Ayer fuimos a una fiesta de cumpleaños en el Krazy Kidz
Funhouse. Los niños se lo pasaron de maravilla. En cuanto a nosotros,
las madres inglesas acabaron de nuevo en un lado del bar, juntas; la
española (sólo yo) y la francesa, en otro; y las latinoamericanas, en
otro. En total, debía haber unas 15 madres y sólo un padre. Duró dos
horas. Era un sótano sin luz natural, y los niños iban descalzos por un
suelo frío. Es uno de esos locales que hacen el agosto alquilando por
horas una zona de juegos con suelo blando  y donde dan a los niños
del cumpleaños un plato con un puñado de patatas fritas, un sandwich de
nocilla y un vaso de concentrado de algo.

Este es inglés. En el lavabo había un elaborado cartel plastificado
que decía: «Tiren panales y compressas al contanedor corraspondente».
Las dos animadoras, que apenas hablaban español, ponían cara de «¿Qué
estoy haciendo yo aquí?» y ni siquiera iban vestidas con algún uniforme
identificador. Una de ellas, la más joven, bailaba entre los niños
descalzos con zapatos de plataforma.

Las minibolsas-extra de ganchitos para los niños se cobraban a 20
céntimos la unidad, un detalle especialmente cutre, teniendo en cuenta
que las consumiciones de los padres las cobran a precio de terraza. ¿Se
arruinaría la empresa
por poner un barreño de ganchitos para los niños?

Antes de soplar el pastel, las animadoras preguntaron: ¿En qué
idioma queréis cantar Cumpleaños Feliz? Los ingleses gritaron: «¡¡¡¡En
español!!!» Los españoles no entendieron la pregunta, que se hizo en el
idioma que habla la mayoría y que no se enseña en el colegio.

Esto de los parques de juegos debe ser un buen negocio. Cualquier
agujero parece que les sirve, sólo necesitan unas atracciones
infantiles que quepan en la habitación y abrir la caja registradora.
Además, deben pagar muy poco a las animadoras. He visto más de una vez
el cartel de «¿Te gustan los niños? Ven a trabajar con nosotros». Debe
ser que o no le gusta los niños a casi nadie, o los de la empresa
piensan que no merece la pena pagarles un sueldo decente a quien se
ocupa de ellos.

Algo parecido piensa el gobierno español. Durante la fiesta me enteré de que en Francia hay todo tipo de
ayudas para la maternidad. Incluso existe una especie de pensión por haber
“trabajado” como madre durante toda una vida. En España, en cambio, dan
100 euros, y sólo a las madres trabajadoras. Da risa. Aquí, si una
madre se queda en casa a cuidar a sus hijos, ya sea porque quiere o
porque no tiene dinero para mandarlos a una guardería, pues se quedan
sin la limosna estatal.