Esta tarde no cabía ni un alfiler en el autobús, pero ahí estaba ese niño de no más de 10 años, sentado en el suelo, ajeno al mundo exterior y absorto en su lectura.
Esta tarde no cabía ni un alfiler en el autobús, pero ahí estaba ese niño de no más de 10 años, sentado en el suelo, ajeno al mundo exterior y absorto en su lectura.
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