Aquí hemos tenido estos días la imagen de David Meca, que se empeñó
en ir nadando desde Jávea hasta Ibiza (110 Kilómetros) y lo consiguió.
El hombre de la imagen hace hazañas parecidas, pero con un fin. Dicen
que lo que hace es arte, pero que también es protesta. Se llama Mark McGowan.
Ha recorrido cerca de 100 kilómetros a gatas por Inglaterra (desde
Londres hasta la catedral de Canterbury) con un cartel sobre la espalda
que dice «¿Podrías quererme?», 18 cajas de chocolatinas atadas a sus
muñecas y tobillos y una rosa entre sus dientes. Ha tardado once días
en completar su recorrido. Dice que ha sido su «pequeño Everest» y que
lo ha hecho por todas aquellas personas que han pasado la Navidad
solas.

Este no es el primer performance
que protagoniza. Una vez arrastró un cacahuete con la nariz durante
unos 11 kilómetros para pedir becas para los estudiantes de barrios
desfavorecidos. Y en una galería de Camberwell, al sur de Londres, tuvo
otra obra expuesta el pasado verano: un grifo de agua abierto.
Pretendía tenerlo abierto durante un año pero tomaron acciones legales contra él
y lo tuvo que cerrar. Mark dijo: «Todo el mundo desperdicia el agua,
pero la mía es arte». Según él servía para concienciar a la gente del
despilfarro de este bien común.

El próximo 23 de enero, en una
galería de arte de Hamburgo, Alemania, tratará de conseguir el
récord de comedores de hamburguesa que, según él, son un icono del
mundo occidental.