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La Escuela Infantil San Jorge
es un ejemplo de guardería de lujo, porque tiene todo lo que las
Escuelas Infantiles deberían tener. Pertenece a la sociedad British
Play School, una empresa especializada en la creación y gestión de
colegios privados de educación infantil dirigidos a un público
interesado en servicios de alta calidad. Está en Arturo Soria (Madrid).

Este es un práctico carrito para llevar cuatro niños (lo hay para seis) que cabe por las puertas de
una casa. Los asientos son blandos, llevan cinturón y los pequeños tienen
asegurada la visión durante su paseo. Los venden en Daycare Universe,
donde se puede encontrar todo lo que hace falta para montar una
Guardería, Jardín de Infancia o como se le quiera llamar:
muebles, juguetes,  colchonetas para la obligada siesta, … y
hasta un kit con toda la información necesaria para  montar una
Escuela Infantil. Esto en Estados Unidos.

En España, está Azarbe, Multididácticos, …

El Periódico de Catalunya/Xavier Foz
«A
las causas habituales del miedo infantil (oscuridad, sombras…), hay
que sumar ahora el uso de internet. Del millón de niños internautas
españoles, alrededor de un 50% ha experimentado alguna vez sensación de
miedo ante ciertos contenidos de la red. El chat está en el origen de
la mayoría de estos temores. Otras causas son las páginas de carácter
racista, violento o sexual. Con respecto a la práctica de charlar por
la red, la paidofilia, tan presente en internet, ocasiona un elevado
porcentaje de estos sobresaltos.

Este fenómeno ha dado pie a una
campaña preventiva que tiene el apoyo de la ONG internacional Save the
Children
, autora de amplios estudios sobre la materia. Los peligros que
amenazan a la población infantil desde internet son una nueva
demostración del arma de doble filo que puede constituir a veces esta
extraordinaria herramienta de difusión y cultura. Tan revolucionaria
como lo fue en la edad media la imprenta, que transformó la sociedad
extendiendo a toda la población los conocimientos hasta entonces
blindados en la cerrada reserva de los conventos.

Si los clásicos
terrores infantiles demandan una reacción adecuada de los padres para
que no afecten a la futura estabilidad emocional de sus hijos, los que
se derivan del uso de internet –especialmente del hábito de chatear–
exigen también medidas de vigilancia paterna. Las recomendaciones de la
citada campaña se basan en un consejo tradicional: “No hables nunca con
extraños”. Menos aún, pues, con los de la red, donde la identidad de
los interlocutores suele camuflarse con mucha frecuencia.»

(Publicado hoy, en la página 5 de El Periódico).

Teresa Johnson, Kristin Gullans y Rob Sayer están detrás de Music Kids,
un divertido programa de música y movimiento para niños de hasta cuatro
años acompañados por uno de sus padres o cuidadores. Music Kids está
basado en The Music Class,
«un programa de educación musical disfrutado desde hace 10 años por
padres de 80 ciudades de todo el mundo», según reza en su web. Están en Valencia, y la matrícula ya está abierta para el
próximo curso. Ofrecen una clase gratis de prueba antes de inscribirse.
Ah! Y dicen que también se aprenderá inglés.

«Una de las experiencias más positivas realizadas en Suecia fue un
proyecto para fomentar la  lectura en un grupo de veinticuatro
niños pertenecientes todos a familias de refugiados de doce
nacionalidades diferentes. Se llevó a cabo en Rinkeby, un barrio en las
afueras de Estocolmo que casi alberga únicamente a refugiados.

Las heroínas de la historia son dos maestras suecas de unos sesenta
años y una bibliotecaria de unos cuarenta, también sueca. Casi sin
apoyo oficial y como parte de su trabajo normal, lograron que su grupo
experimental, después de estar en el programa cuatro años, superara en
lengua y matemáticas al promedio no sólo de otros grupos compuestos por
niños de otras lenguas maternas sino también al promedio de los grupos
integrados por chicos suecos.

Las maestras empezaron a trabajar con el grupo cuando estaban en su año
preescolar, a los seis años, en 1994. Durante el año preescolar les
leyeron cuentos, los acostumbraron a estar en aulas rebosantes de
libros atractivos; animaron a los chicos a contar sus experiencias y
escribieron estas pequeñas historias en grandes blocs de papel,
releyéndolas una y otra vez. Alumnos más avanzados vinieron a visitar a
los niños de ese grupo experimental.

Durante el año, paso a paso, las maestras fueron atrayendo la atención
de los chicos hacia las letras y las palabras completas y así muchos de
ellos lograron aprender a leer ya en ese año que era de ”preparación a
la lectura”. En el primer año escolar, los alumnos estudiaron las
letras una a una y aprendieron a escribirlas correctamente. Cada día
leían: en voz baja, en voz alta y de dos en dos. Se contaban historias,
dibujaban ilustraciones y realizaban improvisaciones basándose en
escenas de los libros.

Al segundo año uno de los temas elegidos fue Alfons Aberg, el
protagonista de unos libros muy populares de una autora sueca. Los
niños leyeron, discutieron, escribieron resúmenes, se disfrazaron como
los personajes de los cuentos y representaron escenas para los padres y
otros niños del grupo preescolar, y finalmente vino a visitarlos la
autora, Gunilla Bergstrom, en persona.

Otro tema del segundo año se basaba en un libro para niños sobre
veinticuatro reinas y reyes suecos. Ya que había precisamente
veinticuatro niños en el grupo, cada niño pudo tener su propio rey.
Leyeron la presentación de ”su” rey o reina en el libro y después
buscaron más datos y finalmente representaron la historia de los reyes
de Suecia, vistiendo todos una corona de papel dorado y una capa
elegante, exclamando por ejemplo ”Yo soy Gustavo III y vivo en el
palacio de Estocolmo”. Hicieron varias representaciones ante los padres
y otros alumnos. Visitaron el palacio real para ver como vivían los
reyes y un museo folclórico para conocer como vivían los pobres.

Un tema del tercer año fue Astrid Lindgren, autora sueca de literatura
infantil inmensamente querida y respetada por todos los suecos. Sus
libros son más largos y complicados pero los alumnos trabajaron sobre
ellos y hasta pudieron visitar dos parques temáticos sobre el mundo de
Astrid Lindgren y los lugares en los que habían sido rodadas algunas de
las películas basadas en sus obras. Además, los alumnos tuvieron acceso
a actividades, sociales y académicas, preparadas para reforzar la
lectura.

Los niños del grupo experimental amaban tanto al colegio que bastantes
de ellos solían llegar hasta una hora antes del comienzo de clase. En
un vídeo que se ha hecho del proyecto, varios niños dicen que les
gustaría llegar a ser escritores.

En el tercer año, muchos de ellos llevaban leídos entre 400 y 500
libros. La colaboración con la biblioteca municipal hizo que la
biblioteca dejara ”en consigna” lotes de unos 400 libros para el aula,
libros de cuentos o que trataban de plantas y animales.  Casi
siempre existían unos cinco ejemplares del mismo libro pues varios
chicos solían encapricharse con el mismo título a la vez.

También colaboraron con el grupo ”Los hijos de Abraham” para aumentar
la tolerancia religiosa entre los alumnos. Algunos de estos chicos
procedían de áreas con fuerte tensiones religiosas y reclaman en voz
alta respeto por su propia religión sin estar preparados a tolerar la
religión de otros alumnos. Todo esto se realizó en sueco. Las maestras
tuvieron cuidado en hablar lentamente y articular bien y, además,
confeccionaron muchas imágenes para ilustrar visualmente las
explicaciones.

Una de las maestras resume los logros del proyecto diciendo que los
libros y experiencias del aula han brindado a los alumnos una base
cultural para la convivencia. Antes del proyecto, los chicos no tenían
casi nada en común, ni lengua ni contenidos culturales. Ahora han visto
ejemplos de cómo resolver conflictos y de cómo colaborar y apenas hay
tensiones entre ellos en un ambiente que suele ser conflictivo.

Entre los alumnos no se presentaron problemas de conducta ni tampoco
dificultades de aprendizaje o dislexia. No necesitaron la intervención
de especialistas ”de apoyo”. Se sabe que los niños que empiezan a leer
temprano suelen convertirse en buenos lectores, y por eso el comienzo
de estos alumnos es prometedor.

Para resumir, los logros incluyen el éxito escolar, la identificación
positiva con la escuela sueca y con las maestras, una socialización y
un desarrollo psicosocial excelente (Alleklev-Lindvall 2000).

Sin embargo, la línea oficial de la educación en Suecia no toma en
cuenta esta experiencia. Estas maestras pertenecen a la antigua escuela
de maestras que se concentraba particularmente en la adquisición de la
lectoescritura durante los primeros años. La formación de las nuevas
maestras está actualmente en manos de tendencias psicopedagógicas que
privilegian la ”comprensión” de los problemas de los alumnos antes que
su progreso intelectual.

El éxito del proyecto de Rinkeby cuestiona el modelo oficial, muy caro
por cierto, con maestras de educación especial, psicólogos y un énfasis
en la cultura de los padres del alumno. El proyecto Rinkeby sugiere que
lo esencial es la buena preparación de las maestras y el trabajo
intensivo con los niños».

Fragmento extraído de El discurso europeo actual sobre la educación. Ejemplos de Suecia, Inglaterra y Francia (PDF), de Inger Enkvist, directora del departamento de español de la Universidad de Lund, y autora del libro La Educación en Peligro (Grupo Unisón Ediciones, Madrid, 2000).

Entrevistas a Inger Enkvist:

En La Ilustración Liberal.

Inger Enkvist y el nuevo traje
del emperador
. El Nido del Escorpión.

“Hemos ido muy lejos con la autonomía: ahora el maestro resulta un obstáculo”. De la revista argentina La Capital.

En Suecia, hay cuatro ministros para la infancia y la educación:


Berit Andnor
Ministra de Niños y Familias


Ibrahim Baylan
Ministro encargado de la educación primaria y secundaria


Leif Pagrotsky
Ministro de Educación y la Cultura

Y también se han acordado de los más pequeños:


Lena Hallengren
Ministra de Enseñanza Preescolar.

Enlace al Ministerio de Educación, Investigación y Cultura de Suecia.

time

El último número de Time
dedica su tema de portada a lo que los profesores opinan de los padres,
lo que más odian de ellos. A muchos ni les ven el pelo, otros son
agobiantes, machacones y algunos hasta ofensivos y amenazantes. ¿Pagan
los niños por el comportamiento de sus padres?

Para saber cuáles son los requisitos mínimos (metros cuadrados,
número de alumnos por profesor, etc) que deberían cumplir los centros
de enseñanza, sólo hay que entrar aquí.

epiblas

«A finales de los años sesenta, una realizadora de televisión llamada
Joan Gantz Cooney se propuso extender una nueva epidemia. Su objetivo
era la población infantil de entre tres y cinco años, el agente
infeccioso sería la televisión, y el “virus” que quería propagar, la
alfabetización.

Ideó un programa de una hora de duración que se podría
ver cinco días a la semana. Su intención era hacerlo lo más contagioso
posible, con la esperanza de alcanzar el punto clave de un fenómeno
educativo: el de ofrecer apoyo en los primeros cursos del colegio a los
niños y niñas de los hogares con menos recursos, y propagar valores que
favorecieran el aprendizaje y la alfabetización tanto entre los
espectadores del programa como entre quienes no lo vieran, es decir,
contagiar a los padres a través de los niños, con un efecto que durara
cuando los niños no estuvieran viendo el programa.

Seguramente, Cooney
no habría usado estos términos para describir sus objetivos. Sin
embargo, lo que se proponía era, en esencia, crear una epidemia de
alfabetización, para contrarrestar las epidemias, más extendidas, de
pobreza y analfabetismo. Y bautizó su idea con el nombre de Barrio Sésamo. (…)

A pesar de todo, Cooney, Lesser [Gerald Lesser, psicólogo de la Universidad de Harvard] y un tercer colaborador, Lloyd Morrisett (de la Fundación Markle,
de Nueva York), se pusieron manos a la obra. Enrolaron en su proyecto a
los crativos más importantes del momento. Para instruir a los niños
acerca de los números usaron las técnicas empleadas en publicidad. Para
enseñar el alfabeto utilizaron el tipo de animaciones en directo de los
dibujos animados de los sábados por la mañana. Invitaron a personajes
famosos para que cantaran, bailaran y protagonizaran escenas en las que
se instruía a los niños acerca de las virtudes de la cooperación o
acerca de las emociones.



Barrio Sésamo

se marcó metas más altas e hizo esfuerzos mayores que cualquier otro
programa infantil hasta la fecha, y lo más increíble es que
funcionó.Cada vez que se ha querido evaluar la calidad educativa de Barrio Sésamo
(y hay que señalar que ha sido el programa más analizado por el mundo
académico en toda la historia de la televisión) ha quedado claro que
ayuda a mejorar la lectura y el aprendizaje de sus espectadores.
(…)

Aquellos profesionales descubrieron que si realizaban ajustes
mínimos, pero incisivos, en la manera de presentar sus ideas a los
niños y niñas en edad preescolar podrían vencer la debilidad de la
televisión como herramienta educativa y convertir en memorable su nuevo
estilo. Barrio Sésamo triunfó porque supo ser un programa de televisión
con gancho».

«The tipping point. Cómo pequeñas cosas pueden provocar una gran diferencia», de Malcolm Glandwell.

Hace unos años, John Taylor Gatto
fue elegido profesor del año en el Estado de Nueva York y en la ciudad
de Nueva York. Poco después, escribió sobre el submundo de la historia
de la educación americana. Los de Harper’s Magazine le pidieron un artículo. Y empezaba así:

«He enseñado durante 30 años en
algunas de las peores escuelas de Manhattan y en algunas de las
mejores, y durante ese tiempo me convertí en experto en aburrimiento.
El aburrimiento rodeaba todo mi mundo, y si preguntabas a los niños,
como yo hacía con frecuencia, por qué estaban tan aburridos, siempre
contestaban las mismas cosas: decían que el trabajo que hacían era
absurdo, que no tenía sentido, que ya sabían hacerlo. Decían que
querían hacer algo real, no estar sólo sentados todo el rato. Decían
que los profesores no parecían saber mucho de lo que enseñaban y que
claramente no estaban interesados en aprender más. Y los niños tenían
razón: los profesores estaban tan aburridos como ellos».