¿Alguien se ha fijado en los árboles de las ciudades? Cada vez les
dejan menos espacio en el que poder desarrollarse. O los plantan muy
juntos o demasiado cerca de una vivienda, como si nadie pensara en lo
que van a convertirse. Tampoco les dejan mucha tierra para que
extiendan sus raíces y el cuadrado alrededor de su base, donde empiezan
las baldosas, es cada vez más pequeño. Pero lo peor son las brigadas de
podadores armados con sierras mecánicas. No suelen tener mucha idea de
lo que hacen y una buena parte de ellos suele pensar que cuanto más se
corte y más lleno de ramas se lleve el camión de vuelta, mejor. Dejan
un paisaje desolador tras ellos con árboles deformados y mutilados.

La vida de los árboles de ciudad es muy parecida a la de los niños.

En Seattle, Estados Unidos, han creado la Amnistía de las Plantas (PlantAmnesty)
precisamente para evitar estos abusos y para informar al público de
cómo hay que hacer las cosas. Antes de podar o plantar un árbol, basta
leer un poco para saber cómo hay que hacerlo. Y, sobre todo, no hay que fiarse nunca de las costumbres locales
que suelen estar equivocadas y que pasan de generación a generación…
Un árbol es algo precioso y hay que aprender a respetarlo.