A la señora Auguste Deter la ingresaron en el Sanatorio Municipal para Dementes y Epilépticos de Frankfurt en 1901, a los 51 años. Era un centro de investigación de prestigio en aquella época y el doctor Alois Alzheimer era uno de los médicos de plantilla en aquel momento. Investigaba junto a Franz Nissl la patología del sistema nervioso y juntos llegaron a publicar una obra en seis volúmenes titulada Estudios Histológicos y Patológicos de la Corteza Cerebral.
Auguste (en la foto) había ido perdiendo la capacidad de cuidar de sí misma y, cuando la ingresaron, sufría desorientación, falta de memoria, dificultad para leer y escribir, paranoia e incompetencia psicosocial, que por entonces era la definición legal de demencia. Los síntomas fueron empeorando gradualmente, hasta tener alucinaciones y pérdida de otras funciones mentales. Fue diagnosticada de demencia presenil, por su edad. Hoy habría sido diagnosticada con enfermedad de Alzheimer de aparición temprana (que es la que ocurre antes de los 65 años).
En las notas del doctor Alzheimer, se lee que el comportamiento de Auguste estaba tan alterado que era "imposible examinarla". No obstante, no dejó de visitarla incluso en la fase más avanzada de su enfermedad. En un especial publicado en The Lancet para el centenario de la enfermedad de Alzheimer, hace unos meses, varios especialistas destacan la valiosa labor humanitaria del médico, que «está en peligro de desaparecer» porque se tiende a tener cada vez menos contacto con el paciente.
En sus notas, Alzheimer escribió: «Se sienta en la cama, con una expresión desamparada.
—¿Cuál es su nombre?
—Auguste
—¿Cuál es el nombre de su marido?
—Auguste
—¿Su marido?
—Ah, mi marido.
Mira como si no comprendiera la pregunta.
—¿Está casada?
—Con Auguste.
—¿Señora D.?
—Si, sí, Auguste D.
(...)
Come coliflor y cerdo. Cuando le pregunto qué ha comido, contesta que espinacas.
Cuando está masticando carne y se le pregunta qué está haciendo, contesta "patatas y rábanos".
(...)
Cuando le pido que escriba Auguste D. ella escribe Sra, y se le olvida el resto. Es necesario repetir cada palabra.» (foto de abajo)
Auguste murió en 1906, cuando el doctor Alzheimer estaba trabajando en Munich, en la “Real Clínica Psiquiátrica”. Irónicamente, no falleció a causa de su enfermedad neurodegenerativa, sino por problemas derivados de permanecer inmovilizada en la cama durante mucho tiempo. Al enterarse de su muerte, Alzheimer pidió a su anterior jefe, el doctor Sioli, que le dejara el historial de Auguste y su cerebro.
Lo estudió y descubrió que su córtex cerebral era más delgado de lo normal. También encontró otras anormalidades: placas seniles, unas estructuras que se habían visto anteriormente en los cerebros de los ancianos, y los llamados ovillos neurofibrilares.
En 1906, un año después de la muerte de Auguste, Alzheimer describió el caso a los psiquiatras reunidos en un congreso en Tübingen. Su conferencia se tituló “Sobre una enfermedad especifica de la corteza cerebral”.
Poco después, su jefe en la clínica de Munich, Emil Kraepelin, —a quien se debe la clasificación actual de las psicosis— decidió incluir la descripción de los síntomas de Auguste Deter en la octava edición de su libro Psychiatrie, publicado en 1910.
Para sorpresa de Alzheimer y de otros especialistas, Kraepelin la bautizó como "enfermedad de Alzheimer", aunque no fue él el primero en describirla. Ya habían hablado de ella antes Oskar Fischer, Francesco Bonfiglio y Graetano Perusini.
Alzheimer era un hombre modesto y nunca dijo que él descubrió la enfermedad. Se cree que fue cosa de Kraepelin, que exageró la novedad de la enfermedad para dar prestigio a su centro y seguir recibiendo becas de investigación. Alzheimer murió a los 51 años, cinco años después de la publicación del libro de Kraepelin.