El otro día desayuné en un bar cerca de la escuela. Había un grupo de cinco o seis adolescentes que se habían saltado las clases y allí estaban, a escasos 500 metros del colegio, sentados alrededor de una mesa sin consumir nada (y, probablemente, sin dinero para hacerlo).
Con el colegio de fondo, hablaban animadamente de las técnicas que empleaba cada uno de ellos para falsificar la firma de sus padres en los avisos de faltas de asistencia. Me pregunté —como si no lo imaginara— qué tipo de profesor debían tener para no mostrar ningún interés en ir a escucharle. Y me acordé de un par de escenas de la genial película “Todo en un día” (Ferris Bueller’s Day Off, 1986):
1ª. Cuando Ferris explica cómo engañar a los padres para que se crean una falsa enfermedad. (Por lo menos, Ferris mostraba ingenio y su día libre mereció la pena.)
2ª. En clase, sus compañeros, sufriendo a aquel aburrido profesor de economía…
…y esos expresivos primeros planos de los alumnos.
Si alguien no ha visto todavía el film, es recomendable que lo haga cuanto antes. Se considera una de las mejores películas de todos los tiempos sobre el mundo adolescente.
Después, podrá participar en el debate de cómo sería una secuela —si se hiciera— de la famosa película ahora que se cumplen 20 años de su estreno.
Muchos de sus seguidores se preguntan qué habría sido de Ferris. Ahora tendría 48 años. ¿Cómo sería su vida? ¿Cómo sería él? ¿En qué se habría convertido? ¿Seguiría siendo rebelde en su corazón? ¿O sería un abogado de Beverly Hills? Hay opiniones para todos los gustos.
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