Acabo de leer algo que ya sabía pero que he podido constatar en los
últimos meses: «El sueño es esencial para la salud y el desarrollo del
niño. El sueño
promueve el sentirse alerta, tener buena memoria y comportarse mejor.
Los niños que duermen lo suficiente funcionan mejor y son menos
propensos a problemas de comportamiento e irritabilidad. Por eso es
importante que los padres ayuden a sus niños a desarrollar buenos
hábitos de dormir desde una edad temprana.»

¿Sólo a los padres?, me pregunto. Antes de empezar el colegio, Ana
dormía cada día una siesta de una o dos horas. Era una niña feliz,
alegre y muy despierta, nunca mejor dicho. Ahora, con ese absurdo
horario de 9 a 12:30 y de 15:00 a 16:30, ha tenido que reprimir a la
fuerza esa necesidad fisiológica de los niños y se ha convertido en una especie de Jekyll y Hyde que rompe el corazón.

A medio día, sale cansada de la escuela. El tiempo que dan es demasiado
para comer y muy poco para comer y dormir una siesta. A las cuatro y
media, cuando sale, está agotada, sin pilas. Aunque, sus compañeros
salen peor, porque la mayoría se queda a comer en el cole y pasa todo
el rato jugando y corriendo hasta las tres. Yo había leído que existían
escuelas infantiles donde los pequeños dormían con suave música después
de comer.

Muchas veces se hace muy duro esperar hasta la hora de dormir. Se cumple todo lo que dice en el párrafo citado
más arriba: falta de memoria y de atención, irritabilidad, … En
resumen, de lunes a viernes, la esencia de Ana se pierde en esa injusta
nebulosa escolar. Durante el fin de semana, vuelve a ser ella otra vez.
Me pregunto quién ha diseñado esos horarios. Quizás alguien que tiene
ni idea de lo que necesita un niño.