los ciudadanos. Cada vez hay más normas que acatar, sin
rechistar. La última del Ayuntamiento es la zona verde. Con ella,
aparcar ya es del todo imposible. Tienes que estar empadronado allí
para poder dejar el coche en la calle por un módico precio, si hubiese
sitio, que no es el caso. Si no tienes ese distintivo pegado en tu
coche, dejarlo a la intemperie en tu propio barrio cuesta 2,5 euros la
hora. Y no es una broma.

Nosotros dedicábamos cada día más de media hora para buscar
aparcamiento. Un día, después de haber recorrido todas y cada una de
las calles de mi exbarrio y también de los circundantes, sufrimos un
secuestro. Al ir a buscar el coche, la fila entera había desaparecido.
En su lugar, el personal del Ayuntamiento había dejado una veintena de
triángulos azules en el suelo con los números de matrícula de los
secuestrados. Una nueva señal en el otro extremo, semi escondida, decía que era un estacionamiento quincenal alterno.

La última vez que oí hablar de la grúa municipal de Barcelona (allí es un
tema habitual de conversación, junto al bilingüismo), la broma
ascendía a unas 18.000 pesetas. Ahora, si no se paga antes de lo que te
indican, puede subir a 134�+90�+horas de estancia en el depósito. Desde
ese momento, decidimos dejarlo en un parking. De modo, que el coche ha
costado casi como una plaza hotelera, sin contar con la autopista del
Mediterráneo, cuyos conocidos peajes te despluman

Conozco a un tipo del barrio que, harto de la situación, optó por no ir a recoger el coche. Desde entonces vive más tranquilo.