Debería de existir una carrera universitaria llamada Maternidad. Además
de una excelente formación en el arte y la ciencia de educar a los
hijos, las diplomadas recibirían becas y ayudas del Estado para sus
propias investigaciones y ampliaciones de estudios y de progenie.

Tener hijos estaría tan bien visto como ahora lo está el tener un
doctorado en el funcionamiento de las gónadas de
determinado molusco endémico del Mediterráneo. Tener un hijo sería un
“oficio” muy respetado al que habría que dedicarle el máximo de horas.
Sería estimulante, creativo, fascinante, … Estaría siempre de moda. Y las “investigadoras” podrían optar al Nobel.

Gracias a esta titulación, tener hijos no sólo no estaría reñido con el deseo de la mujer de
ejercer una profesión sino que sería estimulante. La condición de madre subiría de nivel y las madres recibirían
todo el reconocimiento social. Por supuesto, las mujeres seguirían optando a
otras licenciaturas, ingenierías, ectétera, pero los hijos de éstas no
pertenecerían a la categoría A.

Eso de la categoría sería importante para ejercer ciertos empleos.
Los hijos
pertenecientes a la categoría A tendrían absoluta preferencia en
puestos de política, medicina, medio ambiente, y, por supuesto,
enseñanza. Aunque,
el sistema educativo no se parecería en nada a lo que hay hoy. La
fuerte competitividad obligaría a los colegios a ofrecer la mejor
oferta y los profesores se irían pareciendo cada vez más a los sabios
griegos.

Tener hijos estaría visto como un campo de estudio en permanente
expansión. Las madres diplomadas estarían suscritas a foros,
newsletters, boletines,… Y habría miles de publicaciones serias sobre
infancia y educación. No sería un asunto para aficionados, o para
probar suerte.

Y los niños se contemplarían entonces como individuos valiosos que hay
que cuidar y respetar, porque todo el mundo sabría que en el futuro
estarán sólo ellos, y no nosotros, y que de ellos depende el futuro de
la Tierra.

Es obvio que también existiría la otra versión de esta carrera
universitaria,
Paternidad, que al principio se vería como algo rara, con un porcentaje
muy bajo de alumnos masculinos. También habría todo tipo de
cursos y másters de 100 horas fuera de la Universidad. Pero los hijos
de
padre y madre titulados en esta materia serían los ciudadanos de
primera categoría, que tendrían, en principio, capacidad para gobernar
el mundo.