Muchos adultos presumen de ser muy serios, comparados con los
niños. Sin embargo, cuando se les habla de ciencia hay que tratarles como a críos para que presten un poco de atención. Eso
es lo que
hacen Sue Nelson y Richard Hollingham, dos divulgadores científicos
de la BBC, en su libro Cómo clonar a la rubia perfecta.
Según cuentan los de El Mundo, a quienes les encanta este tipo de
titulares para los temas científicos, han hecho en este libro una
recopilación de preguntas como: «¿Se puede fabricar una diosa robótica
doméstica? ¿Podremos los humanos teletransportanos como Scottie? ¿Me
puedo librar de los michelines? ¿Y viajar en el tiempo?». La periodista
concluye que «la respuesta a casi todo es que no, pero su argumentación
es digna de lectura.»
Manuel Toharia, director del Museo de la Ciencia, Ciudad de las
Ciencias y las Artes de Valencia, es el autor del prólogo. En el dice, sobre la curiosidad innata del ser humano:
«(…) Una curiosidad
que se manifiesta de forma patente en las primeras etapas de la vida y
que luego es poco a poco erosionada, por no decir aplastada, mediante
los esquemas educativos social, familiar, escolar… al uso.
El porqué en cuestión
aparece en el momento en que un niño pequeño le pregunta a su padre por
qué el cielo es de color azul. Como el padre no tiene ni idea, en lugar
de darle una respuesta más o menos coherente, incluso la clásica «no
tengo ni idea», con voz fastidiada le manda a ver la tele para que le
deje en paz. Bien, pues el niño es, todavía, un científico; es decir,
se pregunta por qué son las cosas como son. En cambio, el padre hace
tiempo que dejó de serlo: le dieron en su niñez y en su juventud muchas
respuestas a preguntas que no tenía, y quizá nunca le respondieron a
las que en su fuero interno más le interesaban en cada momento…»
Toharia remata el prólogo con otra gran verdad:
«La cultura
científica de los españoles, que no brilla a gran altura, dicho sea con
humildad y cierta tristeza, necesita libros como éste en los que
sustentarse con mayor firmeza».
El libro lo edita Nowtilus, y cuesta 17 euros. No sé es si alguien se
habrá parado a pensar que con estos precios, no hay quien fomente la
cultura en este país.
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