A Albert Boadella le gustaría llamarse Pablo Hermoso de Mendoza. Está tan harto del rancio catalanismo y del boicot que le hacen sus propios paisanos que ha escrito un muy recomendable libro titulado: Adiós Cataluña. En el libro no sólo habla de Cataluña y nacionalismo, también habla de amor. Está muy bien escrito, será por eso por lo que le han dado el Premio Espasa Ensayo 2007. Esta tarde ha habido un encuentro digital con Albert Boadella en El País. Algunas de las preguntas que le han hecho:
Pregunta: Pienso que las políticas de inmersión linguística que ha desarrollado la Generalitat desde 1980 han sido catastróficas para el nivel educativo de Cataluña, su relación con el resto de España, favorecedora de la endogamia, además de negar la realidad bilingüe de Cataluña. No creo que políticas parecidas tengan lugar en ningún país de nuestro entorno europeo. ¿Qué piensa usted de ello?
Boadella: Creo que la lengua es, ante todo, un vehículo funcional. Cuando una lengua no es útil a los ciudadanos, se cambia por otra. Los catalanes acabamos con una lengua tan importante como fue, en su tiempo, el latín. Entender que la lengua tiene otros elementos “místicos” es ignorar la realidad diaria. Las lenguas se imponen por una pura necesidad de entenderse entre las personas, y por lo tanto prevalecen aquellas que son prácticas para ese cometido y que permiten un mayor desenvolvimiento comercial, cultural y social a todos los individuos. Si hay en un país buenos escritores, se expresarán en la lengua que hablen con mayor facilidad. Los artistas no dependen de la lengua.
Pregunta: ¿Se podría hablar con propiedad de la existencia no ya de otra Cataluña, sino de una Cataluña charnega, con su idioma, su literatura, su política, etc? ¿No cree que es un tema tabú que muchas veces no se quiere reconocer, que al menos un 50% de los catalanes no votamos ni nos identificamos con el mensaje de la Cataluña identitaria, medieval, monolingua y wifrepilosiona que el pujolismo santificó?.
Boadella: Hay un sector que, en Cataluña, siempre le ha sido más difícil el reconocimiento por una cuestión lingüística. Curiosamente, este sector, que yo creo mayoritario, al no participar en muchas de las elecciones, especialmente las autonómicas, y en muchas de las actividades que se mueven en el territorio, lo que hace es dejar todo en manos de los que se arrogan las esencias de la “tribu”. Si este sector tuviera una expresión más activa y partícipe en Cataluña, no ocurriría lo que está ocurriendo. Naturalmente, me refiero al sector castellano-parlante, que es tan catalán como el que habla la lengua catalana. Yo creo que este sector, en el fondo, tiene complejo de no ser totalmente autóctono, es decir, ha caído en la propia demagogia del catalanismo.
Pregunta: ¿Qué opinas del sistema educativo catalán? Tenemos que mudarnos a Barcelona, tengo una niña, somos castellanoparlantes, pero nos hemos enterado de que todas las clases, incluso la de español, se imparten en catalán en las escuelas de Barcelona. ¿Qué harías en mi lugar?
Boadella: Si yo tuviera que aconsejar, diría que hay que exigir que se cumpla la Constitución, que es la igualdad en todos los territorios de España y para todos los ciudadanos españoles, y por lo tanto, el derecho a ser educados en cualquiera de las lenguas que están en España. Por lo tanto, esta es la única manera posible de seguir viviendo allí. Si no, siempre queda la posibilidad de emigrar a otra parte, donde no se encontrará seguramente con este problema, siempre que no sea el País Vasco.
Pregunta: ¿A qué colegios van los hijos de los catalanistas del gobierno? ¿A los que imponen el catalán o a los internacionales privados de Pedralbes?
Boadella: No tengo ni idea a qué colegios van los hijos de los nacionalistas, pero en todo caso sí que me consta que hay una parte muy importante de los políticos catalanes que no utiliza la escuela pública. Por algo será.
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