Ferreres, en El Periódico de Catalunya
Ferreres, en El Periódico de Catalunya
Cada 17 de junio, Diego Goldberg y su familia posan por separado
delante de una cámara, con la misma expresión en su rostro. Las
primeras fotografías fueron de Diego y su mujer, Susy, en 1976. Después
fueron apareciendo los bebés: Nicolás en 1978, Matías en 1979 y
Sebastián en 1984. Todos han sido fieles a la cita anual. Es como un
ritual privado, dijo Diego: «Nos fotografiamos para detener, por un
momento, la flecha del tiempo que por allí pasa». Se puede ver esta
inquietante línea de tiempo en ZoneCero, un web dedicado al arte de la fotografía.
Teresa Anderson, de 25 años, aceptó ser madre de alquiler por 15.000
dólares, pero en lugar de un niño ha acabado entregando cinco por el
precio de uno, según cuenta hoy The New York Times.
A Teresa le implantaron cinco óvulos de la pareja estéril para asegurar
que por lo menos uno evolucionara favorablemente, y resultó que los
cinco tuvieron suerte. Teresa aceptó seguir adelante con los
quintillizos y no cobrar más a los padres genéticos Luisa Gonzalez y
Enrique Moreno porque iban a tener que asumir más gastos de lo
planeado. Los cinco nacieron ayer en el Banner Good Samaritan Medical
Center. Son todos varones y se llaman: Enrique, Jorge, Gabriel,
Victor y Javier. Éste último es el único que ha nacido con problemas.
La parte izquierda de su corazón no bombea bien la sangre, y está en
observación en el Hospital de Niños de Phoenix.
Tendrá que ser sometido a una serie de operaciones o recibir un
trasplante de corazón. «No puedo decir bastante sobre Teresa y lo que
ha hecho por nosotros»,
dijo Luisa. «Me ha dado mi sueño; nos ha dado nuestra familia». Por su
parte, Teresa Anderson y su marido tienen dos hijos.
Hoy estaba en la playa el payaso-equilibrista que cada año ata una
cuerda a dos palmeras y divierte a los pequeños haciendo malabarismos
sobre ella. Tenía a un grupo de niños ingleses riéndole las gracias.
Uno español, de unos siete años, saltó del paseo a la arena para ver de
cerca el espectáculo. Su padre empezó a gritar su nombre para que
volviera con ellos y continuase paseando. «¡ANTONIO! ¡ANTONIO!
¡ANTONIO!… », gritaba con tono de reproche. El niño vacilaba. Y el
equilibrista, que chapurrea el español, acabó
imitando al padre, con guasa: «¡Antonio! ¡Antonio!», hasta que el
pequeño se marchó
corriendo.
Me entró curiosidad por la familia paseante. Era muy española, en contraste con los ingleses de esta zona:
llevaban ropa bastante oscura y más de la que hacía falta, y caminaban
con paso solemne. También les acompañaba una niña de unos 11 o 12 años
que iba vestida de color pistacho de los pies a la cabeza. Se agachó
para arreglarse el lazo de la manoletina. La madre, que iba hablando
animosamente con otra persona, no la vio y chocó con ella. La cara
sonriente de la madre se transformó en otra de asco. Se acercó a la
niña, cerró el puño, hizo un gesto como de golpearle en la cabeza, y
leí en sus labios: ¡IMBÉCIL!
Estremecedor.
Por esta zona de la costa vienen bastantes familias de ese tipo, de
las que huelen a dinero y a rancio. Abundan las de Madrid, aunque también vienen de Valencia o del mismo pueblo. En verano,
en cuanto empiezan las vacaciones de los niños, se multiplican. Los
columpios se llenan de niñas con enormes lazos de raso en el pelo, como
si llegasen de un viaje en el tiempo. Muchas de estas familias veraneantes se traen a la chica,
como la llaman, casi siempre sudamericana, para que pase todo el tiempo
de vacaciones con los niños mientras los padres se divierten en una
terraza bien alejada.
Mucha gente cree que los hijos únicos son solitarios, egoístas e
inadaptados. Sin embargo, se han hecho cientos de estudios que
demuestran que son iguales que cualquier otro niño y que, además,
cuentan con ciertas ventajas en su desarrollo educativo: por ejemplo,
más atención de los padres, que repercute en una mayor autoestima del
pequeño. También suelen tener más recursos a su alcance, y se ha visto
que suelen obtener mejores notas y también puestos de trabajo más
prestigiosos.A pesar de la evidencia, la gente sigue creyendo en el
estereotipo de los hijos únicos, y para entender esosegún el doctor
Toni Falbo, catedrático de psicología y sociología de la educación de
la Universidad de Texas, en EEUU hay que entender cómo piensa la
gente. Cada vez que alguien ve un caso que confirma su teoría, la
creencia en el estereotipo se reafirma. Pero, en cambio, no se
desvanece cuando comprueban que hay la misma cantidad de niños con
hermanos igual de egoístas, solitarios o inadaptados.
Algunos hijos únicos famosos:
Hans Christian Andersen, Mahatma Gandhi, Indira Gandhi, Elvis Presley,
Jean-Paul Sartre, Burt Bacharach, Robert De Niro, Clark Gable, William
Randolph Hearst, Elton John, Vivien Leigh, Emile Zola, John Lennon, Jay
Leno, Sammy Davis Jr., Leonardo da Vinci, Danielle Steel, …
«La
experiencia de más de 40 años como pediatra ha llevado al francés Aldo
Naouri a tratar las relaciones intrafamiliares en diversos libros que
pretenden ser manuales de orientación. Su última obra, Padres permisivos, hijos tiranos,
publicada por Ediciones B, ahonda en un problema de gran actualidad al
que Naouri aporta la teoría de que los vástagos tienen que ser educados
en la disciplina y los padres deben recuperar su papel de educadores.
Naouri
entronca la crisis entre padres e hijos con la realidad política sobre
la que se construyó Europa en la mitad del siglo XX. Los países
desarrollados estaban aún muy marcados por las dictaduras y “no estaba bien visto todo lo que sonara a autoritarismo”.
Con este panorama las futuras generaciones de hombres y mujeres
llegaron a padres con la teoría de ser tolerantes con los hijos. Pero
las consecuencias fueron catastróficas, asegura Naouri, porque “a esos niños que nada se les impone, se les deja a expensas de sus pulsiones”.
Naouri reconoce que a su teoría se le puede colocar la etiqueta de “retrógrada”, pero sólo pretende “respetar las necesidades del niño”.
El pediatra, autor del best-seller Las hijas y las madres,
considera que el actual modelo educativo no ha mejorado las relaciones
familiares ni ha creado individuos más responsables y felices. Por el
contrario, los niños dan muestras de angustia desde edades tempranas al
tiempo que tienen conductas egoístas.
Padres permisivos, hijos tiranos
explica la forma en que el hijo ha pasado de ser una consecuencia de la
sexualidad a convertirse en un objeto deseado y, por tanto, en
protagonista de las relaciones familiares. En la segunda mitad del
siglo pasado, sostiene Naouri, el principio de autoridad se ha
subvertido, de tal forma que los padres se sienten juzgados por los
hijos y tratan de adoptar los sistemas de valores de éstos. Pero los
vástagos no han podido llegar a establecer una jerarquía de principios
coherentes.
EDUCADOS EN EL PLACER
La propuesta del experto es
que la familia actual debe adoptar de la familia tradicional elementos
que siguen siendo favorables al desarrollo de individuos responsables.
En ese modus vivendi entre padres e hijos, Naouri pone el acento en el valor educativo de la frustración para evitar que haya niños tiranos, que son los que sólo han tenido como referencia el placer desde que nacieron.
Además,
recomienda a los padres acentuar sus diferentes roles –el padre es el
que pone orden y la madre es, además, mujer– para velar por la “calidad de la pareja”.»
El Periódico de Cataluña
publica hoy esta reseña de un nuevo libro. Todo en ella es bastante
coherente menos la última frase, que sí que suena un poco retrógrada.