Mi hija está ahora justo ahí, en un aula de uno de esos edificios. Visto desde arriba, parece un punto insignificante…
…pero ¿por qué será que no hay ningún lugar de la Tierra que me importe más que ese en este momento?
«”La maternidad te cambia para toda la vida”, me advirtió mi madre. Tenía razón. Mucho después de mi embarazo sigo viviendo y respirando para dos, enganchada a mi hijo, en cuerpo y alma, con un cariño más intenso de lo que creía posible. Soy una mujer diferente desde que mi hijo nació y, como médica, valoro por qué. La maternidad te cambia porque transforma el cerebro de una mujer, estructural, funcional y en muchas maneras, irreversiblemente.
Podría decirse que es la forma en que la naturaleza asegura la supervivencia de la especie. ¿De qué otro modo podría explicarse que alguien como yo, sin el menor interés hasta entonces por los niños, se sintiera nacida para ser madre al salir de la neblina inducida por los fármacos en un parto difícil? Desde el punto de vista neurológico era una realidad.»
“El cerebro femenino”, de Louann Brizendine
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