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«Más de 2 millones de niños han muerto en los últimos diez años como
resultado directo de conflictos armados y 6 millones han quedado
discapacitados. Son  sólo algunas de las víctimas “olvidadas y
silenciosas” que refleja el informe de emergencia de Unicef. Colombia,
Sri Lanka, Nepal, Palestina y República Centroafricana son
los países prioritarios en ayuda humanitaria elegidos por el comité
español de UNICEF. Para combatir las situaciones de emergencia en estos y otros países
que se encuentra en “emergencia” la agencia ha anunciado que
necesitará más de 763 millones de dólarespara 2005 y recuerda que en 2004 recaudó el 60% de lo solicitado.» Resto del artículo en 20 minutos. Infome UNICEF.

Hoy ha salido un pueblo valenciano en el Notícies 9 (de Canal9) que
celebraba con tracas, pancartas y pasteles el primer nacimiento de un
niño en los últimos 35 años. Le han llamado Màxim. Según publicaba ayer SFGate, en Japón, hay un pueblo donde el premio es mayor:
pagan un millón de yenes (7130 euros) a las mujeres que se animen a
tener uno. Se llama Yamatsuri. El único requisito es llevar más de un
año viviendo allí.

La población se reduce cada vez más en Japón. Para
paliarlo, el gobierno central ha empezado a construir más centros de
Educación Infantil y a dar permisos de paternidad. La tasa de natalidad
descendió
a la cifra récord de 1.29 en 2003, gracias
a que las mujeres conseguían
mejores salidas profesionales y a que no hay muchas facilidades para
tener niños. Y esto ocurre en Japón, donde tradicionalmente se valora
mucho la figura de la madre y donde el cuidado de los hijos pequeños en
casa se considera un trabajo prestigioso.


Entrevista publicada hoy en Periodista Digital.

Este
miércoles entró en vigor el código de autorregulación para controlar la
programación en las franjas horarias infantiles. Las cadenas de
televisión por un lado, y el Defensor del Menor, las
asociaciones de usuarios y los padres, por otro, no se ponen de
acuerdo. Las primeras aseguran que ya han cumplido con el código
ajustando sus programación entre las cinco y las ocho de la tarde; los
segundos argumentan que los cambios producidos hasta ahora no son
suficientes y que aún queda mucho por hacer. Esta es la opinión de Petra María Pérez Alonso-Geta, catedrática de Antropología de la Educación en la Universidad de Valencia. Su tesis es que la televisión está contribuyendo a “un fenómeno sociológico muy perjudicial: la reducción de la infancia”.

¿En estos momentos se incumple el código de autorregulación?

Sí.
En cualquier cadena pueden verse programas de realismo social, los
llamados “reality shows”, donde aparecen personas que dan salida a sus
sentimientos y emociones más fuertes en el mismo plató. Los niños ven
todo esto, pero no se les enseña a canalizar esos sentimientos. En las
teleseries, que están muy de moda y son vistas por los más pequeños,
tampoco se ofrecen modelos adecuados para la mentalidad infantil. Estos
programas tienen efectos cognitivos, emotivos y comportamentales que
condicionan las conductas de los niños porque estos se identifican con
los personajes y cogen información para comportarse como ellos en
determinadas situaciones.

¿Por qué hay en la televisión pocos programas adecuados para niños?

Sin
duda los programas para niños en estos momentos son poco rentables
porque al público infantil lo fidelizan en los programas de adultos.
Algunas cadenas, como La 1 con Los Lunis, han hecho esfuerzos. Pero es
difícil programar para un segmento de la población que cada vez más
demanda programas de adultos. En cualquier caso hay muy pocos programas
adecuados para los niños.

En tu estudio también hablas de programas en apariencia infantiles pero que no lo son…

Sí.
Por ejemplo Los Simpson constituyen una crítica muy mordaz a la
sociedad norteamericana, donde se reflejan unos modelos de padres que
no son apropiados para los niños. Ellos no captan los dobles sentidos y
se quedan solamente con esa figura de padre que en muchos casos es un
contravalor para ellos.

Dentro de toda la parrilla, ¿qué programas son especialmente nocivos para los más pequeños?

Los
“reality shows” son especialmente dañinos porque recrean cómo siente la
gente en imágenes en directo. Esto es especialmente atractivo para los
niños, que quieren apropiarse de los modelos de adultos.

Las
pautas de comportamiento a la hora de ver la tele también son un
problema. Hay niños que tienen acceso a cualquier programa…

Efectivamente.
El 39%, es decir, más de 1 de cada 3 niños tiene en su propio
dormitorio la televisión. Así ven la tele sin ningún tipo de mediación
de los padres. Algunos niños me han dicho que cuando están en su
dormitorio ven series como South Park, que es transgresiva, mordaz,
sexista… En un capítulo que analizamos el grupo de niños protagonista
pisaba a un mendigo en la calle, y eso lo ve el público infantil porque
South Park está entre los 10 programas más vistos por ellos. Por eso es
muy difícil que estemos satisfechos con los contenidos de la tele
basándonos solo en los horarios; los niños se acuestan tardísimo y
además en muchos casos tienen acceso a todos los programas.

Entonces, a la hora de repartir responsabilidades, también a los padres les toca una parte…

Mucha. Sobre todo en el hecho de que los niños vean la televisión hasta muy tarde.

¿Qué consecuencias tiene todo esto?

Hay
unas consecuencias muy graves en la socialización de los niños. El
botellón a edades tempranas, la afición a los móviles, ver programas de
adultos, ir a discotecas antes de tiempo, ponerse ropa que no
corresponde a su edad, las niñas que se pintan a los 11 años. Todo son
manifestaciones de una misma realidad. Estamos asistiendo a algo muy
problemático: la reducción de la infancia.

¿Y qué papel tiene la televisión en esa reducción de la infancia?

Su
influencia es fundamental porque en los programas se reflejan
constantemente modelos adultos que no están pensados para explicar a
los niños lo que cabe esperar de la conducta adulta cuando lleguen a
mayores, sino para dar fuerza a un guión. Los niños que salen en las
teleseries actúan como si ya fueran adultos. Las marcas de moda
infantil diseñan ropa que les hace parecer modelos en miniatura. En
general, estamos asistiendo a un retroceso tremendo porque a partir de
los años 20 y hasta 1989, cuando se puso en marcha la Convención de los
Derechos del Niño, la infancia tenía relevancia en sí misma (la ropa
era de niños, la decoración de sus dormitorios también, sus
juguetes…). Pero ahora se está produciendo algo sociológicamente muy
perjudicial para la propia infancia, que es su reducción.

¿Cómo puede la televisión contrarrestar esto?

Especialmente
las televisiones públicas tienen que pensar que, aunque es muy fácil
fidelizar a niños con programas de adultos, el derecho a la protección
de la infancia no está asegurado. Por eso los poderes públicos tienen
mucha obligación de arbitrar las medidas y transmitir a los padres que
determinados programas son muy perjudiciales para sus hijos.

¿Sería necesaria más autorregulación para las cadenas privadas?

Sí.
Pero también hay que hacer que la sociedad se dé cuenta de lo
perjudicial que es esto para los niños. Igual que se conciencia con
temas como el tabaquismo o la violencia de género, hay que transmitir
que el derecho a la protección de los niños no está ni mucho menos
asegurado en estos momentos. Tenemos una infancia no protegida.

¿Cuánto tiempo al día ven los niños españoles la tele?

La inmensa mayoría de los que tienen entre 7 y 14 años, más de tres horas diarias. Algunos incluso llegan a las cinco horas.

¿Cómo influye este hábito en sus conductas?

Los más
adictos a la televisión presentan conductas más asociales y agresivas y
se sienten más infelices. No tienen empatía y pueden llegar a pensar
que la agresión es una forma de solucionar problemas o conflictos.

¿Cuáles son los peores valores que transmite nuestra tele a los niños?

La
presentación de la acción violenta como algo eficaz para resolver
situaciones o para conseguir objetivos. Eso es muy dañino. También los
modelos sexistas, que aparecen con mucha fuerza especialmente en los
anuncios. Además los niños que más ven la tele, menos captan el sentido
de venta que tiene la publicidad y por tanto se la creen más.


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Petra María Pérez Alonso-Geta es Catedrática de Antropología de la Educación en la Universidad de Valencia.

Dirige el Instituto de Creatividad e Innovaciones Educativas de la misma Universidad.
Su actividad se centra en investigar los contextos en los que los niños se socializan y educan
“Los valores de los niños españoles”, “Valores y pautas de crianza
familiar”, “Valores y pautas de interacción en la adolescencia” y “El
efecto socializador de la televisión en niños y niñas de la Comunidad
Valenciana” son algunos de sus libros publicados.

La CNN
habla hoy de una mujer de 41 años, Amy Bobb, que tiene un hijo de ocho
y otro de tres. Al de ocho, que se llama Wesley, le da un ticket para
ver 30 minutos la televisión por cada 30 minutos que pase leyendo un
libro.

Pero es sólo una anécdota al final de un texto que trata de todo lo
contrario: cerca de la tercera parte de los jóvenes de entre 8 y 18
años tienen una habitación que se parece más a una sala de multimedia
que a un dormitorio —tienen vídeo, televisión, DVD, ordenador, teléfono,
música, play station, …. Y esto parece influir en su escasa capacidad
para centrarse en una sola cosa. Entrevistaron a 2000 estudiantes el
año pasado e hicieron comparativas con años anteriores. Por término
medio, dedican unas seis horas y media al día al uso recreativo de
estos aparatos, o sea, más de 44 horas semanales: cuatro
horas más que el horario laboral normal de un adulto. El 26% admitió
usar varias cosas a la vez: bajarse música de internet mientras habla
por teléfono, o chatear online mientras ve su programa favorito de
televisión.

El reportero de la BBC Phil Rees le llamaba “el chico de la cocina”.
Era un chaval de 17 años que llevaba tres encerrado en la cocina de sus
padres. Su madre no quiso revelar el nombre porque tenía miedo de que
los vecinos se enterasen. Un día volvió del colegio y decidió aislarse
del mundo, y sus padres tuvieron que construir una cocina nueva. Sufre
algo que el psiquiatra Tamakio Saito bautizó como hikikomori, y que se
ha traducido como aislamiento social.

Hay más de un millón de
adolescentes japoneses, sobre todo varones, que lo padecen. No pueden
hacer frente a la presión de sus padres y de la sociedad y deciden
recluirse durante meses o años en una habitación sin hacer otra cosa
que dormir durante el día y ver la televisión o jugar con el ordenador
por la noche. Se ha achacado sobre todo al bullying (acoso, burlas) de
los compañeros de clase (por la apariencia física, por cómo les va en
el colegio o en clase de gimnasia, por su nivel social o su raza) y a
la presión del sistema educativo.

«Tener un hikikomori en la
familia es a menudo vergonzoso, y es considerado en Japón un problema
interno de la familia. Los colegios y asistentes sociales pueden hacer
preguntas, pero normalmente no se involucran en la situación.», según
la Wikipedia. «La mayoría de los padres se limitan a esperar que el
niño supere sus problemas y regrese a la sociedad por su propia
voluntad.»

El fenómeno parece ser epidémico en Japón. Vió la luz hace unos años en el reportaje de la BBC Hikikomori, jóvenes invisibles, dirigido por Karen O´Connor, que se ha emitido repetidas veces en España en los últimos años.

Aunque
dicen que sólo ocurre en Japón, puede ser un aviso de lo que le puede
pasar a cualquier sociedad dominada por la competencia y la falta de
tiempo para las relaciones humanas. O sea, la nuestra. La vida de los
hikikomori se parece un poco a la de los personajes de Denise te llama, que es una película de 1996.

Definición de Hikikomori en la Wikipedia.

Japan: The Missing Million (BBCNews)

Japan’s Lost Generation (TimeAsia)

Staying In and Tuning Out (TimeAsia)

Japan’s lost generation of bedroom hermits (Scotland on Sunday)

Japan’s secret epidemic
(Al Jazeera)

Hikikomori: Tokyo Plastic (una película) 

Según los datos del Instituto Nacional de
Estadística
(INE) —del año 2004—, el número de niños menores
de cuatro años es de 1.812.400 (el 4,2% de la población). Hay 1.922.000
niños de entre 5 y 9 años (4,4%). Y hay 2.657.200 de entre 10 y 15 años
(6,2%).
En total, hay casi seis millones y medio de menores de 15 años en el Estado Español.

Según nos revela hoy Malaprensa.com,
la noticia sobre el bebé 81 —que fue publicada por los mejores medios
de difusión del mundo, y también por los españoles— fue inventada, en
parte. El Lanka Business Online publicó el 28 de enero un artículo (It’s a hoax)
que lo explica todo. En realidad, no hubo nueve parejas reclamando la
paternidad del niño sino sólo una. Lo encontró un hombre, vecino de los
padres del pequeño, y lo reconoció al instante. Nunca estuvo en duda la
paternidad. Como dice Malaprensa: «Parece que estamos ante un colosal
invento, un estúpido melodrama añadido por alguien para dar color a una
de las historias más tremendas que hemos podido seguir en los medios en
los últimos años. La duda surge ahora no sobre la paternidad del niño,
sino sobre la paternidad de los elementos fantásticos añadidos a la
historia.»

  • Número de seres humanos que han nacido en la Tierra desde la aparición del Homo sapiens moderno (50.000 años antes de Cristo) = 106.456.367.669
  • Población mundial hoy, según el US Census Bureau
    (PRB) =  6.421.412.034
  • Porcentaje de las personas que han nacido en
    la Tierra y que están vivas ahora= 6,03%Número de seres humanos que han
    muerto= 100.034.955.635
************

ruan

«Crecí en una zona rural, y cada mañana antes de ir al
colegio tenía que levantarme temprano para ir a por agua al río. Era
tan doloroso hacer equilibrios para llevarla sobre tu cabeza. Cada vez
que vuelvo a mi pueblo, veo niñas y mujeres que siguen haciendo lo
mismo», dice Odette Nyiramirimo (foto de arriba), directora del comité
de asuntos sociales y derechos humanos del Senado de Ruanda. Ahora
sueña con importar mulas para que acarreen ellas el peso, según se lee
hoy en el New York
Times
.

En el parlamento de Ruanda hay un porcentaje de mujeres mayor que en el
de cualquier país del mundo, incluyendo los más avanzados: Suecia,
Dinamarca o Noruega. Ocupan el 48,8% de los escaños de la Cámara Baja.
No se trata de un matriarcado sino todo lo contrario. La representación
femenina se debe sólo a la masacre que hubo hace una década entre
tutsis y hutus. Antes de la guerra, todas pensaban que sus maridos eran
los que tenían que cuidarlas. Después, quedó un asombroso ratio de 7
mujeres por cada hombre. Era imposible que no se empezaran a oír sus
voces. Tenían que empezar a cuidarse ellas solas.
Ruanda sigue siendo un país pobre y con una de las tasas más altas de
moralidad infantil y analfabetismo. La mayoría de mujeres se quedaron
solas tras el genocidio y ahora tienen que criar a hijos que no son los
suyos y que quedaron huérfanos tras la masacre. Por si fuera poco,
muchas de estas mujeres tienen sida, que les fue transmitido después de
las brutales violaciones durante la guerra. Y los niños que
sobrevivieron al genocidio tienen trastornos emocionales graves.

 

Los
que nacimos en los años 40, 50, 60 o 70 no deberíamos haber
sobrevivido. Algunas cunas estaban pintadas con pintura con base de
plomo. No había tapones a prueba de niños en los productos venenosos o
en las medicinas, ni medidas de seguridad en los cierres de muebles,
puertas o barandillas. Y, cuando motábamos en bicicleta, no llevábamos
casco. En coche, nunca nos ponían cinturón ni sillas especiales ni
había airbags. Bebíamos agua directamente de la manguera. Comíamos
mantequilla, nocilla, pan y pasteles y no sufríamos obesidad porque
estábamos siempre jugando en la calle. No había teléfonos móviles. No
había Nintendos, ni Playstation, ni video, ni montones de canales de
televisión, ni ordenadores personales, ni internet, ni chat-rooms,
Algunos estudiantes no eran tan buenos como otros y tenían que repetir
curso. Es impensable imaginar a nuestros padres sacándonos de un apuro
después de meternos en líos en el colegio o incluso de haber
quebrantado alguna ley. Íbamos a pie a la casa de nuestros amigos.
Teníamos libertad, fallos, éxito y responsabilidad y aprendíamos a
desenvolvernos bien con todo ello.
Y tú eres uno de ellos. Felicidades. Pasa
esto a otras personas que han tenido la suerte de crecer como
verdaderos niños, antes de que los abogados y el gobierno regularan
nuestras vidas, por nuestro bien.


Un mensaje como el
anterior dio la vuelta al mundo hace unos meses, de buzón en buzón.
Steve Mirsky también lo recibió y se inspiró en él para uno de sus
artículos en el Scientific American.

¿A
quién va dirigido ese mensaje?, se preguntaba Mirsky. Evidentemente,
sólo a los vivos. «En análisis de datos, a eso se le llama sesgo. De
hecho, es cierto que muchos niños no llevaban cinturón en el coche.
Algunos de ellos, estarán ahora —en términos médicos— muertos. Y los
muertos no pueden escribir esas barbaridades», dice. Los niños que
sufrieron daño cerebral por el plomo de la pintura «probablemente
podrán escribir pero no serán responsables del mensaje».

«Así y todo, la
vida sin grilletes por las interferencias burocráticas sigue siendo
tentadora. Así que me encuentro a mi mismo meditando sobre los buenos
viejos tiempos. Me refiero a los verdaderos buenos viejos tiempos
—30.000 años atrás. Los burócratas y los abogados no existían aún.
Cuando nos atacaba un león, sangrábamos hasta morir. Cuando perdíamos
nuestros dientes, dejábamos de comer y nos moríamos. Si nos poníamos a
pintar la pared de una cueva, y arañábamos con un dedo que después se
infectaba, no teníamos que quejarnos a la ninguna oficina de seguridad
laboral. Y no teníamos que denunciar a Og, que fabricó la pintura, o a
Oog, que escogió la pared. (…) Si llegábamos a los 35 años, se nos
quedaban mirando por ser tan viejos. Y hablábamos de lo débiles que
eran los más jóvenes por llevar pieles animales en sus pies».