Exposición Handel y los 'castrati'
Castrados por amor al arte
Durante 200 años, se realizaron más de 4.000 castraciones anuales en
Italia a niños de entre 7 y 9 años. El objetivo era preservar el tono
alto y claro de la voz infantil mientras se adquiría la fuerza vocal de
un hombre y la técnica de un cantante adulto. Se les llamaba castrati, o, de forma más educada, musici o evirati.
Muy pocos lograron la fama y fortuna que perseguían sus padres con la
operación y ninguno igualó al gran Farinelli (en la imagen). Ocurrió en los siglos XVII y XVIII. Kindsein
hace un extenso análisis de estos grandes olvidados de la Historia de
la Música, con motivo de la exposición "Handel y los castrati" que se
inaugurará esta semana en Londres.
Millonarios, excéntricos y arrogantes
Como las actuales estrellas del rock, los grandes castrati cobraban importantes cantidades y eran seres, en su mayoría,
excéntricos y caprichosos que se permitían hacer desplantes hasta a un
rey.
En el caso de Luigi Marchesi (1754-1829) la arrogancia
llegaba a tal punto que insistía en hacer su aparición en la ópera, sin
importarle de qué obra se tratara, de la siguiente manera:
Siempre aparecía en
lo alto, llevando una lanza, una espada y un casco coronado por unas
larguísimas plumas rojas y blancas.
Comenzaba
diciendo: «Dove son io?» (¿Dónde estoy?). Después sonaba una trompeta y
Marchesi cantaba «Odi lo squillo della tromba guerriera!» (Oigo el
sonido de la trompeta de guerra), y entonces cantaba su "aria
portmanteau" Mia speranza pur vorrei, que compuso Sarti para él. Una
vez terminada el aria, bajaba lentamente las escaleras, y sólo entonces
podía dar comienzo la ópera.
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