La maestra de Ana lo dejó claro el primer día: no iba a prestarse a
repartir ninguna invitación de cumpleaños entre los niños a no ser que
estuviesen invitados todos y cada uno de ellos. Los motivos son más que
obvios. Pues bien, hoy ha ocurrido la primera situación embarazosa.
Esta tarde, cuando salíamos de la clase, nos hemos encontrado a una
madre en el pasillo. Con nosotros caminaba otra madre con su niña, que
es muy amiguita de Ana. La que venía paró a ésta, le dio dos besos y los saludos pertinentes de Feliz Año Nuevo y esas cosas.
Nosotros nos paramos más adelante hasta que acabaran la charla, ya
que, aunque intentamos repetir el amable Feliz Año Nuevo, parecía que
nos habíamos vuelto invisibles de golpe. Ni nos miró.
Cuando la madre y la niña reanudaron el paso, la pequeña fue
corriendo a Ana y le dijo: «Mira, mira, tengo una invitación de Laura
para su fiesta de cumpleaños en su casa …»
La verdad es que a Ana no pareció importarle demasiado no tener una
invitación, aunque se quedó muy pensativa mirando el sobre amarillo. Y
a mi me hizo pensar en la tremenda mediocridad humana. ¿Por qué esa
necesidad de hacer sentir tan pronto a los niños que no forman parte de
un grupo?
Todo esto es muy curioso porque en el antiguo cole, aquel de
Infantil3 años, aquel tan escaso en medios, con padres sin interés
por la calidad de la educación, tan precario en muchos sentidos, …
allí, cada vez que se hacía una fiesta de cumpleaños fuera de clase no
se excluía a ningún niño. Aquellas familias inglesas tan gregarias de las que hablaba el año
pasado no negaban una invitación a nadie, y eso que allí sí podrían
haberse dado casos de racismo porque había gente de todos los colores y
de todos los estratos sociales.
Una curiosidad: ¿cuántos son en la clase?
25 niños y dos maestras. En el anterior cole eran 24 niños y una maestra novata.
Entonces… no sé, 25 niños en un cumple pueden ser muchos :-/ Yo de pequeño los celebraba en mi casa, y no éramos más de 10 (lo sé por las fotos :-)… porque no me acuerdo de lo que hacÃa a los 4 años).
En fin. Mucho ánimo con tu blog, revista y todo lo demás. Un saludo
h
Meter en casa a 25 niños de cuatro años debe ser digno de Guiness. Sólo me referÃa a que esa madre deberÃa haber esperado a otro momento para dar la invitación a sus “favoritos”. Sólo sugerÃa un poco de discreción. No hacÃa falta hacerlo cuando hay otra niña de la misma clase al lado para la que no lleva sobrecito amarillo… Para ellas es algo especial.
No me imagino organizando una fiesta para Ana si no viniesen todos los de su clase. ¿Por qué iba a excluir a alguno de ellos? ¿Por dinero? ¿Por que aquel niño de cuatro años me cae mal? ¿Por que si vienen 18 me va mejor que si son 25?
Creo que lo mejor es ir a uno de esos sitios donde se cuelgan, trepan y saltan hasta caer rendidos. Una fiesta en casa puede ser aburrida a esa edad, aunque salga mucho más barata. Otra opción más cómoda es en clase. Se pueden contratar cuentacuentos y tÃteres con los que disfrutan todos los niños.
Y si, por algún motivo, se decide hacer una minifiesta para diez, ¡qué fácil es ahora que sólo se enteren esos diez! Cuando pienso que nos vamos a ver todos los dÃas durante la próxima década…
Gracias por tus ánimos, Hairanakh. Elen sila lúmenn’omentielvo.
Cuando yo era pequeño no existÃan esos sitios 🙂 Recuerdo que, cuando montábamos la fiesta en casa (quizás a los 6 años o asÃ), sacábamos todos los juegos y juguetes “grandes” por todas las habitaciones (futbolines pequeños, coches, scalextric, twister…) para jugar. Yo creo que alguna vez sà que nos llegamos a juntar 15 o 20 niños (¡qué paciencia tenÃan mis padres!).
Me encanta tu blog 🙂 Además, es la primera vez que me saludan en quenya por internet :-)))))
Hasta pronto. Namarië
Hola, en el nuevo colegio del duendecillo son 12 en clase y al primer cumpleaños que ha ido estaban todos invitados. Luego nos hemos enterado que el año pasado la mayorÃa invitaron a todos pero tres no hicieron celebración y dos no invitaron a estos niños (bueno curiosmente a uno de ellos si). Resulta que los padres no se deben llevar bien. Me parece un error llevar llevar esos piques entre padres a los hijos, pero hay gente para todo.
Hola!! En este caso no hay nada de piques. Sólo creo que deberÃa de haber invitado a sus favoritos en privado y todo habrÃa sido perfecto.
Pero es cierto que hay padres que parecen haber nacido en planetas distintos y por cosas de la vida puede que los tengas que ver diariamente durante una década de tu vida. Lo que son las cosas…
Llevar al cole a los peques es como volver al cole tú mismo. Hay que madrugar, correr para no llegar tarde, entrar por esos largos pasillos, ver las aulas, oler ese olor de plastilina y lápices, …
… que razón tienes. El otro dÃa esperando al duendecillo a la puerta un niño mayor abrió su mochila y me llego un poco de ese olor que fue un como una oleada de recuerdos.
Eso si, yo no recuerdo de entonces esto de los cumpleaños. Se hacÃa en casa una tarta de galletas, se comÃa con la familia, un regalito y marchando.
Yo tampoco iba a fiestorros de cumpleaños como los que montan algunos padres ahora. Más que nada porque nadie los hacÃa.
He visto que ahora, sobre todo en las urbanizaciones, hasta contratan esas atracciones hinchables de feria que tienen que transportar con un camión, y sólo para que salten en el jardÃn durante tres o cuatro horas. Todo un golpe de efecto exagerado que, seguramente, el niño ni recordará si no es por las fotos.
En una fiesta de ese estilo, pero con los ingleses del antiguo cole, la niña homenajeada por sus tres añitos le dijo a su padre: “Daddy, are we at home??” Ni siquiera reconocÃa su jardÃn!