La Asamblea de Madrid dejó hace unos días que su sala se llenara de
niños, esos representantes de la democracia que no pueden dar su voto
ni siquiera a través de sus padres. Unos 80 niños jugaron a ser
diputados y votaron las propuestas formuladas por más de 26.000 alumnos
de 384 colegios de la capital. La comitiva de los mini-diputados se
desplazó al hemiciclo, donde esperaba la anfitriona Concepción
Dancausa, presidenta de la Cámara regional, que leyó los resultados. La
propuesta más votada fue: «Que ningún niño tenga que trabajar para que
puedan jugar y crecer en confianza». Después se oyó: «Concluido el
orden del día, se levanta la sesión», y los niños volvieron al colegio.
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