En Estados Unidos, el problema de la vivienda para los jóvenes está igual que aquí. En
Boston, alquilar un apartamento de una habitación sale por unos
1.800 $, por término medio. Y en Manhattan, la cifra sube hasta 2.500 $, según publica hoy el New York Times.
Estos precios, añadidos a la situación laboral que se viene arrastrando desde los
años 90, con los despidos masivos tras el estallido de la burbuja de las punto
com, han obligado a muchos niños grandes a volver con papá y mamá a las comunidades para jubilados que proliferan en Estados Unidos.
Montones de jóvenes de
entre 25 y 40 años se someten de nuevo al «¿Dónde vas esta noche?» y «¿A
qué hora volverás?» a cambio de ahorrar los miles
de dólares del alquiler de un apartamento que, en la mayoría de casos,
casi no se utiliza. A los padres no les parece tan rentable
la nueva moda. Dicen que no es terrible, pero que no es lo
que planeaban para sus años de retiro. A muchas madres les toca volver
a hacer la cama y lavar la ropa de su treintañero y perderse su clase
de golf o claqué. Aunque también hay hijos que están adaptándose al
nuevo tipo de vida de sus ociosos padres y disfrutando de una relación
más armoniosa que nunca.
En Estados Unidos, en 1995 había unas 200 comunidades para adultos activos (como las llaman). En el año 2004 ya se contaban 1.274. Muchas se
han creado cerca de Chicago, Boston y Nueva York, lo que hace más fácil
para los baby-boomers volver
con los padres y mantener el trabajo en la gran ciudad. Sima Parisi,
vicepresidente de ventas de Kokes Organization, una constructora de
comunidades para mayores de 55 años en New Jersey, dijo al NYTimes que
alrededor del 5% de los compradores se trasladan con sus hijos
mayores, algo que muy rara vez se veía hace cinco años.
El artículo del NYTimes se titula: Living in a Retirement Village, Back Home with Mom and Dad, por Motoko Rich.
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