Archives for category: PSICOLOGÍA

A diario le pregunto a Ana por el colegio. Le digo que me cuente qué
han hecho o cómo se lo ha pasado, pero normalmente se niega. Sólo
cuando parece que no le estás prestando ninguna atención, empieza a
relatar los entresijos de su vida social en preescolar. Su abanico de
amigas cambia cada día. Recuerda con exactitud cómo han ido vestidos
sus compañeros; qué llevaban para desayunar; cómo son sus mochilas;
quiénes son sus madres; …  La lástima es que todas estas
experiencias desaparecerán para siempre de su memoria dentro de unos
años. La culpable es la amnesia infantil, un término que hace
referencia a la inhabilidad de los adultos para recordar lo que nos
ocurrió antes de los cuatro años.

Un estudio realizado en el Memorial University of Newfoundland,
Canada, acaba de determinar que esa amnesia infantil hace su aparición
a la edad de 10 años. En el trabajo —publicado en la revista Memory y
realizado por la psicóloga Carole Peterson— participaron 136 niños de entre 6 y 19 años. 

No está nada claro por qué algunas experiencias entran a formar
parte de la memoria a largo plazo y otras no. Entre los seis y los
nueve años, los niños pueden recordar su pasado,
pero a los 10 entran en un sorprendente estado ‘adulto’ de recuerdos en
el que el periodo preescolar desaparece para siempre. La doctora
Peterson dice que los padres pueden ayudar a que se mantengan los
recuerdos. ¿Cómo? Hablando con los niños.

Este estudio forma parte de una amplia investigación sobre el
lenguaje y la memoria autobiográfica de los niños. Peterson lleva más
de 30 años escuchando cómo los pequeños relatan su pasado.

Stanley Milgram
(1933-1984) fue un psicólogo de la Universidad de Yale (EEUU) que publicó en
1963 un impactante estudio sobre la obediencia a la autoridad en el
Journal of Abnormal and Social Psychology. Las conclusiones de aquel
experimento fueron tan polémicas que a Milgram le echaron de la APA
(American Psychological Association)
al año siguiente por cuestiones éticas. Sin embargo, pronto sería
considerado uno de los estudios de psicología social más importantes
del siglo XX.

El País menciona hoy a este hombre en su refrito de cada jueves de The New York
Times
. El artículo original del diario neoyorquino ha quedado tan
destrozado que es recomendable leer sólo el original, que data del 27 de
septiembre (vía Herald Tribune). Dan Hurley, un periodista científico
del Times, se trasladó a Ohio para pasar el día en el Archivo de
Historia de la Psicología Americana
(motivo del reportaje), un fascinante museo de la Universidad de Akron que contiene
desde películas de Freud hasta la máquina de shocks que utilizó
Milgram para su estudio. Hurley estuvo hablando con el doctor David B. Baker,
director del museo, recorrió los archivos, y aprendió todo sobre la colección de
manuscritos, libros y aparatos. Incluso se sometió al psicógrafo.
Seguramente el periodista de El País sólo obedecía órdenes cuando se comió el 80% del texto  de Hurley y conservó la firma.


El estudio de Stanley Milgram sobre la obediencia

Milgram empezó con los experimentos en 1961, un año después de que
condenaran a muerte a Adolf Eichmann en Jerusalén por crímenes contra
la Humanidad durante el régimen nazi en Alemania. Este psicólogo
neoyorquino se preguntó por qué un hombre que no tenía nada en contra
de los judíos y que parecía tan normal había acabado
participando en el Holocausto. ¿Era posible que sólo acatase
órdenes?


Método del trabajo

Pusieron unos anuncios en un diario de New Haven (Connecticut) pidiendo
voluntarios para un experimento científico relacionado con «la memoria
y el aprendizaje» en la Universidad de Yale. Pagaban cuatro
dólares más dietas. No se les habló del motivo real del estudio para no influir en los resultados finales. Acudieron
voluntarios de entre 20 y 50 años de ambos sexos y de todas los niveles culturales.

Había tres figuras: el investigador (que hacía el experimento), el
“maestro” (que era el voluntario, el auténtico conejillo de indias del
estudio) y el “alumno” (un actor que fingía ser otro participante). El
investigador explicaba que pretendían probar los
efectos del castigo en el aprendizaje. Añadía que existían muy pocas
investigaciones en ese campo y que no sabían cuánto castigo es necesario
para un mejor aprendizaje.

Ambos debían sacar un papelito de una caja para escoger el rol que desempeñarían en el
experimento supuestamente aleatorio. En realidad, en todos los papelitos ponía
“maestro” y el actor fingía haber sacado el de “alumno”.

En una sala vecina, el “actor” se sienta en una especie de silla
eléctrica y se le ata «para evitar un movimiento excesivo». Se le
colocan unos electrodos y se advierte que las descargas pueden llegar a
ser extremadamente dolorosas pero que no provocarán daños irreparables.
Se les da
una descarga de 45 voltios a ambos para que el maestro
vea qué tipo de dolor recibirá su alumno.

Entregan una lista de pares de palabras que el “maestro”
tiene que enseñar al “alumno”. Primero lee todas las palabras seguidas y después sólo
la primera de cada pareja y el “alumno” tiene que adivinar la segunda de
entre cuatro posibilidades. Para ello, el “alumno” tiene que presionar uno de los
cuatro botones (del 1 al 4), según la respuesta que crea correcta. Si
acierta, pasa a la palabra siguiente. Pero si se equivoca, recibe una descarga de 15 voltios. Y con cada nuevo error, se van
sumando 15 voltios más, hasta los 30 niveles de descarga estipulados en
el experimento.

El “maestro” cree que está dando realmente descargas al “alumno”, pero son
simuladas. Cuando alcanzan cierto nivel, el “actor” empieza a golpear la
pared que le separa
del “maestro” para que pare. Grita de dolor,
renuncia al experimento, le suplica que se detenga. Si llegase a los
270
voltios, agonizaría. A los 300, deja de responder… Todos esos sonidos
de dolor, en realidad, eran la misma
grabación que escuchaban por igual todos los
“maestros”.


Reacciones de los “maestros”

En general, al llegar a los 75 voltios, se ponían nerviosos ante las
quejas de dolor y sugerían abandonar el estudio, pero la rígida autoridad del
investigador les convencía para seguir con frases como: «Continúe, por
favor». «Es absolutamente esencial que continúe». «Usted no tiene otra
opción, debe continuar». Si después de estas frases, el “maestro” se negaba a continuar, el experimento se paraba.

Resultados

Antes de realizar el experimento, el equipo de Milgram creía de forma
unánime que sólo algunos sádicos aplicarían el voltaje máximo de 450
voltios. Pero se quedaron sorprendidos al comprobar que el 65% de los
“maestros” lo aplicaron, aunque lo
pasaran mal mientras lo hacían.

Los investigadores estaban desconcertados. No se explicaban los
resultados. Los participantes no les parecían sádicos, al contrario.
Estaban preocupados por su propia conducta y por cómo iba evolucionando
el ensayo, aunque eran conscientes del daño que estaban causando y
siguieron aplicando las descargas a la orden del investigador. Como
dato curioso, hombres y mujeres resultaron ser igualmente obedientes,
pero las mujeres
sufrían más estrés. Y se sintieron aliviados cuando se enteraron de que
el “alumno”
era un actor y que todo era una simulación. 

Al final, el 84% de los participantes dijo que
estaba «contento» o «muy contento» de haber participado en el estudio.

En 1974, Milgram escribió:

Los aspectos legales y filosóficos de la obediencia son de enorme
importancia, pero dicen muy poco sobre cómo la mayoría de la gente se
comporta en situaciones concretas. Monté un simple experimento en la
Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano
corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un
experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes
imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros
y, con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los sujetos
(participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La
extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier
requerimiento ordenado por la autoridad constituye y principal
descubrimiento del estudio.

Stanley Milgram. The Perils of Obedience (Los peligros de la obediencia. 1974)

Posteriormente a Milgram, otros investigadores han hecho estudios
similares, aunque muchos lo consideran todavía hoy poco ético. En 1999, Thomas Blass,
de la Universidad de Maryland, publicó un análisis de todos los
experimentos similares realizados hasta entonces y concluyó que entre el 61% y el
65% de los participantes habían aplicado voltajes altos a
sus alumnos, independientemente del lugar o del año en el
que se hiciera el estudio.

Una vez le comenté a una pediatra que a Ana le costaba dormirse. Sin
mediar palabra, sacó un papel para extender recetas y apuntó Duérmete niño, el famoso libro de Eduard Estivill,
como si se tratase de la Apiretal. El método que propone este neurólogo se basa en dejar
llorar al niño hasta que se canse y se resigne a quedarse solo, aunque,
para no ser tan brusco, ocupa varias decenas de páginas para decir
cómo hacerlo poco a poco. El libro ha
tenido un éxito arrollador y se puede encontrar hasta en
pueblos donde no hay ni una sola librería.

Un grupo de personas han elaborado la Declaración Sobre el Llanto de los Bebés,
que pretende hacer de contrapeso. Al margen de ciertos ramalazos
holísticos, que siempre echan a perder estas iniciativas (sugieren que
parir sin epidural es lo más recomendable, por ejemplo), y de la falta de
referencias científicas claras (como también ocurre en el libro de
Estivill), el texto destila más sentido común que el del rico neurólogo.
Aquí hay un fragmento:

«Varios científicos
estadounidenses y canadiense (biólogos, neurólogos, psiquiatras, etc.),
en la década de los noventa, realizaron diferentes investigaciones de
gran importancia en relación a la etapa primal de la vida humana;
demostraron que el roce piel con piel, cuerpo a cuerpo, del bebé con su
madre y demás allegados, produce unos moduladores químicos necesarios
para la formación de las neuronas y del sistema inmunológico; en fin,
que la carencia de afecto corporal trastorna el desarrollo normal de
las criaturas humanas. Por eso los bebés, cuando se les deja dormir
sol@s en sus cunas, lloran reclamando lo que su naturaleza sabe que les
pertenece.

En Occidente se ha
creado en los últimos 50 años una cultura y unos hábitos, impulsados
por las multinacionales del sector, que elimina este cuerpo a cuerpo de
la madre con la criatura y deshumaniza la crianza: al sustituir la piel
por el plástico y la leche humana por la leche artificial, se separa
más y más a la criatura de su madre. Incluso se han fabricado modelos
de walkyes talkys especiales para escuchar al bebé desde habitaciones
alejadas de la suya. El desarrollo industrial y tecnológico no se ha
puesto al servicio de las pequeñas criaturas humanas, llegando la
robotización de las funciones maternas a extremos insospechados.

(…)

Deberíamos sentir un
profundo respeto y reconocimiento hacia el llanto de los bebés, y
pensar humildemente que no lloran porque sí, o mucho menos, porque son
malos. Ellas y ellos nos enseñan lo que estamos haciendo mal.»

La Asociación Primal es otra iniciativa contra la epidemia-Estivill. Dicen en su web:

«Con el método
Estivill (que es una copia más o menos sofisticada de los métodos de
crianza conductistas tipo Feber – métodos inspirados en dicho autor),
el bebé no se duerme, sino que se adormece para intentar reprimir la
catastrófica realidad de estar bajo el cuidado de unos padres tan poco
sensibles a sus necesidades básicas; y se adormece también para
intentar evitar “perder el sueño” y perder la esperanza de que algún
día sus necesidades primarias vayan a ser satisfechas.

(…)

El Dr. Estivill muestra claramente su “miopía emocional” con frases como estas, extraídas del capítulo 4º de su libro:

“…no dudéis que vuestro “corazoncito” flaqueará cuando oigáis llorar a vuestro hijo…”

“…lo más probable es que en ese momento esté llorando a moco tendido… Ni caso. Seguid hablando como si nada…”

“…Es ahora cuando
papá y mamá han de mostrar su verdadera fortaleza. No deberán pensar en
Juanito, que alza sus bracitos con cara de morirse de pena…”

“…lo lógico es que
llore, grite, vomite, patalee, diga “sed”, “hambre”, “pupa”, “no te
quiero”… lo que sea con tal de conseguir que os dobleguéis, pero ni
os inmutéis … Y si os cuesta mucho, pensad que lo estáis haciendo por
su salud y la de toda la familia…”

”…porque es Juanito quien se ha de adaptar a vosotros y no vosotros a él…”»

Ayer vi a una madre en el Carrefour que seguramente se había
aprendido
el método Estivill y lo aplicaba las 24 horas del día. Llevaba una niña
y
un niño de pie dentro del carro de la compra llorando a todo pulmón y
gritando «Mami! Mami! Mami!» con los dos brazos extendidos hacia ella.
Era un auténtico escándalo. Todo el mundo la miraba. Pero la madre no
parecía oírles. Avanzaba
impasible, como la malvada bruja de Blancanieves, empujando del carro
como si los llevase hacia el infierno. Deberían de retirarle el carnet
de padres a muchas personas.

El Bullying o acoso escolar,
además de causar traumas puede ser mortal, como ya se ha comprobado con
los suicidios de Jokin, de Hondarribia (Guipúzcoa), y de Cristina, de
Elda (Alicante). Por eso, SOS Bullying recomienda que se actúe rápido.
Pide a los padres que escuchen a sus hijos con atención para conocer la
situación que viven éstos e intenten situarse en su lugar para tratar
de comprender cómo están viviendo el acoso. Parece que el caso de
Cristina ha aumentado la alerta y se han multiplicado las llamadas de
los padres a este servicio, que, en los siete meses que lleva en
marcha,  ya ha recibido 4.200 demandas.

Según Ferran Barri,
psicólogo y presidente de SOS Bullying y de la Asociación Nacional de
Profesorado de la Enseñanza (ANPE) en Cataluña, es un problema que
siempre ha existido, pero ahora se habla más de ello y está en ligero
aumento. Barri lo achaca a los valores erróneos que inculcan la
televisión y los videojuegos; al menor tiempo que pasan los padres con
los hijos; y al poco prestigio de los profesores. La violencia entre
los niños también ha cambiado. Del enfrentamiento cara a cara con puños
se ha pasado al seis contra uno con navajas incluídas. «Nunca antes
habíamos visto armas blancas en los colegios», dijo Barri al 20 minutos.

SOS Bullying es una iniciativa de ANPE y su teléfono es el 93.301.29.13

Extracto de una carta de un lector de 20 minutos:

«Sufrí acoso desde los 11 años y durante más de cuatro cursos (dos
horribles). Desde entonces no he podido confiar en los demás. Me
insultaban, me pegaban, me obligaban a hacer sus trabajos… Había
otras prácticas divertidas, como bajarte los pantalones a traición en
el centro del patio o cogerte entre una turba de desalmados y
aplastarte tus partes contra una columna.»
J.D.G. 29 años

¿Tendrán los niños de Israel el mismo sentido del humor que los
alemanes? Investigadores de cinco países están preparados para analizar
qué es lo que hace reír a los niños. Han empezado a recopilar material
“divertido”, sobre todo de la televisión, y después se los mostrarán a
niños de entre ocho y 12 años de determinadas escuelas de cada país.
Junto a la Universidad de Ulster, participan investigadores de
Alemania, Israel, Sudáfrica y Estados Unidos. Los
especialistas del Instituto Internacional para el Estudio de la
Juventud y los Medios, de Munich —que son los que pagan el estudio—
medirán la alegría de los pequeños con una especie de alegrómetro, un aparto que capta el cociente de risas.

Quieren averiguar qué tipo de humor atraviesa las barreras
culturales y cuál es específico de cada país o cultura, según dijo a la
BBC la Dra. Maire Messenger-Davies,
de la Universidad de Ulster. Después se les preguntará a los niños qué
piensan y estas respuestas se analizarán, y se verá, entre otras cosas,
si el humor es distinto en niños y en niñas.

Los niños de tres de los países participantes ven programas en
inglés, pero rara vez ven programas que se emiten en países como
Alemania, Israel o Sudáfrica. Un programa común para todos es los
Simpson, así que aprovecharán para ver si ese es el tipo de humor
universalmente aceptado. / Fuente: BBC

Muchas parejas en crisis acuden a terapia matrimonial para intentar
salvar su relación, pero, según una investigación que publica hoy The New York Times,
de poco sirve. Dos años después de acabar la terapia, el 25% de las
parejas está peor que al principio, y cuatro años después, el 38% se ha
divorciado. Según los investigadores que han analizado la eficacia de
los distintos tratamientos, muchos de los métodos que se usan —como
enseñar a la pareja a comunicarse mejor y a escuchar más— aportan
algo de ayuda para un año, pero son insuficientes para zanjar los
problemas, que vuelven a surgir de forma inevitable con el
tiempo.  También auntan estos expertos que muchos terapeutas no
tiene capacidad para trabajar con parejas que tienen serios problemas.
Son incapaces de hacerles llegar a la raíz del conflicto y buscar una
solución. En lugar de eso, se dedican a hacer que el matrimonio hable
por turnos semana tras semana, sin poder adivinar cuándo acabará el
tratamiento, o les dicen que no hay nada que hacer y les empujan hacia
el divorcio.

Normalmente, este tipo de terapia se lleva a cabo por psicólogos,
psiquiatras y trabajadores sociales, y por terapeutas matrimoniales y
familiares. Consiste en una serie de técnicas de psicoterapia que
pretenden ayudar a las parejas a comprender y superar los problemas de
su relación.

En los últimos años, se han hecho muchos esfuerzos para encontrar la
forma de salvar matrimonios y han aumentado las relaciones duraderas.
Hay un experimento llamado terapia integradora de comportamiento para parejas
con la que el 67% de los matrimonios mejoran en dos años, según un
estudio que publicaba en noviembre la Asociacion para el Avance de la
Terapia de Comportamiento. En lugar de enseñar a las parejas a evitar o
solucionar las peleas, como hacen las terapias tradicionales, la
terapia integradora pretende lograr que las discursiones sean menos
dañinas, ayudando a las personas a aceptar sus diferencias. Esta
estrategia se basa en un reciente hallazgo: no se trata de ver si las
parejas se pelean sino de ver cómo lo hacen y si esas discursiones
pueden destruir la relación.

Educación matrimonial

Ya hay muchos terapeutas matrimoniales decepcionados con cualquiera de
estos métodos. Ahora dicen que es mucho mejor que la pareja acuda a un
programa de educación matrimonial a estar aireando sus problemas.
Porque, al fin y al cabo, estas terapias suelen consistir en que uno le
diga al otro por qué está arruinando su vida y son duras sesiones de
dolor y lágrimas.

Pero estos programas tampoco son la panacea. Según el Dr. John Gottman, profesor emérito de psicología de la Universidad de Washington y director del Instituto para la Investigación de la Relación
en Seattle, estos talleres resultaron insuficientes para muchas parejas
(20-30%) de su investigación con problemas serios, como infidelidad o
depresión, que sólo podían abordarse con la terapia clásica.

Gottman lleva más de dos décadas grabando en vídeo a parejas
felices e infelices, y analiza su comportamiento. Ha llegado a la
conclusión de que todas ellas pelean y de que las peleas casi nunca se
resuelven. Y la diferencia fundamental entre las parejas felices y las
infelices es la forma en que discuten: las parejas felices mantienen
discursiones con interacciones positivas, aunque sólo se trate de una
sonrisa o un toque de humor. Las infelices tienen argumentos
corrosivos, con críticas, gestos y palabras negativas y posturas a la
defensiva. Hasta la más feliz de las parejas puede sentirse asqueada
alguna vez, pero el doctor Gottman ha encontrado que si el ratio de
intercambios positivo a negativo es, por lo menos, de cinco a uno, la
relación se salva. Cuando baja de esa posición, este experto predice
con un 94% de certeza que la pareja se acabará divorciando.

………………

El artículo en el New York Times de hoy se titula: Married With Problems? Therapy May Not Help, de Susan Gilbert.

En casa, Emily era una niña perfectamente normal. Pero cuando estaba
con otras personas que no fuesen sus familiares más cercanos, no
pronunciaba ni una sola palabra. No lo hizo ni en el Jardín de
Infancia, ni en preescolar. No participaba en las actividades de clase,
ni siquiera en la solitaria tarea de pintar. Y cuando iba al pediatra,
jamás miraba a los ojos a las enfermeras o al médico. Y salía corriendo
de los columpios si se acercaba otro niño. Los maestros no sabían qué
hacer con ella. Su madre preguntó a algunos expertos hasta que un día alguien le dijo que podía tratarse de mutismo selectivo.

Hace 15 años, a esta alteración se le llamaba mutismo electivo. El
silencio de estos niños era considerado intencionado y manipulador, y
en los tratados de psiquiatría de esa época se les describía como niños
testarudos que se niegan a hablar sólo por llevar la contraria. Otra
creencia popular era que este estado era estrés post-traumático, y que
estos pequeños guardaban el secreto de algo terrible que les había
ocurrido.

La terminología se cambió por mutismo selectivo en la cuarta edición del manual de diagnóstico de la Asociación Americana de Psiquiatría.

La mayoría de investigadores cree ahora que el mutismo selectivo se
debe más al temperamento que a las influencias ambientales. Hasta hace
poco, se creía que era extremadamente raro, y que afectaba a un niño de
cada 1000. Pero un estudio publicado en el 2002 en el Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry afirmaba que eran 7 de cada 1000. Es decir, el doble que el autismo.

Los expertos creen que el mutismo selectivo podría tener algo que
ver con las muchas caras de la ansiedad social, desde el miedo a comer
en público a la agorafobia, pero todavía se sabe muy poco al respecto
y, lo que es peor, pasa muy inadvertido. Los padres de los niños que lo
sufren suelen recibir consejos del tipo: «Hay muchos niños tímidos, lo
superará», como fue el caso de Emily.

Pero los profesores seguían llamando a
su madre. Le decían que no participaba en nada en clase, que
simplemente se sentaba y se ponía a leer un libro. Y lo curioso de estos
niños es que permanecen callados aunque su silencio provoque vergüenza,
ostracismo e incluso castigos. «Se convierten en niños que evitan las interacciones sociales», dijo al New York Times la doctora Elisa Shipon-Blum
de Filadelfia, que ha tratado a cientos de niños con esta alteración.
«No saben cómo relacionarse. Aprenden a evitar mirar a los ojos.
Aprenden a girar la cabeza. Aprenden a no comunicarse».

Los expertos dicen que puede que estos pequeños estén en un estado
de alerta psicológica porque tienen la sensación, real o imaginaria, de
que están en peligro. Algunos psiquiatras recomiendan medicarles.
Muchos casos han sido mejorados con Prozac, y otros antidepresivos de
la clase de inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina.
Pero estos fármacos no benefician a todo el mundo. Emily empezó a tomarlos y
al cabo de unas semanas hablaba. Pero también tuvo problemas de
comportamiento que desaparecieron cuando se retiró el medicamento.

Han funcionado con éxito las terapias cognitivas y de
comportamiento, que consisten en ir exponiendo gradualmente al niño a
las situaciones que le dan miedo. Estas terapias son duras y requieren
que al menos uno de los padres se involucre al máximo. Hay que
suavizarles en camino hacia el exterior.

Los pediatras suelen decir a los padres de estos niños frases de
ánimo como “Lo superará”, pero no es muy realista. Si un niño todavía
tiene ese comportamiento a los siete años, quiere decir que es bastante
grave, y que podría durar para toda la vida. Sue Newman-Mercado tiene
dos mellizas de 23 años con esta alteración. Y junto a Carolyn Miller
crearon la Fundación de Mutismo Selectivo hace más de una década. / Fuente: New York Times (12 abril 2005)

……………

En el web del Grupo de Mutismo Selectivo hay interesantes documentos en PDF (en español) para informar a pediatras y a profesores, entre otros, sobre esta alteración.

En las sociedades occidentales, lo que se considera más normal es
que los niños pequeños duerman solos. Algunos médicos incluso se han
hecho ricos recomendando una técnica que consiste en dejarles solos
llorando hasta que se queden dormidos. Sin embargo, no parece haber
ninguna ventaja para su salud ni  para su desarrollo en ese sueño
solitario. De hecho, hay estudios que demuestran todo lo contrario.
Investigadores de todo el mundo han desvelado que los niños que
comparten el sueño son más independientes, más desenvueltos y tienen
más confianza en sí mismos. Cuando llegan a ser adultos, tienen mayor
autoestima,  controlan mejor las situaciones de estrés, y se
sienten más cómodos en situaciones de intimidad que los adultos que
durmieron solos cuando eran pequeñitos. / Fuente: Baby Center

Cuanta más televisión ve un niño de cuatro años, más probable es que se convierta después en un bully (abusón) en el colegio, según un estudio realizado en la Universidad de Washington y que se publica en el número de abril de la revista Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine.
Al mismo tiempo, los niños cuyos padres que les leen, les sacan a
pasear o, simplemente, les tienen en cuenta y les prestan atención,
tienen menos probabilidades de convertirse en los matones de la clase. Frederick Zimmerman,
director de la investigación, asegura que a partir de ahora el abuso
puede añadirse «a la lista de consecuencias potencialmente negativas de
ver demasiado la televisión, junto con la obesidad, la falta de
atención y otros tipos de agresión». La investigación desvela también
que las lagunas en el aprendizaje o en la comprensión en los primeros
años hacen que los niños sean menos capaces de desenvolverse bien con
sus compañeros y que la violencia en la televisión conduce a una
conducta agresiva. / Fuente: CNN

Ayer salió el suplemento del New York Times (NYT) en El País. En la página
de Ciencia y Tecnología metieron un interesante artículo de 2.125
palabras que publicó el NYT hace más de dos semanas bajo el título:
Looking for Personality in Animals, of All People. El País lo ha
titulado Igual resulta que los animales también tienen personalidad.
Queda la duda
de si es un título de prueba que se coló por error o es lo que meditaron para coronar el texto de Carl Zimmer.

Comparar el artículo
original con lo que ha quedado de él es un ejemplo de cómo se trabaja
en los periódicos españoles: el trabajo del que escribe es lo de menos; la profundidad del tema no se considera de interés; lo
mejor, a veces, es lo que se omite; y la fuente no importa nada.

Como la mayoría de los artículos de ciencia del NYT, el tema está
tratado con bastante profundidad. Hubiese merecido la pena darle la
página entera y
dejar los grillos de abajo
para otra ocasión. En la otra mitad de la página hay un par de fotos de
grillos, una de ellas de gran tamaño, acompañando un pequeño texto
titulado: Los
grillos listos viajan en manada
.

Ahí va el artículo entero. Y, en negrita, lo que omite El País:


Carl Zimmer / NYT /1marzo2005 

Un equipo de científicos holandeses intenta resolver el misterio de la
personalidad. Por ejemplo, ¿por qué algunas personas son tímidas y
otras, atrevidas? ¿Qué papeles juegan los genes  y el entorno en la
configuración de la personalidad? Y lo más misterioso de todo, ¿cómo
han evolucionado?

Los científicos trabajan en una ambiciosa serie de experimentos para
responder a estas preguntas. Estudian a miles de individuos, cómo
interactúan, comparan sus personalidades con las de sus descendientes y
analizan su ADN. Lo que puede resultar chocante es que sus sujetos tengan plumas. Científicos del Instituto de Ecología de Holanda investigan la personalidad de aves silvestres.

Hasta hace poco, la mayoría de los expertos en personalidad habría
considerado un estudio de este tipo como un estúpido antropomorfismo. «Se ve con suspicacia y menosprecio», dice Samuel Gosling, psicólogo de
la Universidad de Texas. Pero los científicos han descubierto que, en muchas especies, los
individuos se comportan de formas coherentemente distintas. Afirman que
estas diferencias cumplen con la definición científica de personalidad.

Si están en lo cierto, la personalidad humana tiene profundas raíces
evolutivas. «Es una cuestión de grado, no de diferencia», afirma Piet
Drent, del Instituto de Ecología de Holanda.


“Han ido a por lo más complejo”, dijo el dr. Sacha Dall, un biólogo evolucionista de la
Universidad de Exeter en Cornwall.

Los investigadores holandeses estudian la importancia de los genes en
la personalidad de las aves, y el efecto que personalidades diferentes
tienen en su supervivencia. Esperan poder realizar estudios paralelos en seres humanos para
ver si las mismas fuerzas que hay detrás de la evolución de la
personalidad en pájaros funcionan en nuestra propia especie.


La ciencia de la personalidad humana existe desde hace un siglo. Los
psicólogos han confiado en cuestionarios y en otros métodos de pruebas
para calcular sus dimensiones. Un método común, para los científicos,
es preguntar a los sujetos cómo se ajustan ciertos adjetivos a sí
mismos (o a las personas que conocen bien).

«Ciertos rasgos tienden a ir juntos», dice el doctor Gosling. «Nosotros
creemos que la gente que es energética también tiende a ser
habladora. No tiene por qué ser de esa forma, pero así es como suele
ser». El otro aspecto también es cierto: la gente menos energética
tiende a ser menos habladora.


Los psicólogos se han dado cuenta de que pueden agrupar estos rasgos en
sólo unas pocas medidas de personalidad. Las personas pueden ser más o menos
extrovertidas, por ejemplo, y eso significa que son sociables,
enérgicos y tienden a tener emociones positivas. Las mismas medidas se
han encontrado en todo el mundo, desde Zimbawe hasta el Ártico ruso, lo
que sugiere que son universales en humanos.


Algunos estudios han sugerido que los genes son responsables de algunas
de las diferencias entre los tipos de personalidad de la gente. Pero no
son muy concluyentes porque los científicos no pueden hacer
experimentos con humanos. «Las madres humanas no te dejan que les
cambies sus hijos al nacer, lo que sería un genial estudio para hacer»,
dice el doctor Gosling.


No ha sido hasta esta última década cuando los científicos han
investigado si los animales tienen personalidad. En un estudio
pioneron realizado a mediados de los 90, el Dr. Gosling estudió una
colonia de 34 hienas en la Universidad de California, Berkeley. «Mi
meta era simplemente decir ¿podemos medir la personalidad en animales?
No estaba claro si iba a funcionar o no», dijo.


El Dr. Gosling pidió a cuatro cuidadores de la colonia que rellenaran
cada día una versión modificada de un cuestionario humano para cada
animal.
«Resultó que concordaba con los resultados que se encuentra en humanos», dijo
el doctor Gosling. Aún más, las personalidades de las hienas
encajan con algunas de las halladas en humanos, como el carácter neurótico y la
simpatía. Desde entonces, una serie de estudios han documentado las
personalidades en animales, desde los chimpancés hasta los calamares.

Para algunos biólogos, el interrogante principal sobre estas
personalidades animales radica en por qué la selección natural conserva
una variedad tan amplia. «¿Por qué no se ha convertido en el estándar
un tipo de personalidad?», se pregunta el Dr. Drent. Si ser
extrovertido ofrece la mejores pronósticos para una hiena para
reproducirse, se debería esperar que a lo largo del tiempo, todas las
hienas llegasen a ser extrovertidas.

El doctor Drent y sus colegas esperan que su estudio en pájaros
pueda revelar algunas pistas. Están estudiando [Drent y sus colegas
estudian] un pariente europeo del paro, llamado carbonero común (Parus major).
La mayoría de los pájaros pasan toda su vida en un sólo bosque, y están
encantados de cambiarse a unas cómodas cajas nido proporcionadas por
los científicos. Como resultado, los investigadores holandeses pueden
seguir la pista de la población completa de pájaros durante años,
llevando tablas sobre su salud y su éxito reproductivo.

Los científicos también pueden
llevarse algunos pájaros al laboratorio
para medir sus personalidades o llevar a cabo experimentos de cría.
«Estos pájaros son perfectos para este tipo de estudios», dijo el
doctor Niels Dingemanse de la Universidad de Groningen, un colaborador
del Dr. Drent.


En lugar de cuestionarios, el equipo holandés prueba el comportamiento de los pájaros para medir su personalidad.

En el experimento, los científicos colocan un objeto extraño —un
bolígrafo luminoso y un muñeco de la Pantera Rosa—
en la jaula de un
pájaro. Algunos se aproximan rápidamente a él, mientras que otros se
apartan.

En otro experimento, los investigadores abren la puerta de una jaula,
permitiendo que los pájaros exploren una gran habitación en la que hay
cinco árboles artificiales. Algunos pájaros se lanzan enseguida sobre
los árboles, mientras que otros prefieren permanecer en la jaula.

En una tercera prueba, los investigadores colocan un cuenco de sabrosos
gusanos en la habitación. Cuando los pájaros aterrizan en el cuenco
para comer, los investigadores los sobresaltan elevando una placa
metálica cercana. Entonces observan cuánto tiempo tardan en volver al
cuenco.

Los experimentos revelan que los pájaros tienen personalidades
constantes que permanecen estables durante años. Los pájaros atrevidos,
como los llaman los cientificos, son rápidos a la hora de investigar
nuevos objetos y recuperarse del susto de la placa metálica.

Las aves tímidas son lentas en los tres experimentos. Las atrevidas son
también mas agresivas que las tímidas y experimentan menos estrés
cuando las manejan los científicos.

Los experimentos de cría en cautividad revelan que estos rasgos tienen
una sólida base genética. En sólo cuatro generaciones, los
investigadores pueden conseguir pájaros aún más atrevidos y otros más
tímidos. «El 50% de las variantes en personalidades aviares se debe a
diferencias genéticas», explica Kees van Oers, del Instituto Max Planck
de Ornitología
de Alemania.


El Dr. van Oers está buscando los genes responsables de estas
diferencias. Estima que hay 10 que pueden jugar un importante papel, y
ya ha localizado un fuerte candidato, conocido como DRD4.


Algunos estudios sobre la versión humana de este gen sugieren que
influye en el deseo de búsqueda de nuevas experiencias. Sin embargo,
otros
estudios han fallado cuando han intentado reproducir esta relación.
«Estamos todavía trabajando en los últimos retazos, pero suena
prometedor», dijo el Dr. van Oers.


Los genes de los rasgos atrevido y tímido se han mantenido por
selección natural. Para averiguar cómo ocurre esto, los investigadores
han descubierto cómo los pájaros con distintos rasgos se las apañan
durante años. «No estábamos seguros de qué resultados íbamos a obtener
porque nadie lo había hecho antes», dijo el dr. Dingemanse, que dirigió
esta parte del estudio.


Los investigadores descubrieron que la personalidad de los pájaros
repercute en su supervivencia y que esta repercusión varía de un año
para otro al fluctuar el suministro de alimento. «Es una historia
bastante compleja», dijo el Dr. Dingemanse.
  En años de escasez, las hembras atrevidas
tienen más posibilidades de sobrevivir que las tímidas, mientras que a
los machos tímidos les va mejor que a los atrevidos. Estos patrones se
intercambian en los años de comida abundante.

Sin embargo, a lo largo de varios años, los pájaros con personalidades
intermedias parecen tener más éxito a la hora de criar.  «A los
animales intermedios les iba mejor», dijo el Dr. Dingemanse.
Si los pájaros intermedios se adaptan mejor que los muy atrevidos o
tímidos,
Es extraño, por tanto, que todos los pájaros no sean
intermedios. Una posibilidad es que las personalidades intermedias
surjan cuando los pájaros hereden una versión “atrevida” de 
ciertos genes de un progenitor y una versión “tímida” del otro.

Dado que un pájaro tiene el 50% de posibilidades de heredar un gen del
padre o de la madre, es inevitable que algunos acaben con dos genes
“tímidos” o dos “atrevidos” y, como resultado, tengan personalidades
extremas.

Otra idea que los investigadores holandeses quieren estudiar es si la
vida social de los pájaros atrevidos y tímidos les ayuda a coexistir.


Cada año, los pájaros luchan por un territorio en el que pueden
encontrar alimento y criar. Los pajaros atrevidos son más agresivos que
los tímidos, y eso a veces ayuda a ganar el territorio. Pero los
científicos han encontrado que cuando los pájaros atrevidos pierden,
les cuesta más recuperarse. Acaban en el nivel más bajo de la jerarquía, y
en muchos casos simplemente se marchan. «Van a otros lugares a tratar
de ser el número uno», dijo el Dr. Drent.


Esta lucha puede equilibrar los pájaros entre personalidades atrevida y
tímida. Si hay muchos pájaros tímidos, los pocos atrevidos suben a
lo  más alto. Pero si hay muchos atrevidos, lucharán mucho, y
eso provocará que muchos pájaros se marchen. En estos casos, los
pocos pájaros tímidos prosperarán. «De manera que una de las
personalidades no puede desaparecer del todo», dice el Dr. Drent.
Él y sus colegas van a probar su hipótesis alterando el ratio de pájaros atrevidos y tímidos en el estado salvaje.


Muchos de estos hallazgos se encuentran en el número de febrero del Neuroscience y Biobehavioral Reviews.


Los científicos que estudian la personalidad animal esperan que su
trabajo traerá algunos beneficios prácticos. El Dr. Gosling y sus
estudiantes, por ejemplo, han estado centrando gran parte de su trabajo
en el estudio de la personalidad de los perros.


Una prueba precísa de la personalidad de los perros podría ayudar a las
protectoras de animales a combinar las mascotas con las familias.
También podría ayudar a identificar perros que están especialmente
indicados para trabajos como detectar explosivos.


Los estudios de la personalidad animal podrían además aclarar la
personalidad humana. Los investigadores holandeses están ahora
empezando a comparar su investigación en pájaros con la investigación
realizada con niños.


«Fue increíble ver cómo la forma en la que midieron el atrevimiento en
los pájaros se parece a las pruebas que tenemos para los niños
pequeños», dijo el Dr. Marcel van Aken, un psicólogo de la Universidad
de Utrecht
. Él y los investigadores de aves van a medir la
personalidad de los pájaros y de los humanos con una serie común de
pruebas, esperando encontrar pistas de la evolución de la personalidad
humana.

La poca investigación existente sobre la evolución de la personalidad humana hace pensar que hay paralelismos con las aves.

En un sondeo de 545 personas, Daniel Nettle de la Universidad de
NewCastle
, Inglaterra, descubrió que cuanto más extrovertidas, más
parejas sexuales tenían. Lo que podía haberles aportado una ventaja
evolutiva, pero Nettle también descubrió que tenían más posibilidades
de acabar en el hospital.


El Dr. Nettle ha entregado sus hallazgos para ser publicados en Evolution y Human Behavior.

Algunos expertos en personalidad humana se muestran escépticos. El Dr.
Daniel Cervone de la Universidad de Illinois de Chicago considera que
describir animales con términos como extroversión es “extremadamente
arriesgado”. La palabra significa inevitablemente algo distinto cuando
se aplica a un pájaro o a un humano.
«Hay un montón de cualidades humanas que simplemente no estarían entrando en el primer puesto de las clasificaciones», dice. Marcel van Aken, psicólogo de la Universidad de Utrecht, dice que
el antropomorfismo es peligroso, pero cree que evitable. «Hay que
definir qué es lo que se va a medir y, después, que hablen los datos».


La investigación sobre la personalidad viene muy a cuento por aquello que decíamos de la gente sensible.