Archives for category: OFF-BEAT

El hombre de la imagen, Les Stewart, de Mudjimba, Australia, pasó 16
años y siete meses frente a una máquina de escribir. No golpeaba las
teclas para crear novelas, ni diarios, ni memorias,… Sólo se habí­a
propuesto escribir todos los números desde el uno hasta el un millón (y
no con números). Y consiguió el récord en 1998.

Cuando le preguntaron por qué se había dedicado a esa tarea tan repetitiva,
dijo que no tení­a mucho más que hacer desde que un accidente le dejara
inválido y sin trabajo. Antes del accidente era profesor de
mecanografí­a. Depués, tuvo que escribir los 19.890 folios de números con un solo dedo.

«Te oigo, cariño. Vamos, Molly, puedes hacerlo… ». Así hablaba
Carole Wilbourne a una gata negra atrapada desde hace dos semanas bajo
un antiguo edificio del popular barrio de Greenwich Village de
Manhattan. Carole dijo que era terapeuta de gatos. Y Molly era la
encargada oficial de atrapar ratones de un delicatessen, el Myers of
Keswick, donde venden pasteles de carne y otras especialidades
británicas. Pero hace unas semanas, Molly se metió entre un amasijo de
tuberías y no podía salir.

Reporteros de televisión y prensa aparecieron por el lugar para dar
fe del suceso. Varios rescatadores de animales del Animal Care &
Control se dedicaron a rescatarla. Al mismo tiempo, la terapeuta,
arrodillada en la acera, seguía hablando suavemente a la gata: «Todo el
mundo quiere que salgas… nadie va a hacerte daño». Entonces, una de
las rescatadoras salió del polvoriento sótano con una máscara para
pedirle a Carole que se callara. «Creo que la estás estresando», le
dijo. Carole protestó. Dijo que trataba de «darle inspiración» a la
gata. «Me preocupo», le dijo a los reporteros. «No lo estaría haciendo
si no me preocupara».

Katherine Mehta, una niña de diez años, paseaba por allí en ese
momento con su pequeño perro, Pepito, y con su cuidadora, Philomena
Brady. Kathy resumió: «Creo que está asustada, pero saldrá».

Y así fue. Molly salió después de que hicieran un agujero en la
pared del delicatessen para sacarla, 14 días después de quedar
atrapada.  Su cara era como de estar diciendo: «¿Por qué se ha
montado todo este alboroto?».

Esta señora, que vive en Thunder Bay, en Ontario, Canadá, se ha
hecho amiga de este alce. Sacó estas fotos de él en su casa. Una emocionante amistad que encantaría a cualquier niño.

 

Hoy ha sido el aniversario de la masacre de San Valentín, una
matanza que tuvo lugar en Chicago, en 1929, entre dos poderosas bandas
de gánsters: la banda italiana liderada por Al Capone (en la foto) y la
irlandesa/alemana liderada por George ‘Bugs’ Moran.

En la mañana del 14 de febrero, seis miembros de la banda de Moran y
un óptico relacionado con ella fueron colocados en fila
contra la parte trasera de un garaje en el barrio de Lincoln Park y
disparados por cinco miembros de la banda de Al Capone, dos de ellos
disfrazados de policías.

Aunque Moran no estaba entre ellos, la masacre supuso el debilitamiento de
su banda y el fortalecimiento de Capone. Pero también le sirvió a éste
último para que toda la atención del gobierno federal se centrara en
sus delitos. Fue condenado y encarcelado en 1931.

El garaje y una representación de la masacre de San Valentín aparece
al principio de la genial película Con faldas y a lo loco (Some like it hot, 1959) de Billy
Wilder, con Marilyn Monroe, Tony Curtis y Jack Lemmon.

El garaje fue demolido en 1967. Ahora en su lugar hay un párking y un centro
para la tercera edad. Y donde estaba el muro, hay una fila de árboles
plantados.

El muro se desmontó ladrillo a ladrillo y se vendió en subasta a
George Patey, un empresario canadiense, que en 1972 abrió un bar con
decoración años 20, llamado Banjo Palace. Por alguna extraña razón,
reconstruyó el muro en los lavabos de hombres. Las mujeres podían
entrar a verlo tres veces a la semana.

Según una leyenda, después de cerrar el bar, Patey
sacó los 417 ladrillos y los empezó a vender como souvenirs, junto con
una historia escrita de la masacre. Todos van marcados con números para poder
volver a reconstruir el muro original. Los vendía a unos 1000 euros cada uno,
pero se los empezaron a devolver todos. Dicen que los que
compraron aquellos ladrillos tuvieron un golpe de mala suerte
repentino, como una enfermedad, la ruina, el divorcio o incluso la
muerte.

Hay quien dice que
en realidad esa historia es una invención, que Patey no llegó a vender ninguno y que
todavía están a la venta.

El capitán Kirk, de Star Trek, —o, mejor dicho, el actor que lo interpretaba, William Shatner— ha vendido
una piedra que le sacaron del riñón por 25.000 dólares y ha donado el
dinero a Habitat for Humanity, una organización caritativa que
construye casas para los más necesitados. El que ha comprado la piedra
es GoldenPalace.com, un casino on-line
que se destaca por su colección de objetos raros, entre los cuales está
el famoso sandwich de queso medio comido que tenía una imagen de la
Virgen María y que se vendía en eBay hace un tiempo.

Aquí hemos tenido estos días la imagen de David Meca, que se empeñó
en ir nadando desde Jávea hasta Ibiza (110 Kilómetros) y lo consiguió.
El hombre de la imagen hace hazañas parecidas, pero con un fin. Dicen
que lo que hace es arte, pero que también es protesta. Se llama Mark McGowan.
Ha recorrido cerca de 100 kilómetros a gatas por Inglaterra (desde
Londres hasta la catedral de Canterbury) con un cartel sobre la espalda
que dice «¿Podrías quererme?», 18 cajas de chocolatinas atadas a sus
muñecas y tobillos y una rosa entre sus dientes. Ha tardado once días
en completar su recorrido. Dice que ha sido su «pequeño Everest» y que
lo ha hecho por todas aquellas personas que han pasado la Navidad
solas.

Este no es el primer performance
que protagoniza. Una vez arrastró un cacahuete con la nariz durante
unos 11 kilómetros para pedir becas para los estudiantes de barrios
desfavorecidos. Y en una galería de Camberwell, al sur de Londres, tuvo
otra obra expuesta el pasado verano: un grifo de agua abierto.
Pretendía tenerlo abierto durante un año pero tomaron acciones legales contra él
y lo tuvo que cerrar. Mark dijo: «Todo el mundo desperdicia el agua,
pero la mía es arte». Según él servía para concienciar a la gente del
despilfarro de este bien común.

El próximo 23 de enero, en una
galería de arte de Hamburgo, Alemania, tratará de conseguir el
récord de comedores de hamburguesa que, según él, son un icono del
mundo occidental.


Esta Navidad, Joel Krupnik y Mildred Castellanos han decorado así la
puerta de su casa en Manhattan. Semioculto tras un árbol, exponen un
Santa Claus que sostiene un cuchillo sangriento en una mano y, en la
otra mano, una muñeca decapitada  a la que han pintado sangre en
las órbitas de los ojos. Dicen que es una protesta contra la
comercialización de las Navidades. Y añaden que Santa Claus no está en
la Biblia, que no es un símbolo religioso, como lo es la Navidad.

«¿Vas a hablar hoy con nosotras?», le preguntaban las enfermeras cada
mañana sin obtener respuesta. El viernes pasado decidió contestar: «Sí,
eso creo». Se quedaron atónitas. Se trataba del misterioso Hombre del Piano que llevaba en el hospital psiquiátrico desde el pasado abril sin decir
palabra. La prensa había contado de él que lo encontraron paseando por una playa
inglesa elegantemente vestido, con la ropa mojada como si fuese el superviviente de
un naufragio, sin documentación, sin hablar ni una palabra, con la
mirada perdida. Lo llevaron a un hospital y sólo se comunicaba a través
del dibujo y tocando al piano de forma magistral.
Desde entonces ha estado ingresado en el Hospital The Little Brook, en
Dartford (Kent), sin que nadie lograra identificarlo. «Desde que dibujó un piano en el papel donde los médicos esperaban que
hubiera escrito su nombre, el muchacho pasa las horas sentado ante el
teclado», decía el 20 minutos en un artículo de abril. «Si le dejan, a veces se pasa varias horas al piano.»

Ayer, el tono de la prensa cambió. El Daily Mirror subtitulaba:
«Se creía que era un genio de la música que había perdido la cabeza,
que había tratado de quitarse la vida para retirarse a un mundo de
silencio… pero en realidad es un gay alemán que engañó a los médicos
y que apenas sabe tocar una nota». Según relata este respetuoso
diario
británico,
el viernes pasado decidió contar que había
perdido su empleo en París y que
después viajó al Reino Unido con el tren Eurostar. Había cuidado
enfermos mentales, de los que copió el comportamiento. Cuando le
encontraron —en una carretera de la isla de
Sheppey, al sur del condado de Kent— estaba tratando de quitarse la
vida. Añaden que no sabía tocar el piano, que, en realidad, sólo
aporreaba la misma nota una y otra vez. Ya ha sido dado de alta y ha
vuelto a su país natal.

Al periódico inglés parece que le ha defraudado mucho que el joven
no sepa tocar el piano y que encima sea gay y alemán. Hay muchos
periodistas, como se puede ver, a los que les hubiese gustado escribir
novelas de ficción y fantasía, pero algunos otros hubiesen preferido el
oficio de verdugo.

Pasen y vean. Un minuto se tarda en echar un vistazo a las maravillas que hace este hombre: Eric Grohe,
un pintor que transforma fachadas aburridas en escenas de la vida,
espectáculos de la naturaleza, alegorías, … Ningún arquitecto que
diseña escuelas parece pensar en los niños que las habitarán (tema
pendiente en este blog). Por lo menos, si un pintor transformara las
carcelarias fachadas de las escuelas en un soplo de aire fresco, como
hace Eric, daría más alegría dirigirse hacia ellas. Grohe utiliza una
pintura alemana que resiste el sol y la corrosión por la humedad que
aguanta hasta 100 años.

No hace falta recurrir a Eric. Hay grafiteros en este país que hacen
auténticas maravillas. Lástima que se decantan por el lado más
reaccionario. Véase la fachada de la
casa okupada de Can Víes (Sants, Barcelona).

(ver más grande)

Han detenido a una madre en Nashville, Tennessee, por traer una
stripper a casa para la fiesta de cumpleaños de su hijo de 16 años. Se
llama Anette Pharris, tiene 34 años, y dice que quiénes son ellos para
decirle lo que puede o no puede enseñar a su propio hijo. Añade que
ella no le ha hecho ningún daño y que sólo quería hacer algo diferente.
Pero está acusada de contribuir a la delincuencia de un menor y de
implicarle en actos obscenos. También están acusados el padre del
chico, la stripper y dos individuos más. En la fiesta había 10 personas
menores de 18 años. La madre hizo fotos, las llevó a un establecimiento
cercano, y el que se encargaba del revelado la denunció a la policía,
según la MSNBCNews.

Una pregunta: ¿Ana y los siete no iba de una stripper que cuida niños pequeños?